Habitantes abandonan Zirándaro por la violencia

“Queremos seguridad, no despensas o colchonetas, dormir en paz puedo hacerlo en el suelo”.

Algunos pobladores cuentan que tuvieron que escapar corriendo por brechas. (Especial)
José Antonio Belmont
Zirándaro, Guerrero /

La guerra en la Tierra Caliente de Guerrero no da tregua. La disputa por esta plaza entre el cártel de Jalisco Nueva Generación y La familia michoacana ha dejado sin hogar a más de mil pobladores del municipio de Zirándaro en los últimos tres meses, según cifras de las autoridades.

El último enfrentamiento en la región ocurrió la semana pasada, cuando uno de estos grupos criminales irrumpió en la comunidad serrana de San Rafael, ubicada a unas tres horas de distancia de la cabecera municipal de Zirándaro. Los sicarios atacaron a los pobladores, quienes tuvieron que abandonar sus hogares.

“Es una comunidad de aproximadamente 800 habitantes, y hoy está totalmente sola, no hay un solo habitante, todo mundo salió huyendo”, aseguró Gregorio Portillo, alcalde de Zirándaro.

La gran mayoría de estos desplazados por la violencia se dirigieron a Guayameo, la localidad más cercana a San Rafael. Algunos pobladores cuentan que tuvieron que escapar corriendo por brechas y caminaron durante horas por la sierra hasta que llegaron a un lugar seguro.

Ayer, decenas de desplazados volvieron, pero solo por un par de horas y para recoger lo que pudieran y volver a Guayameo, donde duermen en el piso de la plaza principal y comen de las despensas que el gobierno estatal entregó.

“Queremos seguridad, no despensas, no colchonetas, eso no nos ayuda, para dormir en paz puedo dormir en el suelo, pero que duermas a gusto, que estés tranquilo”, reprochó Gerzaín Ríos, comisario de San Rafael, quien está amenazado de muerte por La familia michoacana y cuyo hermano fue una de las víctimas mortales del ataque de la semana pasada, al ser decapitado.

El convoy de unas 30 camionetas con pobladores fue resguardado por el Ejército y la policía estatal, mientras los desplazados sacaban sus pertenecientes, pero al llegar el panorama fue desolador: casas saqueadas y ganado muerto.

Los pobladores y el alcalde claman ayuda del gobierno federal, mientras que el estado anunció la llegada de la Guardia.

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