El empresariado que no existe

Ciudad de México /

Se ha vuelto común leer a columnistas y opositores frustrados que, observando cambios políticos que les disgustan, claman porque “el empresariado” detenga a López Obrador. Es como si pensaran que los empresarios se encuentran organizados en una sola voz política consensuada y lista para actuar.

Nada está más alejado de la realidad. El empresariado así pensado no existe. Es un mito.

Lo que llamamos “empresariado” regularmente hace referencia a una de dos cosas: los billonarios de la lista Forbes o los organismos empresariales. Me enfocaré en los segundos porque los primeros no son empresarios en estricto sentido.

En México, los organismos empresariales no son una forma de representación organizada de la voz cohesiva y coordinada del empresario. Son organizaciones verticales y poco democráticas en donde las posiciones se toman sin consenso.

De hecho, la posición política de los organismos empresariales casi nunca se define democráticamente entre los agremiados. Se define de manera unilateral por un pequeño grupo integrado por unos cuantos empresarios que tienen interés y tiempo para la grilla o por empleados de grandes empresas a los que se les encarga llevar el liderazgo.

El problema es que la mayoría de los empresarios no tienen ni tiempo, ni ganas de ser parte de los organismos. Si se afilian, no es para influir o definir la posición política del empresariado, sino para cuestiones mucho más mundanas como tener presencia pública o resolver problemas cotidianos como permisos o licencias.

Así, con demasiada frecuencia, los líderes de las organizaciones empresariales no suelen ser empresarios reconocidos, sino empleados de alto nivel de empresas grandes. Hay una extraña deferencia por parte de los empresarios de verdad, los que llevan una empresa mediana o pequeña, hacia los empleados corporativos.

A nivel local, las organizaciones empresariales sufren de problemas aún más graves. Suelen ser élites locales que pretenden representar a su gremio, pero que en realidad se pasan la estafeta del liderazgo entre amigos.

Lo que llamamos “organismo empresarial” con frecuencia no es una organización empresarial de discusión y creación de consensos políticos. Es más bien una estructura corporativista donde la mayoría de los agremiados asisten a un club social que les resuelve problemas. Y al hacerlo validan, sin darse cuenta, que sean utilizados como capital político para negociar asuntos de altos vuelos. Cuestiones que a veces incluso desconocen y que pueden ir en contra de los intereses de algunos agremiados.

Vale la pena recordar que los intereses de los billonarios no son los de la mayoría del empresario. De hecho, pudiera ser que a la mayoría le convenga que los billonarios tengan menos interlocución con las autoridades porque así tendrían menos influencia para continuar creciendo sus emporios.

Por todo lo anterior, me parece un tanto raro que los columnistas y opositores sigan pensando que se puede apelar al “empresariado” como si el fantasma de Don Eugenio Garza Sada fuera a levantarse de la tumba a poner orden. El empresariado mexicano no existe porque los liderazgos no se dan por generación espontánea, sino haciendo el trabajo duro que a nadie le gusta hacer. 

Lo contenido en este texto es publicado por su autora en su carácter exclusivo como profesionista independiente y no refleja las opiniones, políticas o posiciones de otros cargos que desempeña.


  • Viri Ríos
  • viridiana.rios@milenio.com
  • Política pública con datos. Autora de @NoEsNormalLibro. Podcast #PoliticaYOtrosDatos. Enseño en @HarvardSummer. Harvard Ph.D. / Escribe todos los lunes su columna No es normal
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