Los 300 líderes del México que ya no queremos

Ciudad de México /

Esta semana se publicó la lista de los 300 líderes “más influyentes de México” y en ella se refleja todo lo que México debería dejar de ser: un país donde un puñado de hombres ha dominado la toma de decisiones sin permitir la diversidad, la distribución y la entrada de nuevas voces.

Los nombres de la lista hablan por sí solos: 82% de las personas son hombres y la edad promedio se acerca a los 60. Los milenials y generación Z no suman más de 6% de la lista.

De hecho, fuera de la política o el gobierno (áreas donde hay mayor movilidad), la forma más común de entrar a la lista de Líderes Mexicanos no es innovar, crear un negocio nuevo o cambiar el entramado del sector privado, es que alguien se muera. Además, más de la mitad de los “empresarios líderes de México” no hicieron sus empresas (las heredaron) y una tercera parte de los billonarios hicieron su dinero al amparo de concesiones públicas o favores.

Cuando se increpa al CEO de la revista Líderes Mexicanos sobre por qué, entre 65 millones de mexicanas, no pudo encontrar ni una sola mujer líder en los deportes, y solo una en la ciencia y la cultura, su respuesta es lamentarse, decir “no podemos tener paridad de género en la lista de los 300” y darle la vuelta al tema (103.3 FM, 5/8/22).

Y yo me pregunto: ¿pues qué no podría aumentar la lista a 500 para que entren mujeres?, ¿qué le quita? Esto ya ha pasado antes. Por ejemplo, en 1979 la lista de “Empresas líderes” de México de la revista Expansión aumentó el listado de 300 a 500 para dar cabida a nuevas voces.

Por si la falta de diversidad no fuera suficiente, en las páginas de la revista Líderes Mexicanos se da cobertura a los aspectos más regresivos y perjudiciales del entramado legal y regulatorio mexicano.

Por ejemplo, un artículo anuncia un sindicato aparentemente blanco cuyo líder (educado en el IPADE y ungido por la CTM) trata al sindicalismo como un negocio de superación personal que inculca “el emprendedurismo” en los trabajadores y que busca “hacer que le vaya bien a las empresas”.  

Otro artículo anuncia abogados que aparentemente apoyan empresas a darle la vuelta a la ley laboral porque “el contexto jurídico laboral no suele ser favorable para las empresas”. Y otro  que abiertamente sataniza a la ley porque “afecta a las empresas mineras” —una franca insensibilidad ante la tragedia de Coahuila.

La revista también anuncia a un asesor político que se jacta de “conquistar mentes” y que llevó al poder a Nayib Bukele (El Salvador), un populista ególatra que persigue a sus opositores y viola derechos humanos con impunidad.

La celebración de los 300 líderes, sin embargo, seguirá, pues como dijo Enrique Krauze “los líderes (…) no se hacen responsables de las consecuencias de sus actos” (7/8/22).

Es tiempo de hacerse responsables. El liderazgo de muchos de los 300 ha contribuido con convertir a México en el tercer país del mundo donde el top-1% concentra más ingresos y en el único país Latinoamericano (junto con Venezuela) que desde antes de la pandemia había reducido su esperanza de vida.

Los 300 líderes deben ser autocríticos y comenzar un cambio profundo, abogando por un país más incluyente, social y con competencia. Un primer paso es abrir la lista a mujeres y revisar los contenidos de la revista. Un segundo (más importante) es preguntarse qué hubieran hecho diferente, en su liderazgo, para crear un país más justo y qué van a cambiar de inmediato para lograrlo.

Viri Ríos

viridiana.rios@milenio.com

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  • Política pública con datos. Autora de @NoEsNormalLibro. Podcast #PoliticaYOtrosDatos. Enseño en @HarvardSummer. Harvard Ph.D. / Escribe todos los lunes su columna No es normal
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