¿Qué tienen en común el grupo terrorista Hamás, el gobierno de Israel, los policías municipales de Jalisco y los cárteles mexicanos? Todos están enfrentando sus guerras con armas de alta precisión de origen israelí. Algunos son embestidos por soldados del régimen de Benjamin Netanyahu y otros por sicarios a las órdenes del líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Entre 2006 y 2018,la empresa Israel Weapons Industries vendió 23 mil 772 armas al gobierno mexicano. Entre ellas había rifles de asalto de grado militar que por su letalidad son parte del arsenal de las Fuerzas de Defensa Israelíes, como 16 mil fusiles Galil y rifles Tavor que en Medio Oriente se utilizan contra yihadistas.
Esa única compra, a solamente esa empresa, tuvo un valor de 34 millones de euros, es decir, unos 650 millones de pesos. El objetivo era dotar de armas de alto poder a policías estatales y municipales en la lucha contra el crimen organizado, de acuerdo con la organización internacional a favor de los derechos humanos Global Exchange. Pero sucedió lo contrario.
El crimen organizado robó o recompró las armas a los policías para usarlas contra ellos. Fusiles, metralletas y pistolas cortas con tecnología de alta precisión israelí se han encontrado en los últimos años empuñadas por sicarios, en casas de seguridad y en bodegas principalmente en estados mexicanos donde los cárteles dominan grandes territorios.
“Más allá del uso de esas armas por la policía, muchas de ellas han terminado en manos de los cárteles. Más de 2 mil 600 rifles de asalto fueron entregados en Tamaulipas, Guerrero y Jalisco, estados donde ocurre el 60 por ciento de las incautaciones de armas ilegales en México”, se lee en el estudio Intercambio mortal: cómo la exportación de armas europeas e israelíes están acelerando la violencia en México.
El estudio no aporta una cifra concreta sobre cuántas armas elaboradas en Israel están actualmente en manos de los cárteles, pero sí deja ver que los hallazgos se hacen en las zonas de influencia de los tres cárteles más importantes de México: del Golfo, el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación.
Por ejemplo, contabiliza que de las cerca de 61 mil armas de fuego ilegales recuperadas por el Ejército mexicano entre 2010 y mayo de 2020 —y en las cuales la armería sí fue identificada— 41 correspondían a armas de Israel Weapons Industries: 12 fueron halladas en Michoacán, 6 en Tamaulipas, 3 en Veracruz y 3 en Guerrero, por mencionar algunas.
Además de los fusiles Galil y los rifles Tavor, las armerías israelíes han vendido miles de pistolas Jericho a corporaciones policiacas mexicanas. Los casquillos de estos revólveres ligeros han sido encontrados luego de asaltos a microbuses en la Zona Metropolitana del Valle de México y en asaltos a joyerías de la alcaldía Cuauhtémoc, en la capital del país.
De Israel a Tepito
Las armas israelíes gozan de una reputación propia en la industria armamentista. Son maquinarias diseñadas para hacer el mayor daño posible tanto a combatientes especializados como a civiles vulnerables y se separan del resto en el mundo porque Israel exporta armas desarrolladas por su propia defensa militar basadas en la experiencia de guerras modernas y ya probadas en combates, por ejemplo, contra radicales islamistas.
Son rifles, fusiles, pistolas —también drones y explosivos— cuya elaboración está a cargo de un país que está en situación de guerra casi permanentemente desde 1948 y que desde el 7 de octubre es el protagonista del más reciente conflicto armado internacional tras recibir una serie de ataques sorpresa por el grupo terrorista Hamás, lo que ha dejado cientos de personas asesinadas en ambos lados de la frontera de Gaza.
El mundo parece estar de acuerdo en que sus creaciones son letales, efectivas y temibles. Según la agencia de noticias AFP, las exportaciones de armas israelíes alcanzaron un récord de 12 mil 500 millones de dólares en 2022 respecto a los 7 mil 200 millones ganados en 2019.En México, son las predilectas de las corporaciones policiacas, sólo después de las italianas, estadounidenses y austríacas.
Uno de sus productos estrella —en manos de los cárteles mexicanos— es el fusil Galil, que puede tirar hasta 750 balas por minuto a una velocidad de 815 metros por segundo. El calibre de las balas —7.62 o 5.56 milímetros— es capaz de matar a una persona, incluso con chaleco balístico, hasta a un kilómetro de distancia. Ideales para emboscar o aniquilar a lo lejos.
Es el engendro que resulta de una mezcla entre el AK-47 de origen ruso, el FN FAL belga y el RK-62 finlandés. Las tropas de Israel han usado fusiles Galil en la guerra contra Líbano, contra los combatientes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y los terroristas de Hamás. Y en México lo usa el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) para entrenar a sus reclutas y matar policías.
