Familia y amigos, pilar fundamental para jóvenes cadetes del Heroico Colegio Militar

En la institución, los días de visitas son llamados “día de subir la moral”.

En el HCM, los jueves son días de visitas. (Diseño: Margarita Salmorán)
Ciudad de México /

Las fiestas patrias han concluido, y con ello los largos entrenamientos y prácticas para el desfile. Las clases han concluido y los cadetes del Heroico Colegio Militar están listos para recibir a sus familias, padres, madres, hermanos, novias y novios; comer una pizza, refrescos o algo de comida casera: es día de visitas, o como ellos le dicen, “día de subir la moral”.

“El jueves es la moral de siempre, no solo cuándo es el desfile… realmente te da ánimo y alegría de cada semana”, explica Montserrat Esquivel Domínguez, cadete segundo año de Artillería.

Cada jueves, su madre la visita en las instalaciones de este plantel ubicado al sur de la ciudad, mismo al que acudió, hace más de tres décadas, le lleva un par de pizzas, hot dogs, nachos con carne, y un panqué de nuez, para que comparta con sus ‘antigüedades’, como se les llama a los compañeros de aula.

“Hace 36 años que yo pasé por aquí, por mi curso básico, justo por estos meses que inicié mi recorrido con un grupo de mujeres valerosas de la escuela militar de enfermería. La que me visitaba era mi hermana, ella vivía en la Ciudad de México, venía a verme en este comedor, en estas instalaciones”, recuerda con orgullo, su madre, la general brigadier María Dolores Domínguez Rocha, hoy Directora de la Unidad de Especialidades Odontológicas.

Montserrat comenzó hace un año y tres meses su formación militar, logró vencer ya las barreras que representan el primer año de todo cadete, con la misión personal de seguir los pasos de su madre, quien hoy se encuentra ubicada como una de las mujeres con más alto rango dentro del Ejército y Fuerza Áerea Mexicanos.

Montserrat y su madre son parte de las Fuerzas Armadas. (Javier Ríos)

La formación del personal de oficiales comienza aquí con el curso básico, en el que estudiantes de procedencia civil adquieren los conocimientos, habilidades, hábitos, aptitudes y actitudes propias de un militar, y la general Dolores lo confirma.

“Claro que es un impacto porque vienes conoces gente diferente, ir a caminar al cerro con botas que en la vida habías usado, y de repente te pueden salir ampollas, pero al paso de los días te vas dando cuenta cómo te vas fortaleciendo física y emocionalmente.
“Los planteles militares tienen una dinámica diferente de cualquier universidad en nuestro país, como estudiantes, como docente, como cadete de un plantel militar te demanda una dinámica diferente porque de pronto tienes que realizar servicios y al otro día estar sentado tomando una clase, o bien realizando tus actividades de educación física y eso te genera una dinámica diferente”, explica.

Su hija Montserrat agrega, “sobre todo porque no estás acostumbrado a nada de esto, entonces todo es totalmente nuevo, llegas sin saber absolutamente nada y eso lo puede hacer algo pesado”.

“Pero cuando le encuentras un amor y pasión al Ejército, sinceramente no lo sientes, no sientes el tiempo y cuando menos cuenta te das, ya pasaste el año”.
La familia y amigos son un pilar fundamental para los cadetes. (Javier Ríos)

Y confirma, en este primer año, la familia y los amigos se convierten en un pilar fundamental.

“Hice conexión con personas muy importantes, para mí tengo cuatro mejores amigos que realmente todos son mi moral, mi gran apoyo aquí adentro.
“A pesar de que somos armas o servicios diferentes eso no quita nada, seguimos siendo militares, cadetes, y personas amigas y estamos para apoyarnos gracias a Dios tengo cuatro grandes amigos, que si en el momento no puedo ver, aún no tengo al otro, y entre los cinco siempre nos estamos apoyando”.

Después del primer año, se les prepara y evalúa, según sus aptitudes y promedio obtenido, se les permite escoger un camino, el de la infantería, caballería, artillería, blindada, zapadores o los servicios de policía militar.

Montserrat es cadete de segundo año de artillería y hoy celebra formar parte de la generación del bicentenario del Heroico Colegio Militar.

“La verdad es que estoy muy agradecida cada vez más feliz, emocionada, y pensar que cada vez falta menos para poder llegar al anhelo, poder llegar algún día ser como mi madre”.

Su madre, la general, celebra que su hija esté cumpliendo un sueño que hace 37 años era prácticamente imposible.

“Yo estoy muy contenta de que ella haya cumplido su sueño de pertenecer al colegio y la confianza que puede ella estarse formando aquí, que tiene todas las herramientas para lograr lo que ella se propuso”, dice a MILENIO.

EHR

  • Amílcar Salazar Méndez

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