Alejo Garza: el valiente ve la muerte solo una vez (cuarta parte)

Historia

Para defender su rancho San José usó sus armas de cazador, una actividad por la que era conocido tanto en México como en Texas; en esta serie periodística se relata la historia del hombre de familia que se volvió héroe en la ‘guerra del narco’.

Un cazador apasionado. (Yvonne Venegas)
Daniel Gallegos, el armero texano. (Yvonne Venegas)
Tamaulipas /

Omar Guevara es director de un hotel de la ciudad de McAllen, Texas, que hace frontera con Reynosa, Tamaulipas, pero durante algún tiempo trabajó como guía y traductor de cazadores texanos que viajaban a México en la temporada oficial de cacería. Uno de los destinos más visitados era el rancho San José, propiedad de Alejo Garza Tamez.

Por eso es que la noticia de la muerte de don Alejo causó un enorme impacto entre la comunidad texana aficionada a esta actividad. Guevara, aunque no era cazador profesional, acompañó en numerosas ocasiones al propietario del San José en el lugar asaltado por un grupo armado en noviembre de 2010.

Durante la refriega, de acuerdo con el raquítico expediente oficial que consulté en la Procuraduría de Justicia de Tamaulipas, don Alejo empleó diversos rifles de cacería que contaban con permiso de la Secretaría de la Defensa Nacional para ser usados para la cacería de ganso y venado que se practicaba una vez al año en la propiedad. 



“Don Alejo —recuerda Guevara— cazaba con respeto. Respetaba las armas y tenía la paciencia para educarnos sobre la importancia de cómo manejar el arma, cómo limpiarla, cómo cuidarla”.

—¿Cuáles eran sus armas preferidas?

—Tenía unas escopetas de las más bonitas. También unas berettas muy hermosas. Una vez me vio que me dolían las patadas que me daba una escopeta después de tanto tirar, por lo que él llegó y me prestó una de las suyas diciendo: “Omar, esta no te va a dar patada”.

Recuerdo que las cuidaba mucho. Tan pronto acabábamos de usarlas, llegando a la casa del rancho San José empezaba a desarmarlas y limpiarlas para que estuvieran listas al día siguiente. Tenía mucho respeto por las armas.

Yo no había hecho cacería hasta que lo conocí y él me enseñó a tirar, a ir apuntando a la paloma para poder tener éxito. Eran ejemplos que quizás un padre te podía haber dado, y yo, sin exagerar, sentía a don Alejo como un padre que tomaba el tiempo de enseñarme a respetar las armas.

—¿Qué tan buena era su puntería para disparar?

—Él decía: “Mira, ahí va una paloma” y luego la tumbaba. Luego volvía a decirte: “Mira, ahí va otra paloma” y no fallaba de nuevo. Era un excelente tirador. Sabía medir la distancia, la bala y cómo ésta iba a llegar. Para mí era algo muy emocionante verlo cazar, contar sus palomas y presumir con orgullo.

—¿Siguen yendo cazadores texanos a México?

—Todo eso se acabó. Ya no existe por toda la incertidumbre que hay en México. Ahora da miedo ir. Yo quisiera que esos días regresaran.

UN CAZADOR APASIONADO

Aquel mundo de cazadores que antes de la llamada guerra del narco en México coexistía entre Texas, Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas. Cazadores de México y EU tenían como uno de sus proveedores oficiales de municiones y armas a Daniel Gallegos, un armero nacido en McAllen, Texas, donde actualmente está su tienda Danny´s Pawn and Sporting Goods a la que los cazadores texanos acudían a comprar municiones antes de cruzar a México con rumbo al rancho San José en la temporada de caza.

Danny —como le dicen a Gallegos— conoció a don Alejo en los setenta. “Desde joven, Alejo era un cazador apasionado. Para mí, ser cazador es solo un pasatiempo adicional, ya que consume mucho de nuestro tiempo, pero sin duda se trata de una buena causa. Yo lo hago para relajarme, aunque otras personas como Alejo lo tomaban de manera diferente y son verdaderos deportistas que quieren salir a la vida salvaje a cazar un animal”.

