Un promedio de 13 armas de fuego diarias, desde fusiles de asalto, pasando por granadas y calibres menores, cayeron en manos del gobierno de la Ciudad de México; nueve de cada 10 recuperadas en el país fueron captadas en la capital. Todas, destruidas por el Ejército.
El total de armas fue de 4 mil 768, de las que 3 mil 609 fueron cortas; 857, largas, y 302 granadas. Además, 934 mil 272 cartuchos y municiones, 8 mil 217 estopines y seis cartuchos de dinamita.
De acuerdo con el informe de la secretaría de Gobierno local, Rosa Icela Rodríguez, “nueve de cada 10 armas recuperadas de manera voluntaria en el país, a través de los programas de desarme, fueron captadas en la capital”.
Del 21 de enero al 18 de diciembre, brigadas del programa “Sí al desarme, sí a la paz” recorrieron mil 841 colonias en las 16 alcaldías, donde se instalaron 57 módulos donde se entregaron armas de 143 marcas diferentes, como Beretta, Colt, Jennings, Luger, Remington y Winchester.
Destaca la recepción de armas de alto calibre de uso exclusivo del Ejército como fusiles AR15, AK47, fusil semiautomático calibre 556, subametralladoras calibre .22, .9 y .45 mm, así como granadas de fusil.
Las alcaldías en las que proliferan más armas, además de Iztapalapa, son Azcapotzalco y Coyoacán. En estas dos últimas han canjeado las denominadas plumas-pistolas. En el caso de Gustavo A. Madero el gobierno ha percibido que también vecinos de municipios mexiquenses limítrofes participan en el intercambio.
La directora de Gobierno, Adriana Contreras, informa que han detectado diferentes tipos de granadas, pistolas de calibre .9 milímetros y AK-47, que no son las más, pero sí un número significativo. El monto entregado a cambio ha sido un poco más de 11 millones de pesos.
En Iztapalapa aumenta el número de destrucción de armas debido a que hay un módulo permanente que recorre atrios de parroquias; en Gustavo A. Madero, mientras tanto, la particularidad es que limita con municipios del Estado de México, de los que procede “un importante número” de armas durante las jornadas de canje.
Las balas perdidas es otro fenómeno que las autoridades tratan de evitar, añade Contreras, sobre todo en las alcaldías periféricas; incluso en Azcapotzalzo, donde habitantes en estado de ebriedad disparan para celebrar las fiestas patronales. Los propios brigadistas en sus recorridos han encontrado cartuchos quemados en algunas calles.
San Gregorio Atlapulco es uno de los barrios de la alcaldía de Xochimilco. Hoy es una jornada más para el canje de armas en el atrio de la parroquia de San Gregorio Magno. Participan representantes del Ejército, un sacerdote y el Gobierno de Ciudad de México, con funcionarios que coordinan el programa: “La actividad se lleva a cabo de manera anónima”, advierte un letrero.
Los niños ofrecen sus “armas” de juguete a cambio de artefactos didácticos. Un revólver calibre .22 es triturado por una máquina operada por un militar. Sobre la mesa de recepción hay hilera de cartuchos de diferentes calibres. Los brigadistas observan la escena. Uno de ellos comenta: “¿Ya ven que hay niños con juguetes agresivos?”
La brigada inicia su labor en un tianguis vecino de la parroquia. Son seis brigadistas. Hombres y mujeres. Invitan a participar en la jornada de canje de armas de fuego por dinero. "Contribuye a hacer de la ciudad un lugar más pacífico", se lee en los impresos que reparten.
El tráfago en este tianguis es vertiginoso. No todos los comerciantes tienen la paciencia de escuchar a los brigadistas; otros, respetuosos, sin dejar de trabajar, escuchan la invitación y cruzan algunas palabras.
Jesús Martínez Carrasco, coordinador de Brigadas por la paz, dependiente de la Dirección de Gobierno, es un hombre con experiencia en esta labor.
"Estamos en una campaña para decirle a la gente: Sí al desarme, sí a la paz", comenta Martínez. "De manera personalizada enviamos el mensaje de que en casa no debe de haber ni armas de fuego, ni tampoco pistolas de juguete, para cambiar la cultura con los niños".
—Empezar desde abajo.
—Sí, cambiarles el chip -responde Martínez-, para tener niños que crezcan con una nueva conciencia y una cultura de que, para evitar accidentes, no debe de haber armas de fuego en casa.
—¿Y qué dice la gente?
—Tenemos dos respuestas: la parte que hace conciencia y que nos dicen: "qué bueno que están manejando esta parte de desarme de la paz", pero la otra parte que nos dice: "¿si yo entrego un arma de fuego, con qué voy a proteger a mi familia, a mi negocio, mi seguridad?
—¿Y ustedes qué dicen?
—"No se preocupe, no lleve su arma, pero lleve a sus hijitos con pistolitas de juguete, para que ellos piensen de otra manera".
—¿Y qué responden?
—"Ah, caray, sí".
Y allá van las Brigadas por la paz. Entremezclándose con la gente.
RLO