El sábado pasado fui invitada como oradora a un evento del Modelo de Naciones Unidas que hacen las escuelas. Había jóvenes desde quinto de primaria hasta tercero de prepa de todos los municipios de la Zona Metropolitana, soñando un mundo mejor. Dedican sus fines de semana y horas libres en organizar comités, elegir temas y trabajar en soluciones. A todos ellos les interesan las relaciones internacionales, las políticas públicas y sueñan con participar de grandes en la ONU.
Quise hacer mi participación muy activa y escucharlos. Justo cuando les pregunté por los retos que les está tocando enfrentar como generación, más de uno mencionó la polarización que estamos viviendo a nivel global, el futuro de la democracia y la migración. A lo que naturalmente me llevó a pensar en Trump.
Todo en estos días es Trump. Quisiera que no me quitara la paz, pero la gran mayoría fuera de EU cuestiona sus formas y ve como riesgo lo que serán ahora las relaciones internacionales, específicamente con sus deseos expansionistas. Trump se manda solo y hoy regresa a la Casa Blanca con más poder y con muchas promesas de campaña por cumplir, que afectan a otros fuera de su electorado estadunidense.
El mundo está a la expectativa de lo que será su gobierno y los jóvenes también. Saben que México y nuestras ciudades cambiarán, principalmente las fronterizas, por los efectos de nuevos aranceles en la industria y economía o por la llegada de los deportados. Aprenderemos mucho sobre relaciones internacionales; lo que hay que aspirar o lo que hay que evitar, con un presidente tan poderoso y vocal, que considera a todos los demás sus adversarios y no aliados. Lo que Trump busca es desequilibrar, intimidar y obtener beneficio de sus relaciones con los demás. Basta ver su retrato oficial, que grita más que lo que mil palabras.
Para Trump el poder es lo que fue históricamente; para que uno gane, el otro tiene que perder. Y justo lo es en una época donde los jóvenes y las nuevas generaciones ven más valor en la colaboración que en la competencia, donde aspiran a nuevos liderazgos más humanos, empáticos y justo vemos lo contrario en lo que será no necesariamente el mejor líder, pero sí el más mediático.