En enero, cuando fue víctima de un asalto, sintió nervios y mucho miedo. Estar encañonado, agachado en el piso de la combi y no saber qué harían los delincuentes con él le dejó un trauma, al grado que cada vez que tenía que trabajar "temblaba como gelatina", pero con el tiempo no le quedó más que dejar a la suerte que la rata no le hiciera la parada.
Desde hace 20 años, Salvador trabaja como chofer de transporte público. Estar al volante de un vehículo no es tarea fácil, pues además de tener que sacar la cuenta de su patrón debe lidiar con la delincuencia ya que para él, como para otros compañeros, cada vuelta de base a base es de donde sale el dinero para comer, vestir a la familia y cubrir otros gastos.
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En aquel asalto, dos hombres se subieron a la combi que él manejaba en la Ruta 05, que corre de San Cristóbal, Ecatepec, a Metro Toreo, en Naucalpan. En segundos los delincuentes sacaron sus armas y ordenaron a los pasajeros que se bajaran, pues "sólo iban por la camioneta". Salvador, quien por seguridad se reservó su verdadero nombre, recuerda que lo obligaron a que les dijera si la combi tenía algún sistema que alertara a la policía.
“No me pegaron, pero sí sentí hasta cierto punto miedo y estuve mucho tiempo traumado. Preguntaron dónde estaba el localizador GPS de la unidad y pues se los dije por mi seguridad. Cuando lo encontraron siguieron avanzando y llegamos a un punto y me dijeron ‘te vas a bajar, pero no queremos que en ningún momento voltees, te vas a seguir derecho’. Se llevaron mi teléfono y me bajaron en una colonia que no conocía.
“Posteriormente a una persona que estaba hablando por teléfono por ahí le comenté lo que me había pasado y que si me dejaba comunicarme con mi patrón para avisarle. Esta persona me dio 20 pesos para regresarme a casa y ya después, a través de otro localizador que traía la unidad, logramos encontrarla”, platica a MILENIO.
Sin embargo, ocho meses después volvió a ser víctima de la delincuencia, pero esta vez los pasajeros también fueron despojados de sus pertenencias. Salvador circulaba sobre la avenida José López Portillo, a la altura de la parada conocida como La Bandera, en Tultitlán, con dirección a San Cristóbal, Ecatepec.
En la combi había cerca de ocho personas, pero luego de que una de ellas se bajó en este punto, tres hombres como de 16 y 17 años, se subieron y al momento que arrancó la camioneta comenzó el asalto.
“Uno sacó saca una pistola y empezó a gritarnos ‘¡Ya valieron, esto es un asalto!’ Otro se sentó atrás de mí, sacó otra pistola y me encañonó y me dijo ‘Vete despacio sobre este carril’. En un minuto aproximadamente asaltaron a los pasajeros; luego me ordenaron que me detuviera en la siguiente parada y se bajaron y corrieron.
“Les pregunté a los pasajeros si estaban bien y me contestaron que sí, pero que les quitaron todo. Me dijeron algunos ‘sabes qué pues ya no traemos para pagarte’ y pues no había problema porque al final de cuentas nos acababan de asaltar'”.
Choferes, a la merced de la delincuencia
Aunque en esta ocasión no le robaron algo a Salvador, él considera que al asaltar a sus pasajeros es como robarle, pues nadie le paga.
“Es algo que pasa tan rápido que para colmo en esos momentos nunca hay una patrulla cerca; estamos a la merced de la delincuencia. Al principio me daba mucho miedo llegar a la base a las nueve de la noche; me ponía a temblar como gelatina y pues va pasando el tiempo y te tienes que ir aclimatando otra vez”, expresa.
De acuerdo con las cifras más recientes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a julio de este año se registraron 3 mil 767 casos de robo en transporte público.
Juntos, pero no revueltos: el modus operandi
En su experiencia, Salvador describe que en este tipo de delitos, los asaltantes tienen un denominador común. Por ejemplo, dice, que se suben de dos a tres personas y no lo hacen juntos o pueden hacer la misma parada, pero se sientan separados.
“Llegamos a la parada, subimos o bajamos a algunos pasajeros y poco a poco se van acercando a la puerta para que antes de arrancarme se suban o a veces los ladrones se suben desde la base. Nosotros vamos trabajando y no te das cuenta muchas veces de las personas.