—¿Qué peculiaridad como cazador tenía don Alejo?

—Alejo era un verdadero caballero, de esos que ya casi no se ven hoy en día. Tenía muchos valores. Era muy respetuoso y cortés. Sin exagerar porque ahora está muerto, podría decirse que era una buena persona en general.

Para él era una pasión estar en contacto con la naturaleza y cazar. Pero hay que aclarar que no solo cazaba, sino que también preparaba un gran banquete después de la cacería para sus amigos o familiares.

—¿Cómo se enteró de la muerte de don Alejo?

—Me enteré a través de algunos amigos que conocían a Alejo. Todos estábamos devastados por lo que le sucedió. No conozco todos los detalles, pero lo que supe es que lo habían matado en su rancho cuando defendía su propiedad.

—¿Qué piensa de la leyenda que se ha formado alrededor de don Alejo?

—Bueno, es una pena que haya tenido que morir como murió, porque no había nadie para ayudarlo, y debido a las circunstancias por las que México estaba pasando en este momento. Básicamente, allá no sabemos quién es quién: ¿quién es la policía?, ¿quiénes son los buenos?, ¿quiénes los malos?

A mí me gustaría ver un cambio en el futuro porque México es un país hermoso. A muchos de aquí de Texas nos encanta viajar a México. La gente es muy amigable, pero con lo que está pasando, con la inseguridad, simplemente es difícil saber lo que sucedió y lo que le puede suceder a cualquiera.

Lo que sí puedo decir es que Alejo era una persona que tenía muchos valores, un hombre de familia y que fue una pena verlo morir de esa manera.

PERSONA NORMAL

—¿Podría relatarnos cómo es la venta de armas en Texas?

—Para comprar armas de fuego o municiones tienes que ser un residente de Texas o ciudadano naturalizado. Si queremos venderle a alguien, ahora tenemos que ingresar la venta a un programa del FBI. El FBI verifica los antecedentes de esa persona y nos dice si podemos venderle el arma o no. Todo esto puede durar de tres a cinco días y luego vendemos, o no, el arma.

—¿El uso de armas genera más violencia o puede ayudar a mejorar la seguridad?

—No creo que produzcan más violencia. Creo que la gente necesita ser más educada en armas de fuego desde pequeños. A mis hijos les he enseñado desde que eran pequeños cómo manejar armas de fuego, cómo trabajar con armas de fuego. Saben cómo usarlas y cuándo no usarlas.

—La mayoría de los crímenes que se cometen en México se realizan con armas compradas en EU que entran de manera ilegal. ¿Qué piensa usted sobe este dato?

—No podemos vender armas de fuego a México. Alejo debió haber tenido estas armas desde años anteriores, creo que gracias a unos permisos que tenía de la Sedena. Pero lo que yo creo es que el gobierno mexicano debería permitir que las personas respetables de su comunidad pudieran defenderse.

Si no lo hacen, como quiera la gente va a hallar la manera de comprarlas. Está claro que si tienes que defender a tu familia, a tu rancho o a tu sustento lo vas a hacer: encontrarás la manera de protegerte. Y eso es en cualquier parte, no solo en México. En EU es igual.

—¿Conoce casos de alguien aquí en Texas que haya dado su vida por defender un rancho?

—No conozco a nadie aquí que haya defendido su propiedad como Alejo, aunque seguro de que hay casos. Lo que más me afectó de la muerte de Alejo es que no hubo nadie allí para ayudarlo. Me da pena que un buen hombre haya muerto de esa forma.

—Si un grupo de hombres armados llega a pedirle su rancho aquí en Texas, ¿qué haría usted?

—Me defendería hasta la muerte, como hizo Alejo. Quiero decir que lo protegería con mi propia vida si fuera necesario. Con armas de fuego o cualquier otro medio que tenga. Eso es lo que haría.

—Aunque supongo que aquí en Texas puedes avisar a las autoridades, si alguien te amenaza…

—Pero si no se presentan a tiempo, probablemente tendría que tomar el problema en mis manos para defender a mi familia y a mi patrimonio. Eso es lo que haría.

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