Hace 10 años, el jalisciense Luis Felipe Hernández Castillo viajó de su estado natal a la Ciudad de México para pintar consignas en uno de los andenes del Metro Balderas, sin embargo, un policía le reclamó la pinta y en respuesta el oficial fue asesinado de un tiro en la espalda.
Alrededor de las 17:14 horas de ese viernes, el caos comenzó en la estación Balderas de la Línea 3 que corre de Universidad a Indios Verdes, en donde había alrededor de mil usuarios.
El policía Víctor Manuel Miranda se acercó, desarmado y sin chaleco antibalas para detener al sospechoso, quien portaba un revólver calibre 38 especial, pero falló y cayó al piso.
Hernández Castillo había advertido a los usuarios que viajaban en el convoy que la agresión no era contra ellos sino contra el gobierno "por órdenes de Dios".
El agresor obligó a los usuarios del transporte público a que comenzaran a rezar, mientras él lanzaba consignas de que "este era un gobierno de rateros", que "el Estado mexicano tenía muerta de hambre a la gente" y que "les había quitado sus derechos".
Esteban Cervantes Barrera, de 58 años, y de oficio albañil decidió enfrentar al agresor, con quien forcejeó en un intento por desarmarlo. Sin embargo, resbaló en varias ocasiones mientras le disparaban hasta que finalmente una bala le dio en el pecho, lo que le provocó la muerte.
El policía Víctor Manuel Miranda se acercó, desarmado y sin chaleco antibalas al sospechoso, quien portaba un revólver calibre 38 especial. En ese momento, llegó un grupo de la entonces Policía Judicial del Distrito Federal contra quienes disparó en al menos en tres ocasiones.
Hernández Castillo resultó lesionado de un rozón de bala en el hombro derecho y entró al vagón para reabastecer su revólver, del cual ya habían salido al menos seis disparos.
Los policías lograron someterlo, el agresor fue golpeado por varios pasajeros y posteriormente trasladado al hospital Rubén Leñero en calidad de detenido.
El hombre fue dado de alta del hospital y por la noche trasladado a la Agencia 50 del Ministerio Público, donde el entonces procurador, Miguel Ángel Mancera, encabezó el interrogatorio.
Las declaraciones del agresor
El entonces procurador de justicia, Miguel Ángel Mancera, declaró que en el interrogatorio el sujeto refirió que sus acciones de protesta son para alertar sobre el calentamiento global y la hambruna.
¿Quién era el agresor?
Luis Felipe Hernández Carrillo declaró que llegó el 16 de septiembre a la Ciudad de México, procedente de Jalisco y que se hospedaba en un hotel de Observatorio. También comentó que el arma la traía para su defensa personal.
Además dijo que se dedica al campo, es veterinario y tiene un ingreso de 5 mil pesos al mes, cantidad que traía al momento de su detención.
El hombre manifestó que no estaba arrepentido de lo que hizo, pues cuando se le acercó el policía lo consideró un acto de agresión y reveló que ya había realizado otras pintas en la ciudad.
Su discurso, caracterizado por su incoherencia, hace constantes referencias a la Biblia, explicó el procurador; "es una persona confusa", dijo.
El entonces procurador también señaló que el homicida tenía varios discursos, pues a veces se refiere a los gobiernos, en otras al deterioro del planeta, habla de los peligros de la hambruna y cuestiones que pueden afectar a toda la humanidad.
Se erige en un momento como un mensajero, como alguien que tiene que difundir esto a toda la población.
"Dice que la tenía (el arma) para su protección dado que su lugar de residencia es una ranchería y que no es diestro en el manejo de las armas. Lo vimos todos en el video. Lo que refiere es que él, aparte de los cartuchos que percutió, tenía alrededor de ocho o nueves más", expresó.
No obstante, Mancera declaró en su momento que no se había comprobado algún daño en las facultades del homicida.
Hernández Castillo, quien continúa en prisión, fue diagnosticado por la Secretaría de Salud con la enfermedad conocida como “trastorno de ideas delirantes”, un padecimiento mental que se caracteriza por hacer que la persona sea incapaz de comprender y que tenga ideas anormales.
La tragedia llega a la familia del agresor
Este es tan sólo uno de los ejemplos de la violencia vivida dentro del Sistema de Transporte Colectivo Metro, cuyas consecuencias llegaron a la familia del delincuente, pues tras dicha balacera dos de sus allegados fallecieron.
Uno de ellos fue Ambelio Reyes Hernández, de 42 años, primo del pistolero, quien se suicidó al aventarse a las vías de un tren en la comunidad La Fortuna, municipio de Unión de San Antonio, Jalisco, donde vivía.
Mientras que uno de sus tíos, quien estaba en el hospital en Lagos de Moreno, Jalisco, le dio un infarto al enterarse de la noticia por la televisión, de acuerdo con José Manuel Hernández, hermano del homicida.
¿Quiénes eran las víctimas?
Esteban Cervantes Barrera, de 58 años, no dudó en salir del vagón para detener al hombre que disparó en varias ocasiones.
El hombre regresaba a su casa que se ubica en Valle de Chalco, venía del centro comercial Gran Sur, ubicado en Periférico y avenida Aztecas, en donde realizaba labores de soldador y laminero.
