La violencia generada por el crimen ha cobrado la vida de 98 niños, niñas y adolescentes en el estado de Guanajuato, esto de acuerdo a la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), quien registró
700 homicidios dolosos de menores de edad, del 1 de enero al 31 de agosto del 2021, de los cuales Guanajuato concentra el 14%, posicionándose en el primer lugar, seguido del Estado de México con 62 casos y Chihuahua con 60.
“Estamos frente a una crisis de violencia generalizada una crisis de violaciones a los Derechos Humanos que por supuesto tiene su impacto en la vida de niñas niños y adolescentes”, refiere Tania Ramírez, Directora Ejecutiva Redim
El hecho más reciente se dio el 15 de noviembre en el municipio de Apaseo el Grande, donde en el en el fraccionamiento San Telmo, sujetos armados dispararon contra cuatro mujeres, un joven y dos niños que se encontraban al interior de una vivienda. Una niña de tres años murió en el lugar, y un bebé de ocho meses resultó lesionado.
Previo a ello, el 13 de septiembre en la colonia “El Coecillo” de la ciudad de León, un pequeño de 6 años se encontraba en la vivienda con su tío de 45 años, cuando abrieron fuego en su contra, provocando que perdiera la vida al instante.
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La violencia no solo se manifiesta en muertes, también en desapariciones, pues del primero de enero al 15 de octubre de 2021, a nivel nacional 3 mil 726 niños, niñas y jóvenes de 0 a 17 años fueron registrados como desaparecidos, de los cuales 2 mil 400 eran mujeres, lo que representa el 64.4%; mientras que mil 326 restantes eran varones, es decir, el 35.6%.
Al mes de diciembre del año en curso, mil 339 siguen desaparecidos, y se teme que la vida se les haya arrebatado o que hayan sido reclutados de manera forzada por el crimen organizado para sus actividades ilícitas. Por ello, desde Redim se ha hecho un llamado a la protección de los menores y a la prevención, para que no caigan en las manos del crimen.
Los principales factores que influyen para que menores sean reclutados, son las condiciones de vida. Por ejemplo, la marginación, pobreza y la falta de educación, así como el que los niños tengan una relación con personas que ya estén en contacto con el crimen organizado, pues esto solo incrementa las posibilidades.
En cuanto a la participación voluntaria, las primeras causas por las que los niños, niñas y jóvenes aceptan involucrarse con el crimen organizado son la búsqueda de oportunidades, así como el reconocimiento, protección y sentido de partencia. Estos son utilizados para realizar tareas como vigilancia, el traslado de sustancias, venta, robo, extorsiones, halconeo o sicariato.
No basta con identificar los factores, también es necesario revisar las políticas públicas que se generan a nivel local y federal para prevenir, atender y sancionar el reclutamiento y la utilización de los niños para estas tareas. Así mismo, hace falta analizar las leyes que los protegen, a fin de que se endurezca la pena para sus reclutadores.
ALOL