Ocho meses han transcurrido desde que la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) solicitó al Gobierno de México autorizar visas de trabajo para que al menos 13 de sus agentes ingresen a México.
La tarde del martes 7 de mayo la titular de la agencia antinarcóticos, Anne Milgram, compareció ante el subcomité de justicia del Comité de Gastos de la Cámara de Representantes y denunció que la cooperación con el gobierno mexicano ha sido dispareja e insuficiente en el combate a la drogas, en específico del fentanilo.
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“Estamos esperando esas 13 visas. Creo que una lleva pendiente unos ocho meses. Y lamentablemente todos los que estamos sentados en esta sala sabemos el precio que pagamos como país cuando esperamos tanto tiempo”, puntualizó la titular de la DEA.
A las declaraciones de Anne Milgram se sumaron las del representante republicano de Kentucky, Hal Rogers, quien señaló que el gobierno mexicano ha impuesto obstáculos ante los trabajos de cooperación al cuestionar los avances logrados con las visitas de funcionarios de alto nivel a México para abordar la problemática del tráfico de potente opioide sintético.
Ambas declaraciones figuran como un nuevo episodio de la serie de tensiones que la DEA ha sostenido con la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha señalado en más de una ocasión a la agencia antinarcóticos estadunidense de violar la soberanía nacional.
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No obstante, la presencia de agentes de la DEA en territorio mexicano ha sido durante décadas un ejemplo de la cooperación bilateral que ambos países sostienen para combatir al narcotráfico, un problema que ha dejado miles de víctimas en ambos lados de la frontera.
Si bien la dependencia que encabeza Anne Milgram continúa trabajando para frenar el tráfico de drogas, dicha labor ha cobrado la vida de algunos de sus agentes en territorio mexicano, cuyas historias han trascendido dentro de la misma DEA.
El caso 'Kiki' Camarena
El 5 de marzo 1985 en una zona rural de La Angostura en Michoacán fue localizado el cuerpo de Enrique Camarena, un agente especial de la DEA que había sido secuestrado durante los primeros días de febrero de ese mismo año.
Kiki, como también era conocido el oficial, había pasado más de cuatro años en México infiltrándose en una meticulosa red de corrupción y de tráfico de drogas que en aquella época encabezaban Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero: el Cártel de Guadalajara.
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Fiel a los valores de la agencia antidrogas estadunidense, Kiki Camarena estuvo cerca de desmantelar uno de los negocios lucrativos más importantes para la organización delictiva hasta que su secuestro y asesinato frustraron sus planes y desataron una crisis diplomática entre México y Estados Unidos.
A casi cuatro décadas de su asesinato, el país de las barras y las estrellas continúa demandando la extradición de Rafael Caro Quintero -señalado de torturar y ordenar el homicidio del agente especial- no obstante, los defensores legales del también llamado Narco de Narcos han logrado promover diversos amparos para frenar el proceso.
Si bien por la brutalidad del crimen y el contexto histórico el caso de Enrique Kiki Camarena figura como el golpe más severo que la agencia antinarcóticos estadunidense padeció en México, a lo largo de los años que han desplegado operaciones en el país azteca también han perdido la vida otros agentes cuyos nombres y rostros pocas veces son recordados.
Stafford E. Beckett y Charles Archie Woods
Desde 1973 la DEA adoptó la misión de hacer cumplir las leyes sobre sustancias controladas de Estados Unidos y llevar ante el sistema de de justicia a miembros de las organizaciones implicados en el cultivo, la fabricación o la distribución de narcóticos destinados al tráfico ilícito en territorio estadunidense.
No obstante y como precedente, en 1921 dos agentes estadunidenses que formaban parte del Departamento de Fronteras fueron asesinados en los límites de México y Estados Unidos.
Sus nombres eran Stafford E. Beckett y Charles A. Wood, agentes que fueron designados a investigar y frenar el tráfico de bebidas alcohólicas tras la entrada en vigor de la Ley Seca en Estados Unidos.
En México, el tamaulipeco Juan Nepomuceno Guerra estructuró una red de tráfico de bebidas alcohólicas que tras la derogación de la Ley en Estados Unidos cambió de giro al trasiego de armas y drogas, marcando así las bases del histórico Cártel del Golfo.
Stafford y Charles formaron parte del grupo de agentes asignado a combatir las operaciones ilícitas y, en marzo de 1921, siguieron la pista de un cargamento de 23 cajas de licor que contrabandistas mexicanos planeaban introducir a Estados Unidos.
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James T. Lunn y Ralph N. Shaw
La historia del narcotráfico en México posiciona al estado de Guerrero como uno de los epicentros para el cultivo de amapola, aquella peculiar flor de la cual campesinos extraen goma de opio que posteriormente procesan para producir drogas como la heroína.
Héctareas de este tipo de cultivos han sido destruidas en territorio mexicano y, para lograr ubicarlos, autoridades han contado con la colaboración de la agencia antidrogas estadunidense tal y como sucedió en 1976 cuando los agentes especiales James T. Lunn y Ralph Shaw fueron designados a trabajar con el Gobierno de México para reducir la producción de opio.
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James T. Lunn era un piloto experimentado y realizó múltiples misiones sobre el campo mexicano en busca de sembrdíos de amapola hasta el 14 de mayo de 1976 cuando junto al agente especial Ralph Shaw voló al norte del puerto de Acapulco.
