El 24 de junio fue secuestrado Jesús Silvestre Ríos, el empresario dueño del helicóptero que fue presuntamente robado del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). A más de tres meses, la investigación no avanza en la Fiscalía General del Estado de Morelos, aseguró su hermano Miguel Ríos.
"En la actualidad no hay ni un presentado, ni una orden de aprehensión, no hay absolutamente nada", dijo en entrevista con Azucena Uresti para Grupo Fórmula sobre el avance del caso del secuestro.
"Al día de hoy, la Fiscalía de la Ciudad de México ha tenido un contacto con nosotros, nos ha dicho 'miren, vamos en este punto'; se han acercado a nosotros; no hay ningún avance, pero nos comentan ellos que ya tienen una línea de investigación y nos aseguran que pronto tendrán resultados", añadió sobre el robo de la aeronave.
Miguel Ríos acusó que, con el argumento que forma parte de la investigación, no permiten que muevan otros helicópteros que están en el hangar en el que se encontraba el Bell 206B3 Jet Ranger presuntamente sustraído, por lo que pidió que si esas aeronaves no tienen una indagatoria, que las dejen mover porque tienen que pagar la renta del espacio.
"Estamos perdiendo la posibilidad de vender esas aeronaves", finalizó.
El capitán Jesús Silvestre Ríos es el dueño del helicóptero robado en el aeropuerto capitalino y también es víctima de secuestro, el cual fue cometido el 24 de junio, fecha desde la que se desconoce su paradero, aunque se pagó un rescate.
El hermano de Jesús, Miguel Ríos, aseguró que el 23 de junio el empresario recibió una llamada de dos de sus empleados, identificados como Leticia Reyes y un hombre de apellido Vallarta.
De acuerdo con Miguel, tras pactar el viaje, Silvestre se dirigió con su copiloto, Rafael Quevedo, al aeropuerto, lugar al que llegaron cerca de las 12:00 horas del 24 de junio; sin embargo, el empresario nunca pudo establecer contacto con sus empleados cuando llegó a Morelos.
Como cada que hacía un viaje de este tipo, la noche del 24 de junio, la esposa de Silvestre esperó su llamada, pero ésta nunca llegó. Fue hasta la mañana siguiente que la mujer entabló comunicación telefónica, aunque de un número distinto. Era su marido, quien le pidió que juntara todo el dinero que pudiera, después le llamarían para darle más instrucciones.
DMZ