Cervantes Barrera también practicó boxeo cuando era más joven, por lo que el presidente de la WBC le entregó un cinturón de oro a su madre.
Los otros tiroteos en el Metro
- Estación La Raza (septiembre de 1995)
Un policía judicial disparó contra siete personas en un vagón en donde asesinó a dos personas y lesionó a otras cinco.
- Estación Ciudad Azteca (abril de 2006)
Una persecución entre hombres que robaban autos y policías terminó en una balacera; no hubo heridos ni personas muertas.
- Estación Balderas (mayo de 2006)
Un policía resultó herido por una bala perdida en una de las salidas de la estación.
- Estación Panteones (febrero de 2007)
Un policía de la extinta Agencia Federal de Investigación (AFI) disparó luego de que dos personas intentaran robarle su celular.
Víctor Manuel Miranda Martínez, el oficial de la Policía Bancaria e Industrial tenía tres meses de haber ingresado a la corporación.
"Ese era su sueño", dijo la madre en el cortejo fúnebre que le realizaron al elemento.
Ese día, el turno de Víctor terminaba por la mañana, pero una de sus compañeras no asistió y le tocó cubrir su turno, por lo que se comunicó con su mujer, a quien dejó con un bebé de un año ocho meses.
Manuel Miranda era albañil; sin embargo, luego entró a la corporación de la PBI y ese día se encontraba en los andenes para separar el área de mujeres.
La sentencia al tirador del Metro Balderas
Luis Felipe Hernández Castillo fue sentenciado a 151 años y ocho meses de prisión y recibió una sanción económica como reparación de daño a las familias de las dos personas que asesinó.
La jueza 56 de lo penal determinó la sentencia en una sala de juzgados del reclusorio Oriente tras una audiencia.
El jalisciense fue notificado de la sentencia a través de la rejilla de prácticas por los delitos de homicidio agravado y tentativa de homicidio.
Además tendrá que pagar tres mil 288 pesos como reparación del daño a las dos personas lesionadas y 40 mil pesos por el mismo concepto a los deudos de las personas fallecidas durante la balacera.
De acuerdo con el Código Penal vigente del Distrito Federal, Hernández Castillo sólo podría llegar a purgar una pena de hasta 70 años en prisión.
Otros casos de violencia en el Metro
El caso de violencia más reciente ocurrido en el Metro se dio en el pasado mes de agosto, cuando un militar en presunto estado de ebriedad empujó en un forcejeo hacia las vías del Metro al jefe de la estación San Cosme, justo cuando estaba a punto de pasar el convoy, causándole la muerte instantánea.
- Te recomendamos Trabajador del Metro muere tras ser empujado por usuario en San Cosme Policía
Así como estos existen otros ejemplos de situaciones trágicas, que han provocado fallecimientos y personas heridas dentro de algunas estaciones del Metro, como lo fue el caso del 2 de abril del 2014, cuando un joven fue empujado a las vías del Metro Copilco por otro muchacho en estado de ebriedad.
Luego de que ambos estudiantes de la Facultad de Derecho de la UNAM tuvieron una discusión, Arit Joseph González Villegas, de 22 años, empujó a su compañero Rodolfo Daniel Ramírez Miranda, de 25 años, quien murió al instante.
Según testigos, el culpable se molestó cuando el fallecido le preguntó “¿Qué me ves ñoño?” y, aunque trató de huir del lugar, autoridades lograron detenerlo. Estudiantes de la mencionada facultad colocaron en estas instalaciones de Ciudad Universitaria un altar para recordar a su compañero.
En la estación de Bellas Artes también se perpetró un asesinato, pero el 4 de marzo del 2014, cuando Jorge Iván Rivas Ríos mató con una arma blanca a un policía auxiliar, por lo que fue sentenciado a 33 años de cárcel.
Otro caso de violencia sucedió en el 2014, en la estación Constitución de 1917, cuando Lorena Asunción Ramírez, de 43 años, quien era encargada de los baños públicos que se encuentran dentro de dichas instalaciones, fue asesinada.
Delincuentes entraron el 25 de noviembre de 2014 a los sanitarios para robar dinero y a la mujer la amarraron de pies y manos, y le pusieron un trapo en la boca; falleció por falta de oxígeno. Su cadáver lo encontró un comerciante.
El 6 de julio del 2011, dos mujeres cayeron a las vías del metro Iztapalapa cuando una empujó a la otra, lo cual se pudo observar en las grabaciones de videovigilancia; debido a que el convoy iba a baja velocidad, sobrevivieron las dos.
Por otra parte, se dio el caso del ex policía mexiquense Ernesto Cruz, quien en la estación La Raza se subió a un convoy el 28 de septiembre de 1995, disparó contra los usuarios, matando a dos personas y dejando heridas a cinco, lo que provocó que fuera llevado al Reclusorio norte.
El 11 de marzo de 2010, Rocío Hernández, de 34 años, se dirigía a su trabajo cuando un hombre la interceptó en las escaleras de la estación Escuadrón 201 y la asesinó de un disparo en la cabeza.
Con información de Notimex, Ignacio Alzaga, Silvia Arellano y Humberto Ríos Navarrete
bgpa