John Hinckley, quien intentó matar a Reagan, se prepara para regresar a la vida normal

Ciudad de México /

La vida del hombre que trató de asesinar al presidente Ronald Reagan hace 35 años se ha vuelto progresivamente más normal, con mayor libertad fuera de un hospital siquiátrico, y quizás en ninguna parte es eso tan evidente como en la tienda de discos donde se pasa tanto tiempo.

John Hinckley Jr., que tiene ahora 61 años, ha hecho compras en Retro Daddio que uno esperaría de un hombre de su generación: Un libro sobre el grupo de rock The Who y un álbum de un grupo rockero poco conocido de los 60: Ian and The Zodiacs.

A menudo conversa con la dueña, Jen Thurman, charlando sobre un póster de los Beatles que él tiene firmado por Paul McCartney, y otros asuntos musicales. Una foto en la pared de una joven Jodie Foster —la actriz a quien dijo trataba de impresionar cuando baleó a
Reagan y otras tres personas en 1981— apenas es notada.

“Yo estoy a solas frecuentemente con él en la tienda y él nunca me ha asustado”, afirma. “Él es muy agradable y muy buena compañía”.

Un juez ordenó el miércoles que Hinckley sea dado permanentemente de alta de un hospital siquiátrico en agosto. Pero Hinckley desde hace tiempo ha estado creando una vida en esta comunidad junto a un campo de Golf en Williamsburg luego de años de estancias supervisadas en casa de su madre, que recientemente han llegado a 17 días por mes.

Se espera que Hinckley se mude a la comunidad de Kingsmill a inicios de mes. Y aunque muchos han expresado consternación e incluso indignación, otros han recibido bien al hombre que ven a menudo por las calles luciendo una gorra de beisbol. Él alimenta a gatos callejeros y recorre la ciudad en un Toyota Avalon, yendo a lugares como el cine y restaurantes de comida rápida.

Hinckley acompaña a su madre, de 90 años, a servicios religiosos dominicales en la iglesia Metodista Unida de Williamsburg, donde los feligreses notan su presencia por los agentes del Servicio Secreto en el fondo.

Hinckley además ha trabajado de voluntario en la iglesia Unitaria local, cortando césped, barriendo hojas secas y construyendo pajareras, de acuerdo con la orden de 100 páginas del juez.

Además, Hinckley es voluntario en la cafetería de pacientes en el Eastern State Hospital, una institución mental local. Limpia mesas, lava platos y trabaja el mostrador si es necesario, dice Marie Repopas, vocera del Departamento de Salud Mental y Servicios de Desarrollo de Virginia.


Agencia AP
Ben Finley

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