En julio de 2017, durante un operativo de la fiscalía jalisciense para encontrar a seis personas desaparecidas, agentes encontraron cinco campamentos del CJNG en el municipio de Tala. Las autoridades lograron llegar hasta una zona boscosa y de difícil acceso después de ser tiroteados. Cuando llegaron, por fin, a los centros de entrenamiento vieron con qué arma intentaron matarlos: un Galil de reciente fabricación.
El gobierno de la Ciudad de México quería sorprender a La Unión Tepito, pero la sorpresa cambió muy rápido de bando.
Era el martes 22 de octubre de 2019 y el titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, Omar García Harfuch, tenía bajo su mando a 600 policías que, en conjunto con 147 elementos de la Secretaría de Marina, se alistaron desde la madrugada para dar un golpe secreto al único cártel de origen chilango con un operativo relámpago en las calles Peralvillo, Comonfort, Libertad, Jesús Carranza y Matamoros, de la colonia Morelos.
El objetivo principal era la detención del Lunares, fundador del grupo criminal, pero en su lugar se encontró un narcotúnel, dos laboratorios clandestinos, 2.5 toneladas de marihuana y un arsenal escondido en las vecindades cateadas. Entre los lanzacohetes y granadas, tres armas sorprendieron a los policías: eran rifles israelíes IWI Travor, bien conocidos por los uniformados capitalinos.
En agosto de 2011, la entonces Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal compró 500 fusiles Tavor y Galil de “última generación” para darlos a policías en las zonas más conflictivas de la ciudad. Durante el acto de entrega, al que acudieron representantes de la industria armamentística de Israel, el jefe de la policía Manuel Mondragón y Kalb elogió la capacidad de daño que causan los rifles de alto calibre recién llegados de Israel.
Presumió que eran instrumentos de última generación contra terroristas. Que el Tavor era el rifle de asalto principal de los soldados de élite de Israel. Los proveedores recitaron sus características: por minuto puede tirar 900 balas calibre 5.56 mm que viajan 910 metros por segundo. Letales contra cualquier ser vivo, incluidos animales salvajes.
“La prueba del tiempo ha demostrado que la precisión superior del Tavor, su fiabilidad y la ergonomía mejorada lo distinguen como el arma definitiva del siglo XXI”, presume la empresa IWI en su página web.
Ocho años después de que se pusieron en manos de la policía de la Ciudad de México, el IWI Tavor apareció en las bóvedas de La Unión Tepito. Un viaje de más de 12 mil 400 kilómetros desde las armerías de Israel a las vecindades de la colonia Morelos.
Asaltos en microbuses
No sólo rifles de alto poder y fusiles de combate terrorista de origen israelí están en manos de los cárteles. También hay registros de que armas pequeñas provenientes de Medio Oriente ya están en poder de la delincuencia común.
En el estudio Intercambio mortal, los autores refieren que las fuerzas de seguridad en México adquirieron metralletas semiautomáticas Uzi, fusiles de francotirador Negev y 7 mil 398 pistolas Jericho, que suelen ser ubicadas en asaltos a transporte público, robos a cuentahabientes y atracos a negocios.
Las Jericho son de calibre 9 milímetros, el diámetro de proyectil más común en escenas del crimen de un robo con violencia que terminó en un homicidio. Son livianas —790 gramos sin cargador—, discretas —112 milímetros en longitud de cañón— y confiables por su mira estándar, sistema de recuperación corto y empuñadura ergonómica y ambidiestra.
Desde el 2019, está a la venta para el público en general en la tienda de la Sedena a un costo que ronda los 11 mil pesos, ligeramente más caras que la estadounidense Glock o la italiana Pietro Beretta. Su bajo precio hace que en el mercado negro se pueda rentar por 500 pesos al día con un depósito en garantía de oro, efectivo o hasta una motocicleta.
Las Jericho se han descubierto por sus casquillos disparados en asaltos a microbuses en la Zona Metropolitana del Valle de México, robos en joyerías en la alcaldía Cuauhtémoc y en balas perdidas en Acolman, Edomex.
Para evitar que más armas de origen isrealí y europeas lleguen a manos del crimen organizado y la delincuencia común, organizaciones de derechos humanos como Global Exchange han solicitado que todos los países, pero especialmente quienes exportan armas a grandes escaladas,firmen el Tratado de Intercambio de Armas, un pacto global respaldado por la ONU para vigilar el destino de las armas de fuego.
México suscribió este tratado en junio de 2013 y dos meses después lo ratificó. Israel, por su lado, no lo ha refrendado desde su firma en 2014 por temor a que afecte su pujante industria armamentista.
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