“A la fecha soy más cuidadoso en subir a ciertas personas, por ejemplo, si llego a un punto y una persona que no me hizo la parada antes, y a la hora que me voy a arrancar, se quiere subir no lo levanto”, comenta.
Golpiza a la rata de Texcoco, "una satisfacción"
Salvador celebró el actuar de los usuarios que golpearon a un hombre, quien sobre la carretera México-Texcoco intentó asaltar a los pasajeros al fingir estar armado, pero que al ver que en la unidad había únicamente hombres intentó huir y fue retenido y golpeado por los usuarios.
Asimismo refiere que en este tipo de delitos “al chofer es al primero que encañonan y uno no puede hacer nada porque no sabemos si el arma está cargada o no, o si los asaltantes se ponen nerviosos se le puede salir un balazo”.
“Me deja un satisfacción porque cuando a uno lo asaltan está uno impotente por hacer algo y no es posible que yo como chofer me la pase trabajando para que una persona o varias lleguen y me quite todo el fruto de mi trabajo y pienso que estuvo bien”.
Cámaras en la combi, sólo para ver al ratero
La instalación de cámaras de seguridad dentro las unidades del transporte público, estrategia implementada en agosto del 2018 por el gobierno del Estado de México, parece no ser suficiente y se vuelve sólo un medio para hacer viral o delatar a los asaltantes, ya que tras un asalto el tiempo de respuesta es tardío cuando.
Baste recordar que la Secretaría de Movilidad acordó con transportistas del Estado de México un incremento de dos pesos al pasaje, a partir del 1 de enero, por lo que la tarifa mínima pasó de 10 a 12 pesos, esto para continuar el proceso de regularización, renovación de unidades, colocación de cámaras de videovigilancia, botones de pánico y GPS, así como para implementar nuevas medidas a fin de que los usuarios puedan tener un servicio seguro, cómodo y de calidad.
Sin embargo, dice Salvador, “el uso de las cámaras honestamente nada más nos va a servir para ver a los asaltantes porque en sí el asalto dura muy poco, casi en un minuto o menos, logran asaltar y bajarse de la camioneta y entonces no hay un auxilio inmediato, porque aunque actives el botón de pánico en la unidad no hay una patrulla tan cerca como para que llegue a detener a los asaltantes y entonces para lo único que va a servir es para ver los videos, porque aunque se identifique a los asaltantes, mientras no haya denuncia no hay delito”.
“Cuando hay un operativo, inclusive para nosotros, ya las redes sociales nos avisan. ‘Sabes qué, hay un operativo en tal parte’ y por lógica los delincuentes también llegan a saber dónde hay un operativo y entonces no salen. Por ejemplo, si hay un operativo en Villa de las Flores, se van a otras zonas a robar, parece mentira pero sí es cierto”.
Denuncias que no procederán
En alguna otra ocasión, cuando volvió a ser asaltado, Salvador decidió denunciar los hechos ante el Ministerio Público, pero no valió la pena, pues su caso no escaló jurídicamente, ya que pasó gran parte del día en la fiscalía y los ladrones no fueron detenidos.
Acciones como éstas, comenta, hacen que se genere una decepción en el sistema judicial y por ende a veces hacer justicia por sus propias manos cuando se puede, dice, es mejor que esperar a la patrulla a que llegue.
"Para hacer una denuncia por robo a transporte público mucha gente no lo hace, e inclusive nosotros no lo hacemos, porque es una pérdida de tiempo entre comillas. En una ocasión denuncié un asalto que tuve porque los pasajeros quisieron denunciar, estuvimos en el Ministerio Público casi seis horas para poder levantar la denuncia y entonces desde ahí uno dice ‘¿seis horas voy a tardarme para levantar una denuncia y que se vaya al archivo? No tiene caso.
A pesar de los asaltos de los que ha sido víctima Salvador, el coraje y la impotencia cada que ocurre algo así o que ve en redes sociales videos de robos a choferes y pasajeros, su sed de venganza es tanta que sí desea golpear a los delincuentes.
“Te soy honesto, tengo unas ganas de agarrar a golpes a la rata porque es una impotencia la que se siente porque te están encañonando y no poder hacer nada. Y te aseguro que cualquier ratero, le quitan su pistola o su arma, y no te hace nada. Hasta una vez que se las quitan se ponen a llorar y piden clemencia cuando están desarmados”.
irh