Ambos funcionarios de la DEA no se percataron que habían volado hacia un cañón de baja altura y, pese a su experiencia y esfuerzo, James T. Lunn no logró maniobrar el avión para evitar que se estrellara contra el suelo. El piloto y el agente Ralph Shaw -de 35 y 40 años- murieron instantáneamente.
Susan Hoefler
En mayo de 1973 Susana Hoefler comenzó su carrera administrativa en la agencia antinarcóticos más importante de Estados Unidos. Tan solo un año más tarde, fue trasladada a la oficina Regional de la DEA en la Ciudad de México como empleada temporal.
Sus habilidades como mecanógrafa y empleada de archivos o correos le permitió ascender en 1984 como asistente de oficina en la delegación de la DEA en Guadalajara.
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Fue precisamente en esa época cuando se suscitó el secuestro y asesinato del agente especial Enrique Camarena, por lo que Susana fue la encargada de coordinar el flujo de información entre autoridades estadunidenses y mexicanas.
Un año después del secuestro y asesinato de Kiki, en 1986, Susana Hoefler sufrió un aparatoso accidente automovilístico que le dejó severas lesiones que le provocaron la muerte con tan solo 32 años de edad.
El caso de Víctor Cortez
Con las tensiones aún vigentes entre Estados Unidos y México por el asesinato de Enrique Camarena, en 1986 otro agente especial de la DEA fue secuestrado y torturado en México.
En una situación similar a la de su colega, Víctor Cortez fue plagiado por integrantes de la policía mexicana, según confirmó el entonces fiscal general estadunidense, Edwin Meese.
Una nota informativa de la época realizada por The New York Times señala que fueron policías del estado de Jalisco los que perpetraron el secuestro y tortura del agente especial de la DEA y que, incluso, planeaban asesinarlo.
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Supuestamente, Víctor Cortez había sido sometido a torturas que incluían descargas eléctricas luego de que semanas previas a su secuestro se haya logrado la incautación de alrededor de 2 mil 200 libras de cocaína, lo que supuso una fuerte pérdida para los traficantes de Guadalajara y sus alrededores.
El Gobierno de México argumentó en ese momento que el agente de la DEA no había sido maltratado y que únicamente fue detenido brevemente, sin embargo, la presión de autoridades estadunidenses aumentó y pidieron que se investigara tanto a los funcionarios involucrados en ese caso como la muerte de Susan Hoefler cuya versión siempre se manejó como accidental.
Tras su rescate, Víctor Cortez fue deportado a Estados Unidos, en donde continuó desempeñándose como agente de la DEA hasta su retiro en 2008.
William Ramos
La frontera de México y Estados Unidos fue nuevamente el escenario del asesinato de un agente federal en 1986. William Ramos, quien estaba adscrito a la oficina de distrito de McAllen Texas, fue ultimado a balazos con tan solo 30 años de edad.
Años antes de convertirse en agente de la DEA, William fue agente de la patrulla fronteriza por lo que en su ingreso a la agencia antinarcóticos fue asignado a la Oficina de Reisdentes de McAllen Texas.
En vísperas año nuevo, el agente especial Ramos se hizo pasar por un narcotraficante y acordó reunirse con un reconocido contrabandista identificado como Felipe Molina Uribe para comprar 300 libras de marihuana.
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El encuentro se llevó a cabo en un suburbio al este de McAllen en un vehículo encubierto del agente especial de la DEA, desde donde dio señal a su equipo para cumplimentar el arresto de Molina Uribe.
En lo que el equipo de la detención se acercó al vehículo, William Ramos y el narcotraficante protagonizaron una pelea en la que Molina Uribe terminó disparándole al agente en el pecho, herida que le provocó la muerte.
Las secuelas de Don C. Ware
Diversos agentes de la DEA han arriesgado su vida en el ardúo combate a las drogas que encabezan en distintas partes del mundo. En México, Don C. Ware fue el encargado -junto a su colega Wilfred Stevenson- de llevar a cabo una investigación de una organización de tráfico de heroína en San Río Luis Colorado, Sonora.
Durante la operación, ambos agentes especiales fueron secuestrados por miembros de la organización delictiva, quienes los golpearon en repetidas ocasiones hasta que optaron por transportarlos a un desolado sitio en el desierto.
En el proceso de su escape, tanto Don C. Ware como Wilfred Stevenson fueron agredidos con armas de fuego, situación que les dejó severas complicaciones médicas.
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Don C. Ware permaneció en estado crítico durante meses y fue sometido a múltiples operaciones y un intenso tratamiento médico. Tras su parcial recuperación, el agente continuó activo en la oficina de la DEA en Las Vegas, Nevada hasta su jubilación en 1995.
En 2004, el agente especial se volvió a someter a una cirugía para tratar de mitigar los estragos que el ataque armado que sufrió en México dejó en su cuerpo, no obstante, una serie de complicaciones terminaron por cobrar su vida en el mes de octubre.
En diversas ocasiones, la DEA ha sido señalada de violar la soberanía de México por las sigilosas operaciones que realizan en el país, no obstante y aunque hay agentes que se han vinculado con la misma delincuencia organizada, su colaboración con autoridades mexicanas también ha permitido ganar batallas en el combate contra las drogas, sin importar que la vida se les vaya en ello.
ATJ