El mundo observó la humillación que Zelenski sufrió en la Casa Blanca con una mezcla de vergüenza y morbo, pero México lo observó distinto.
Para nosotros el estrujante espectáculo fue una advertencia.
México está negociando con Trump, como alguna vez lo hizo Ucrania, asumiendo que puede satisfacerlo, que una vez satisfecho respetará los acuerdos y que los acuerdos impedirán la implementación de aranceles.
Pero todo lo anterior bien puede ser falso. Trump puede nunca estar satisfecho y nuestra ansiedad por satisfacerlo de inmediato puede resultar contraproducente. Estamos usando todas nuestras cartas muy rápido. En las primeras semanas de la presidencia de Trump, México ya ha extraditado a los 29 narcotraficantes más importantes del siglo y cambiado su estrategia de seguridad y migración. No veo cómo podamos continuar con ese ritmo.
Nuestros negociadores deben recordar que Estados Unidos no es el país con el que firmamos un tratado en los años noventa. Aquel país que solía creer en la globalización y el desarrollo regional como algo mutuamente beneficioso.
Ahora Estados Unidos es un país liderado por un grupo de extorsionadores mafiosos sin enemigos ni aliados. Su credo es exprimir lo más posible a quien se deje por el tiempo que se deje. Respetar a quien se tenga que respetar y desechar al resto.
Fue esta reciente transformación de Estados Unidos la que destruyó a Ucrania. Sin el Estados Unidos anterior, Ucrania no sabe sobrevivir. Nunca hizo un plan para ello.
Mi temor es que México esté cayendo en la misma trampa: diseñando una estrategia de supervivencia que consiste en satisfacer a Estados Unidos lo más rápida y eficientemente posible sin considerar que, quizá, esa relación bilateral que desesperadamente estamos tratando de rescatar ya no existe.
No queda claro que, incluso si hacemos todo lo que Trump pide, éste cumpla los acuerdos. Trump traiciona y olvida. Prueba de ello, Ucrania.
Mucho menos queda claro que los acuerdos con Trump sirvan para detener los aranceles. Hay muchas razones por las que Trump pudiera desear aranceles aun si México aumentara la seguridad y controlara la migración.
Puede quererlos para darle una victoria simbólica a su base, para aumentar la recaudación de Estados Unidos, o incluso solo para demostrar que puede hacerlo. Las razones van mucho más allá de lo que haga o deje de hacer México.
Nuestro enfoque debe estar, no en satisfacer a Trump, sino en crear un plan para cuando Trump decida tratarnos como Ucrania.
Sé que en las más altas esferas del gobierno hay quien piensa que Estados Unidos nunca nos tratará tan mal y, en cierta forma, tienen razón. México es un país más importante para Estados Unidos porque la economía de Estados Unidos depende más de nosotros.
Sin embargo, aun si no nos tratara tan mal como a Ucrania, con un poco de desdén será suficiente para darnos un duro golpe. Toca estar más preparados de lo que lo estuvo Zelenski.
*Lo contenido en este texto es publicado por su autora en su carácter exclusivo como profesionista independiente y no refleja las opiniones, políticas o posiciones de otros cargos que desempeña.