Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia, uno de sus discursos radicales y xenófobos fue la creación de un muro en la frontera sur de Estados Unidos con México, ¡pues el muro se hizo!
Desde el 20 de enero la última caravana procedente de centroamericana ha intentado transitar por nuestro país, sin embargo, el muro desplegado por el Instituto Nacional de Migración INM y la Guardia Nacional, han impedido que la caravana avance hacia la frontera norte de nuestro país.
Pero no es sólo es el muro humano sino la violencia que están generando hacia esta población, importándole poco la vulnerabilidad de los niños y de mujeres o personas de la tercera edad, con actos de violencia para desplegar a la población y lanzar gas lacrimógeno, sumado a ello la desfachatez del personal de la guardia nacional, mofándose de que pueden desplegar con este gas, ¿Acaso es gracioso que lancen gas lacrimógeno?
¿Resulta gracioso burlarse de esa manera? ¿Dónde queda el ingreso seguro y ordenado y promoción de los derechos humanos que prometió el gobierno federal?
Hay que recordarle al Estado Mexicano que; este gobierno ha firmado y ratificado acuerdos internacionales para ampliar la protección y garantía de los derechos humanos de las personas que viven y transitan por México, según Art. 1º. De la Constitución Mexicana, sin embargo, se ha visto que la política humanitaria pasó a una política militarizada, por lo que es muy lamentable estas acciones implementadas por este gobierno y a su vez llevadas a cabo por el INM y la guardia nacional.
México se ha convertido en el muro de Trump y nosotros de manera implícita lo estamos aceptando, con narrativas por parte de la población mexicana, de odio, de intolerancia y de xenofobia hacia la población centroamericana en movilidad.
Como población tenemos que tener un rostro humanitario hacia la población migrante, dejar de criminalizar, de excluir, tenemos que entender las causas por las que salen las personas de sus países y apostarle más a la solidaridad y hospitalidad, hacer viva la invitación que nos hace el Papa Francisco hacia las personas en movilidad; acoger, proteger, promover e integrar.