El síndrome de burnout (o síndrome del trabajador quemado) es cuando el estrés laboral se convierte en estrés crónico. Los trabajadores se “consumen” mental y físicamente por las exigencias y las largas jornadas a las que son sometidos.
México ocupa el primer lugar en burnout a nivel mundial con un 77%, de acuerdo con cifras del 2017 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
Quienes más lo sufren son los hombres, porque la capacidad expresiva de las mujeres favorece a que no se desarrollen tantos síntomas.
Una de las principales causas es falta de reciprocidad entre lo que el empleado da y lo que recibe. Además falta de motivación, acoso laboral, gran responsabilidad en sus funciones, ambiente de pesimismo o monotonía son factores que generan burnout.
Los mexicanos son los que más trabajan, según cifras del Fondo Económico Mundial.
En promedio una persona labora 2 mil 255 horas al año, alrededor de 43 horas por semana.
Esto se debe a que en México la población teme al desempleo, a las débiles leyes laborales y bajos salarios que no recompensan debidamente las horas extras.
Otra cultura que sufre burnout es la japonesa, lo llaman karoshi, que quiere decir “morir por demasiado trabajo”. Aun así, los japoneses trabajan en promedio 500 horas menos que los mexicanos.
Los trabajadores enfrentan un futuro incierto debido a la cada vez más lejana posibilidad de una jubilación (hay muchos que son liquidados de sus empleos estando muy cerca de lograrla).
Las nuevas políticas están planteando una reforma laboral que desampara a la población, pues busca que los contratos de forma colectiva dejen de existir, es decir, la desaparición de la fuerza de los sindicatos.
En estos tiempos electorales, es importante pensar cómo comprometer al próximo Presidente para que realmente haga su trabajo, que es proveer un futuro digno, posibilidades de estabilidad social y lograr que los mexicanos reciban prestaciones laborales adecuadas y no generar una sensación de desamparo e incertidumbre.
MIRIAM COLÍN Y VANESSA AGUILAR
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