Cerrar la brecha de género en la ciencia es uno de los grandes retos que plantea la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en la conmemoración del Día Internacional de la mujer y la niña en la Ciencia este domingo 11 de febrero. A pesar del progreso que se ha realizado en décadas recientes, hoy sólo una de cada tres investigadoras a nivel global es mujer. La persistente disparidad de género es producto de una serie de barreras que enfrentan las mujeres científicas, lo cual puede constituirse como un factor que genere desmotivación de las niñas para perseguir una carrera en la ciencia y tecnología.
La Unesco también señala que sólo el 12 por ciento de miembros de consejos y academias de ciencia en el mundo son mujeres. En Latinoamérica, el porcentaje de mujeres científicas es del 44 por ciento. Igualmente existen disciplinas donde existe mayor disparidad que en otras; por ejemplo, en el caso de la física existe mayor presencia de hombres que de mujeres, aunque áreas como las ciencias de la vida y la salud muestran una distribución más balanceada del género. Aunque las brechas más grandes están en la ingeniería y en las ciencias computacionales.
En general, la mujer es minoría en las áreas que cubre la llamada Cuarta Revolución Industrial. Si se considera el futuro del mercado laboral, también se vislumbra una brecha en la inteligencia artificial, ámbito donde la mujer representa el 22 por ciento de profesionales.
Las barreras detectadas van más allá del desarrollo económico de los países ya que los principales obstáculos se refieren a las normas sociales, culturales y de género que guían las expectativas y los roles de las mujeres respecto a la falta de creencias en sus capacidades personales, carencia de visibilidad de roles de mujeres científicas, subrepresentación de mujeres líderes, ambientes de aprendizaje austeros, estructuras profesionales y culturas de trabajo inadecuadas.
La Unesco señala que todos estos factores contribuyen al fenómeno de los techos de cristal, los cuales evitan que las mujeres obtengan altas posiciones en las estructuras organizacionales o alcancen un éxito equitativo al de sus colegas hombres. Por esta razón, resulta indispensable desmantelar los estereotipos de género y desarrollar las bases para una educación abierta en la ciencia, así como ambientes de trabajo que atraigan y retengan el avance de las mujeres científicas.
En Puebla, la carrera para involucrar a mujeres en carreras relacionadas con la Ciencia, Tecnología y Matemáticas (STEM) ha dado algunos frutos ya que el estado es uno de los seis que concentran el 50 por ciento de las mujeres junto con Ciudad de México, Estado de México, Veracruz, Nuevo León y Guanajuato. Según reporta el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
No obstante, aún falta camino por recorrer. Aunque el IMCO indica que desde 2012 la matrícula en carreras STEM creció 4.4 por ciento, todavía resulta insuficiente porque esto representa que México tardaría 37 años para que la cifra de mujeres sea parecida a la que hoy poseen los hombres.
Lourdes Mateos Espejel