Hoy en día la mayoría de las personas ya no podemos ver las estrellas desde nuestras ciudades y son muy pocos los niños que han tenido la experiencia de observar la Vía Láctea como podían hacerlo sus abuelos. La razón de ello es la contaminación lumínica, ocasionada por la luz artificial que todas las noches se derrocha y escapa hacia donde nadie la ocupa. ¡No necesitamos luz en el cielo, la necesitamos en nuestras calles! Además de impedirnos el disfrute de la contemplación del universo, la contaminación lumínica genera serios problemas a escala mundial: afecta los ciclos de día-noche que mantienen el delicado balance de los ecosistemas e interfiere con el ciclo circadiano de los humanos, el cual regula nuestros sistemas metabólicos y hormonales; además, el derroche de luz tiene implicaciones negativas en la economía, ya que pagamos de más (por recursos que se desaprovechan). Una de las implicaciones más preocupantes de la contaminación lumínica es su contribución a la crisis climática: producir más energía eléctrica de la que realmente necesitamos a través de la quema de combustibles fósiles aumenta la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, el principal causante del cambio climático.
Debido a una creciente toma de conciencia en la sociedad, especialmente en diversos países europeos, Japón y Estados Unidos 一los más afectados一, sobre los efectos adversos de la contaminación lumínica, han surgido diversas iniciativas en el ámbito internacional. En 2007, la Unesco reconoció el «Derecho a los Cielos Oscuros» como un derecho inalienable de la Humanidad. Por otro lado, la Asociación Internacional de Cielo Oscuro (International Dark-Sky Association 一 IDA) es la organización líder en el combate contra la contaminación lumínica a nivel mundial y tiene el Programa de Sitios de Cielo Oscuro como su más exitoso y visible proyecto. Este programa ha designado más de 130 sitios en 25 países entre parques, comunidades, reservas, santuarios y sitios urbanos, con el fin de preservar y proteger los cielos oscuros.
El territorio hidalguense podría ser el primero en albergar un Parque de Cielo Oscuro en México y en toda Latinoamérica si logra una candidatura exitosa para el geositio Peña del Aire en Huasca de Ocampo. Además de contar con un excepcional cielo oscuro, Peña del Aire es un mirador formidable sobre la Barranca de Metztitlán y forma parte del Geoparque Mundial Unesco de la Comarca Minera. Esta barranca cuenta con la designación de Reserva de la Biósfera, también por la Unesco, en reconocimiento a su sobresaliente biodiversidad, entre la que se encuentran los murciélagos que mantienen el control de plagas, y polinizan y dispersan plantas de importancia económica.
Esta candidatura es un esfuerzo del centro turístico de Peña del Aire en coordinación con la Universidad Nacional Autónoma de México, a través del Centro de Ciencias de la Atmósfera, el Consejo de Ciencia, Tecnología e Innovación de Hidalgo (Citnova) y el Geoparque Comarca Minera, bajo el auspicio de la Asociación Internacional de Cielo Oscuro, con sede en Arizona.
Como parte de las actividades rumbo a la designación de un Parque de Cielo Oscuro, el equipo de la candidatura de Peña del Aire participó en la Conferencia Mundial 2020 de la Asociación Internacional de Cielo Oscuro los días 13 y 14 de noviembre.
JOSHUA MUÑOZ SALAZAR
www.citnova.gob.mx