La presencia cotidiana de hombres armados y vehículos sin luces ni placas que escalan por los caminos rurales obliga a los vecinos a aceptar un toque de queda de facto: en la zona de Topilejo, en la Ciudad de México, nadie sale de sus casas después de las 22:00 horas, especialmente las mujeres jóvenes.
Pero a las 14:00 horas de este martes, los balazos que suelen encerrar a los vecinos ahora los sacaron a la calle y hasta con el teléfono en la mano: el crimen organizado que suele esconderse por las noches en la negrura del bosque, asomaba sus armas a plena luz del día y atacaba a la policía de la Ciudad de México.
Era la más reciente expresión del crimen organizado en esta comunidad de la alcaldía Tlalpan, que ha sido abandonada a su suerte desde hace varios años y donde, al menos, cuatro grupos delictivos se pelean varios negocios ilegales.
Foto: Cuartoscuro
Información recabada por el gabinete federal de seguridad entre 2018 y 2020, consultada por MILENIO, apunta a que por sus caminos de tierra y zonas boscosas de difícil acceso se han escondido células delictivas con un gran poder de fuego y de alta peligrosidad ligadas a Los Rojos, Los Guerreros, La Familia Michoacana y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Y desde este martes por la tarde se suma un grupo criminal más, proveniente de Sinaloa, el bastión del Cártel del Pacífico, de acuerdo con información dada a conocer por el jefe de la Policía capitalina, Omar García Harfuch, quien detalló en conferencia de prensa el origen de los presuntos criminales detenidos este 12 de julio.
Estos grupos se disputan los negocios “típicos” del crimen organizado como narcomenudeo, extorsión, secuestro, tráfico de armas y hasta el paso por senderos inaccesibles a vehículos motorizados que llevan a las zonas de tala inmoderada de pinos y encinos.
La accidentada orografía de la zona, la falta de señal para teléfonos celulares y la ventaja que dan las zonas altas a halcones para alertar a sus jefes sobre el paso de militares, gendarmes y policías han hecho de esta zona rural de la Ciudad de México un lugar idóneo para la instalación de casas para mantener personas secuestradas, bodegas de acopio de drogas, armas largas y hasta terrenos baldíos donde sicarios abandonan los cadáveres de sus víctimas.
Apenas en marzo de este año, habitantes de Topilejo, Tlalpan, hallaron los restos de dos jóvenes que fueron identificados como vecinos de Huitzilac, Morelos; ambas localidades llevan años en un violento enfrentamiento por los recursos naturales en el Ajusco.
Los morelenses, furiosos por el asesinato de sus dos jóvenes y la tortura a un sobreviviente del rapto, bloquearon la carretera federal México-Cuernavaca a la altura del kilómetro 73. Los manifestantes acusaron que Los Rojos —una escisión del Cártel de Los Beltrán Leyva—, asentados en Tlalpan, estaban detrás del crimen.
Violencia no es nueva en Topilejo
En Topilejo, hacer una declaración así no es inverosímil. El pueblo lleva años mirando desde la ventana los hallazgos de cadáveres y narcotiendas: hace 12 años, en el 2010, los vecinos vieron a miembros del Ejército mexicano abrir la tierra y hallar dos fosas clandestinas con tres cadáveres. El responsable fue un integrante del Cártel del Pacífico llamado Édgar Jiménez, más recordado por su apodo El Ponchis y por ser un torturador y niño sicario de apenas 14 años.
Foto: Cuartoscuro
Un año después de conocer el horror de El Ponchis y la violencia que también ejercían sus hermanas, conocidas como Las Chabelas, los vecinos de Topilejo aprendieron un nuevo alias: El Chango o Carlos García Vázquez, quien instaló en el sur de Tlalpan a su propio grupo criminal, Los Changos, como una extensión de La Familia Michoacana que operaba con la violencia aprendida en Tierra Caliente.
Las balaceras tampoco son extrañas en la zona. Incluso, si son contra policías, como la que ocurrió hoy 12 de julio, en un ataque que dejó como saldo cuatro uniformados herido de gravedad, 14 detenidos, la liberación de dos víctimas de secuestro, el hallazgo de armas de alto calibre como Barret 50 y el despliegue de más de 150 policías capitalinos protegidos por tres helicópteros artillados de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México.
En enero de 2021, un grupo de personas armadas intentaron frustrar un operativo contra narcomenudistas en Topilejo. La balacera causó heridas en dos personas y llevó a la detención de 19 presuntos responsables. Los propios pobladores contaron a los medios de comunicación que se trasladaron hasta la zona que los líderes de los vendedores de droga se hacen llamar Los Guerreros. Unos aseguraron que el nombre venía del apellido familiar de los narcotraficantes y otros que era por su familiaridad con Los Guerreros Unidos, cártel con fuerte presencia en Morelos y en la frontera con la capital mexicana.
Meses antes, en agosto de 2020, también en Topilejo, fue detenido Héctor Rodolfo, líder del grupo delictivo Los Rodolfos, y asesinado en la víspera de Nochebuena de 2021. En aquel entonces, La Gorda era un objetivo prioritario para el gobierno capitalino por presuntamente encabezar una peligrosa alianza con viejos operadores del extinto Cártel de Tláhuac y que, descobijados tras la muerte de su líder El Ojos, decidieron aliarse con células del Cártel Jalisco Nueva Generación deseosas por entrar a la capital mexicana.
Héctor Rodolfo —y su alianza criminal en las alcaldías rurales de la Ciudad de México— se convirtió en el cerrajero para que presuntos pistoleros que aseguraban estar a las órdenes de de Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, intentaran entrar por el sur de la ciudad y disputar el territorio a La Unión Tepito.
Esa no es la única liga entre el Cártel Jalisco y Topilejo: en marzo de este año, el propio secretario Omar García Harfuch reconoció que tres de sus policías habían sido detenidos por brindar colaborar en la capital mexicana con Eugenio Emanuel Fernando, El Cartuchos, presunto integrante del grupo Nueva Generación y aprehendido en Tlajomulco de Zúñiga, Jalisco.
El Cartuchos, reconoció el jefe de la policía, es señalado por ser el responsable del secuestro y homicidio del empresario Jacobo Razon Avayou, raptado el 25 de noviembre del año pasado y su cuerpo fue hallado en la alcaldía Tlalpan, a unos kilómetros de donde ocurrió el ataque armado de esta tarde.
Las investigaciones posteriores que realizó la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México indicaron que el empresario Jacobo Razon Avayou fue secuestrado, torturado y asesinado en unas cabañas que los criminales usaban como casas de seguridad.
El mismo modus operandi del grupo criminal que esta tarde convirtió a Topilejo en una zona de guerra: la toma de un un inmueble donde escondían a secuestrados en medio de una región que, desde hace años, domina el crimen organizado.
DMZ