Votar por un chapulín

Ciudad de México /

Un chapulín es un político que militaba en un partido y “brinca” a militar a otro. En el Congreso Federal mexicano hay 183 chapulines.

El que la política mexicana tenga tantos chapulines es un acertijo. En otros países, cambiar de partido supone el fin de la carrera del político que se atreve a hacerlo. En México no. El 27% de los diputados y el 38% de los senadores.

La pregunta es por qué. Suele pensarse que esto se debe a que existen posiciones de representación proporcional que no fueron votados directamente sino elegidos por el partido. Sin embargo no es así. Dos terceras partes de los chapulines son legisladores electos por mayoría. La gente votó por ellos.

El que los mexicanos no tengan empacho en votar por chapulines es un acertijo que solo se explica por los usos y costumbres de la política mexicana. En particular, por la forma en la que los legisladores suelen hacer campaña.

Cuando los legisladores llegan a una comunidad a hacer campaña, éstos rara vez se promueven como políticos que tendrán el trabajo de cambiar la legislación. Por el contrario, se venden como políticos que van a resolver problemas concretos que le interesan a la comunidad: dar agua, luz o permisos. Para obtener votos ofrecen ser intermediarios en la provisión de servicios.

Así, para las comunidades organizadas que votan en bloque y que pueden cambiar el resultado de una elección, pues representan miles de votos, la ideología del diputado es lo de menos. Lo que les importa es que éste sea capaz de acceder a recursos públicos para resolver el problema que las aqueja.

En este escenario, para la comunidad, el que un legislador cambie de partido puede incluso ser visto como algo positivo. Si cambia para mejorar su capacidad de acceder a recursos el cambio es bien visto.

El partido con más chapulines de todo México es el Verde. Como se ve en la gráfica, el 63% de sus legisladores son chapulines sobre todo provenientes del PRI. Las élites priistas están acomodándose en el Verde ante la posible extinción de su partido.


La abismal mayoría de los chapulines (76%) son legisladores electos por mayoría. La gente votó por ellos.

El partido con menos chapulines es el PAN. De 93 legisladores panistas, solo 3% son chapulines. Se trata de Lilly Téllez, Germán Martínez y César Israel Damián Retes (ex-PRI).

Quizá el fenómeno más interesante de explicar son los chapulines que militaban originalmente en Morena y ahora cambiaron de partido. Hay pocos incentivos para dejar a un partido tan exitoso como Morena para militar en otro más pequeño. Los legisladores que lo han hecho (19 casos) en su mayoría han brincado de Morena al Verde (12 casos) o al PT (6).

Esos brincos se explican por motivos estratégicos. Son Morenistas ayudando a que el Verte y PT crezcan porque eso ayuda en las fórmulas de asignación de representación proporcional. De los legisladores actuales, solo hay tres casos de exmilitantes de Morena que ahora militan en la oposición (Gibrán Ramírez en MC; German Martínez y Lilly Téllez en PAN).

Recientemente han habido llamados a prohibir el chapulinaje. Me parecen errados. De prohibirse, los más afectadas serían las comunidades vulnerables que votan por quien les pueda resolver problemas, independientemente de la etiqueta ideológica del candidato.

Si se quiere evitar el chapulinaje lo que se tiene que hacer es resolver la raíz del problema. Esto es, se debe evitar que los diputados sean quienes resuelven problemas de luz, drenaje y recursos a la gente. Para ello, el gobierno local debe ser más funcional. Solo así las comunidades pensarán en votar por ideologías, en vez de por quien resuelva sus problemas más básicos.


  • Viri Ríos
  • viridiana.rios@milenio.com
  • Política pública con datos. Autora de @NoEsNormalLibro. Podcast #PoliticaYOtrosDatos. Enseño en @HarvardSummer. Harvard Ph.D. / Escribe todos los lunes su columna No es normal
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