En 1942 el economista William Henry Beveridge presentó el informe Social Insurance and Allied Services, que se convirtió en doctrina. La necesidad de insertar la atención médica a esquemas amplios de seguridad social para reducir la pobreza y la inequidad, así como promover la integración social de los pueblos. En el también conocido como Informe Beveridge, se habla de la importancia de que los sistemas de salud deban ser gestionados por el Estado a través de una red de infraestructura hospitalaria pública, universal, gratuita y con planeación nacional.
Países como Suecia, Finlandia, Noruega, Nueva Zelanda o Dinamarca han seguido este modelo con resultados exitosos y alcanzado una mayor cobertura, menores costos y mejor calidad en la prestación de servicios médicos. Por eso, cuando hablamos de la transformación del sistema de salud mexicano, a esto nos referimos cuando hablamos de Dinamarca.
Eso es IMSS Bienestar: un sistema totalmente gratuito que deja atrás el modelo de financiamiento a los estados, donde los usuarios pagaban una cuota de afiliación progresiva según el nivel de ingreso de cada familia. Con el Seguro Popular, imitación de otros modelos de pagador y no prestador de los servicios, solo las familias con ingresos inferiores a 27 mil 558 pesos trimestrales, o aquellas con un hijo e ingresos inferiores a 48 mil 670 pesos trimestrales quedarían exentos de pagar su afiliación.
Con IMSS Bienestar la universalidad se entiende como la cobertura de padecimientos. El modelo del Seguro Popular no los cubría todos, existía un Catálogo Universal de Servicios de Salud (Causes) que abarcaba 294 intervenciones médicas y siete padecimientos de gasto catastrófico para adultos. Los padecimientos de mayor mortalidad y prevalencia no estaban cubiertos: enfermedades del corazón para mayores de 65 años, algunas enfermedades del hígado, tumores malignos y varios tipos de cáncer.
Con el nuevo modelo de Atención del IMSS Bienestar nadie debe pagar por una consulta, estudio de diagnóstico o cirugía, demostración de esto es que de los 669 hospitales transferidos al IMSS Bienestar, un total de 165 no tenían laboratorio propio, lo que generaba gasto de bolsillo para el paciente.
Con el Seguro Popular en las unidades médicas existía un espacio destinado para las cajas de cobro, en donde en promedio el gasto para una familia era de 167 pesos una consulta de Medicina Familiar, 280 pesos por consultas de especialidad, 2 mil 205 pesos por cada sesión de hemodiálisis o 2 mil 983 pesos por una cirugía menor dentro del quirófano. Los tratamientos de diálisis y hemodiálisis alcanzaban costos promedio de hasta 250 mil pesos anuales y eran cobrados al paciente por conceptos de cuotas de recuperación.
Sigue habiendo retos: no solo concluir todos los hospitales que el Seguro Popular dejó abandonados (llevamos 42 concluidos), sino también garantizar que tengan plantillas completas, equipo con mantenimiento y en funcionamiento, insumos y medicamentos de manera ininterrumpida. Solo en el primer rubro, de personal, se han contratado 12 mil 61 médicos especialistas, 16 mil 168 médicos generales y 36 mil 834 enfermeras y enfermeros.
Hoy hay 23 estados donde el IMSS Bienestar es la única institución pública que brinda atención a población sin seguridad social. Es 80.2 por ciento de la población no derechohabiente del país. Para lograrlo: lo hicimos entre todos. Con gobernadoras y gobernadores convencidos en la transformación, que creen que es mejor lo público que lo privado, lo preventivo frente a lo curativo, la igualdad frente a la fragmentación. Y sobre todo: la gratuidad frente a las cuotas.
Hablar de Dinamarca es hablar de un modelo público, gratuito, preventivo y con planeación nacional.