"Los programas sociales deben ser de carácter universal" [1]. "No podemos continuar teniendo empresarios ricos con trabajadores pobres" [2]. "La principal causa de la violencia es la pobreza, la desigualdad y la falta de movilidad social" [3]. "Hubo alternancia en el 2000, pero no se transformó el sistema político (…). Los priistas volvieron al poder en el 2018 y tampoco lo transformaron" [4]. "Hay que devolverles la esperanza a millones de mexicanos" [2].
Todas estas frases parecerían sacadas de una mañanera, pero fueron pronunciadas por Santiago Creel [1], Xóchitl Gálvez [2], Enrique de la Madrid [3] y Beatriz Paredes [4] en el primer debate de aspirantes del Frente Amplio por México.
La oposición mexicana parece estar abrazando un discurso que, hace apenas unos años,tachaban de radical, ignorante y carente de contexto histórico. Estamos presenciando lo que parece ser el gran desplazamiento ideológico a la izquierda de la oposición.
Incluso, su interpretación de la historia reciente se ha transformado. Santiago Creel, quien otrora defendía al PAN como un profundo transformador,ahora acepta públicamente que "no profundizaron la democratización y se alejaron de la ciudadanía". Que diseñaron programas sociales desde Solidaridad hasta Prospera que "no funcionaron para resolver la desigualdad" (sic) y cuyo fracaso explica la situación en la que nos encontramos ahora. "¿Cómo es posible?" dice indignado, "que en una economía como la nuestra tengamos hombres de los más ricos del mundo".
Por supuesto, ante un tan asombroso cambio, la principal duda para el votante será siel desplazamiento a la izquierda es real o retórico. Saberlo requerirá que el PAN y el PRI nos expliquen sus razones.Por ejemplo, por qué impulsan a una candidata que está "absolutamente de acuerdo con los programas sociales" como Xóchitl Gálvez si el PAN votó absolutamente en contra de ellos en el Congreso.
Celebro el cambio de la postura del PRI y el PAN. Sin embargo, para el votante analítico, quedará la interrogante de porqué, de pronto, la oposición abraza metas que anteriormente habían tildado de infantiles o poco estratégicas.
Por ejemplo, por décadas el PRI y el PAN nos habían dicho que México debía avanzar por el mismo camino que llevaba desde los noventa, tan solo afinando detalles con ciertas reformas. Ahora,Paredes nos dice que "de lo que se trata es de reformar al poder” y de que "requerimos un Estado que equilibre a la sociedad". De la Madrid concuerda y habla“de transformar el sistema político mexicano".
Además, al menos en público, ya nadie dice que la pobreza sea un problema y la desigualdad no. El echeleganismo, ingrediente clave de la otrora tecnocracia gobernante, yace desvirtuado. "Imagino un país donde podamos reducir la brecha de desigualdad", dice Xóchitl Gálvez. "Echarle ganas no es suficiente".
En muchos aspectos, escuchar a los candidatos del Frente se parece tanto a escuchar a López Obrador de 2006 a 2018 que resulta casi imposible no aceptar que, en cierto modo, el presidente cumplió su promesa de que su transformación no tendría retorno.
El Obradorismo es una corriente tan popular en la opinión pública que desplazó el eje ideológico del PRI-PAN hacia la izquierda, desapareciendo en menos de un sexenio discursos que fueron dominantes por décadas.
Para el votante escéptico, lo más importante será entender cómo la oposición aterriza su nuevo discurso.Saber cuáles son las políticas explícitas que propone el PRI-PAN para hacer realidad sus dichos. México necesita un Estado fuerte, activo, inteligente y con visión, una reforma fiscal progresiva, y una política que reduzca la pobreza mediante ingresos dignos y empresas justas.
No podemos permitir que el histórico desplazamiento a la izquierda de la oposición mexicana quede en la retórica. Como dijo Beatriz Paredes, "la indignación no basta".