La noción de invasión se define como el acto de entrar en un lugar o espacio ajeno, a menudo de manera forzada –aunque no necesariamente– con el propósito de ocuparlo, dominarlo o destruirlo. Y quizás eso es lo que recientemente ha sucedido en la desembocadura del río Bravo: ese cuerpo de agua que vierte en el Golfo de México y que sirve como frontera natural entre México y Estados Unidos.
La primera invasión inició con la fundación de Starbase: esa miniciudad creada por Elon Musk, en Brownsville, Texas, colindante con Matamoros, Tamaulipas. Starbase es el centro de operaciones de SpaceX (Space Exploration Technologies Corp.), empresa aeroespacial fundada en el 2002. Ahí comenzó la invasión, con las tensiones entre la gente de Boca Chica por el acceso a la playa pública y los impactos ambientales. En abril de 2023, con el primer vuelo de prueba orbital de SpaceX, la invasión cruzó la frontera: en la desembocadura del río Bravo, del lado de Matamoros, cientos de personas llegaron temprano para presenciar el lanzamiento, aunque al final el cohete Starship explotó. El espectáculo invadió y sedujo a la audiencia. También, como se afirmó en un artículo publicado en Forbes, los lanzamientos de SpaceX se convirtieron en un espectáculo que atrajo turistas y dinero.
La segunda invasión fue similar a la queja de los habitantes de Boca Chica, respecto al impacto ambiental de los lanzamientos, nada más que ahora en playa Bagdad, Matamoros: restos de tanques, pedazos de plástico y aluminio del cohete Starship llegaron a la playa tanto en el 2023 como en octubre del 2025. Quizás la basura espacial que cayó no es una invasión en un sentido de ataque deliberado, o quizás sí: se trata de una invasión pasiva, considerando un lugar o espacio ajeno como el patio trasero donde se puede tirar o dejar basura. Precisamente en 2023, con el primer lanzamiento, grupos ambientalistas como Conibio Global se manifestaron pacíficamente en la playa por las actividades de SpaceX. Denunciaron la contaminación por restos de lanzamientos que estaban afectando el ecosistema y la fauna marina.
La tercera invasión fue más contundente. A mediados de noviembre de 2025, personas supuestamente del Departamento de Defensa de los Estados Unidos cruzaron el río Bravo y pusieron letreros en Playa Bagdad, los cuales decían: “Advertencia. Área restringida. Esta propiedad del Departamento de Defensa ha sido declarada zona restringida”. A decir de algunos medios, quienes colocaron los letreros no traían identificaciones oficiales. Nuevamente, Conibio Global documentó y denunció el hecho. Elementos de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar) retiraron los letreros. La presidenta Claudia Sheinbaum dijo que quien los puso fue una empresa contratada por el gobierno estadunidense y que se dialogaría entre autoridades de ambos países para delimitar correctamente la frontera.
La cuarta y última invasión tiene que ver con la instalación de boyas en el río Bravo. A inicios de diciembre, dos embarcaciones estadunidenses las pusieron en la boca del río. No es novedad, pues desde hace tiempo el gobierno texano instaló boyas con alambre de púas para disuadir la migración. Las boyas tenían mensajes similares a los letreros. De lado mexicano, la duda es si las boyas coinciden con la línea fronteriza reconocida oficialmente o si hubo una alteración de la delimitación binacional. ¿Se ha tratado de invasiones o no?.
Óscar Misael Hernández*
*Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien escribe. Y no representa un posicionamiento de El Colegio de la Frontera Norte.