En décadas recientes el cambio climático se ha convertido en un tema central en la agenda política a nivel global. Mediante diversos estudios científicos se ha comprobado que la emisión de gases de efecto invernadero (GEI), como el CO2 derivados de la actividad humana son la principal causa del aumento en la temperatura media del planeta y de continuar con este patrón en las próximas décadas, se observará un cambio en los fenómenos climáticos tanto en su frecuencia como en intensidad.
Por lo anterior, se han realizado acciones en favor del planeta para reducir y mitigar el efecto de los GEI como la electromovilidad; la e-movilidad es la tendencia a sustituir los sistemas de transporte convencional basados en motores de combustión interna propulsados mediante combustibles de origen fósil por sistemas de transporte eléctrico que permiten una movilidad más respetuosa con el medio ambiente y sostenible. La reducción de GEI como resultado del impulso a la e-movilidad depende directamente de la implementación adecuada de los sistemas de transporte eléctrico, siendo por ejemplo los trenes eléctricos, alimentados por redes eléctricas dedicadas. Asimismo, los vehículos eléctricos (ligeros) necesitan de sistemas de almacenamiento de energía que permitan tener una autonomía igual o superior a los vehículos convencionales.
Por lo anterior, la eficiencia de los vehículos eléctricos depende directamente de los materiales usados para los sistemas de almacenamiento que suministran la energía necesaria para su propulsión. Aquí es donde el rol de este elemento toma gran relevancia, el litio, en su forma pura, es un material metálico alcalino paramagnético, sólido de baja densidad, de alta conducción eléctrica ideal para sistemas de almacenamiento de energía (baterías), en la actualidad son dos composiciones químicas las de mayor uso; el carbonato de litio y el hidróxido de litio. Estas composiciones tienen diferencias entre sí, siendo el carbonato de litio el de menor costo y menor densidad energética, lo que redunda en una menor autonomía si se compara uno a uno por kilogramo de material con el hidróxido de litio.
En el contexto de la transición energética, el litio (entre otros minerales) por sus propiedades físicas, químicas, aplicaciones, geolocalización e importancia económica se ha convertido en un material estratégico y catalogado como mineral crítico para el desarrollo de las tecnologías limpias o verdes. Por lo que su explotación, procesamiento y aprovechamiento requiere de un análisis en todo el ciclo de vida del material para mejorar los procesos de obtención de carbonato de litio equivalente grado- batería.
Adicionalmente, la cadena de valor asociada a la explotación del litio puede ser motor de desarrollo regional impulsando la investigación y el desarrollo, así como la implementación de nuevas tecnologías que mejoren la e-movilidad, estimulen los mercados y las inversiones en energías renovables y permitan el tránsito a la descarbonización del sector. Todo alineado al escenario de cero emisiones netas para 2050, y los compromisos a nivel mundial abordados en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
En conclusión, el mineral de litio es estratégico para las tecnologías verdes empleadas en la transición energética con el fin de mitigar los efectos del cambio climático de origen antropogénico.
Daniel Conrado Castillo
Maestría en Energías Renovables y Sostenibilidad Energética.
Universidad de Barcelona.