Corría el último mes del 2015, cuando las siluetas de dos coronas de flores se vislumbraron en el horizonte de la playa El Camarón, en Mazatlán, navegando a bordo de un kayak y rodeadas de diversos surfistas. ¿La razón? El doble asesinato de los australianos Dean Lucas y Adam Coleman en Sinaloa.
La imagen de los dos extranjeros víctimas de la violencia se colocaron en altares y otros homenajes realizados en las bahías de Tijuana, Sayulita, Puerto Escondido, Cancún, y hasta en algunas de Estados Unidos (EU). Una escena se repitió casi una década después, pero en memoria del estadunidense Carter Rhoad, así como los hermanos australianos Jake y Callum Robinson.
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Al grito de “Yo soy ‘surfo’ y quiero surfear seguro” y con pancartas de “Exigimos playas seguras”, “No más violencia”, “No a las olas de violencia”, decenas de surfistas salieron a las calles de Ensenada a exigir justicia por el triple homicidio de los extranjeros— cuyos cuerpos fueron hallados en un pozo de agua días después de ser reportados como desaparecidos.
Su entusiasmo por seguir dominando las olas llevó a Jake, Callum y Carter a las bahías de Baja California, como Ensenada y Rosarito, en un fin de semana de surf y camping. “Humildes” y “felices”, es el recuerdo que dejaron en las últimas personas que los vieron con vida antes que Debra Robinson, madre de los australianos, pidiera en Facebook información del paradero de sus hijos.
Los acontecimientos llegaron a acaparar los titulares de algunos noticieros en Australia, donde señalaron a los jóvenes como “víctimas de la violencia” y al hecho como “una terrible tragedia”. Adjetivos que algunos portales extranjeros emplearon en 2015 por el crimen contra los australianos Dean y Adam en Navolato, “una de las (regiones) más peligrosas del mundo; casa del Cártel de Sinaloa”, según reportó 9 News Perth.
Surfistas protestan por violencia en Ensenada
El último mensaje
Estoy limpiando la camioneta para subirla al ferry, besos, escribió Adam a su novia, Andrea Gómez, momentos antes de cruzar hacia Los Mochis, Sinaloa, junto a Dean para continuar la travesía que habían iniciado días antes. Aquel fue el último contacto que la joven tuvo con su pareja: el 20 de noviembre del 2015.
Los amigos habían empezado su viaje en Canadá, pasaron por Estados Unidos y finalmente llegaron a Baja California con el objetivo de arribar hasta Guadalajara. Todo ello a bordo de una camioneta Chevrolet Chevy Van color blanco.
Sin embargo, familiares y amigos no supieron más de ellos desde aquel día en el que atravesarían el Golfo de California, mientras que testimonios dieron cuenta de los últimos momentos en los que fueron vistos con vida: una en el puerto de Topolobampo y otra en una tienda de conveniencia en Los Mochis.
Un testimonio aseguró a Andrea que, tras arribar a Los Mochis, Adam y Dean se acercaron a un empleado de una tienda Oxxo para comprar un mapa de la región, ya que pretendían llegar hasta Mazatlán.
La joven de origen mexicano narró para MILENIO que esto lo supo del propio trabajador, quien se contactó ella vía telefónica en la madrugada del 21 de noviembre. Esto luego de ver la publicación de Gómez en Facebook donde suplicó por información del paradero de su novio.
El encuentro de los australianos con el testigo habría ocurrido alrededor de la medianoche de aquel sábado: la charla tomó aproximadamente 20 minutos, por lo que Dean y Adam se alejarían del Oxxo a las 00:20 horas. De ahí no se supo más hasta las 10:00 horas del mismo día, cuando las autoridades de Sinaloa encontraron una camioneta calcinada con placas de Canadá y dos cuerpos en su interior en el municipio de Navolato.
¿Qué pasó con Dean y Adam?
Pasaron más de 20 días desde el hallazgo de la van para que la Procuraduría General de Justicia (PGJ) de Sinaloa diera a conocer que aquellos cadáveres sí podrían corresponder a los de Dean Lucas y Adam Coleman. Esto toda vez que ya se habían puesto a disposición de las autoridades a tres presuntos responsables.
La aprehensión se dio a conocer semanas antes por voz del entonces procurador, Marco Antonio Higuera Gómez, aunando que otros dos posibles culpables estaban prófugos de la justicia. Y pese a que los cinco supuestamente integraban una célula dedicada al narcomenudeo, la hipótesis principal apuntaba a un intento de asalto como móvil del crimen.
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Los capturados fueron identificados como Martín Rogelio, El Ticher; Sergio Simón Benítez o Mario Alberto Barraza Duarte, El Surco, y Julio César “N”, líder de la organización. En tanto los prófugos respondían a Luis Enrique o José Luis Espinoza, El Chufolo o El Chómpiras, y Jesús Uriel, El Cuentillo. Para el día de la aprehensión, la PGJ ya tenía claro la participación de cada uno en el homicidio de Lucas y Adam.
De acuerdo con lo dicho por los “asesinos confesos”— en palabras de la Procuraduría—, la célula habría acordado desde la noche anterior (20 de noviembre) asaltar a las y los automovilistas que transitaran por la carretera costera. Esto al hacerse pasar por corporaciones de policías federales y estatales para implementar operativos apócrifos.
Así, en la madrugada del 21 de noviembre Simón Benítez, El Surco, dio aviso a sus cómplices de la camioneta Chevrolet que conducían Dean y Adam como su siguiente blanco. Una vez visualizada la unidad, Julio César comenzó a seguirlos a bordo de una Jeep Cherokee con luces similares a las de las fuerzas policiacas.
La persecución se extendió por dos kilómetros hasta que la van se orilló. De la Jeep descendió El Chufolo con un arma larga calibre 223 y ordenó a los australianos bajarse de su unidad, pero éstos se resistieron al asalto.
“Ellos (los imputados) describen cómo la persona que traía cabello largo (Coleman) forcejea a golpes con los delincuentes. En ese momento es cuando interviene Julio César (líder de la célula y quien manejaba la Cherokee) y le dispara con una pistola calibre 357 a la cara”, detalló el procurador Higuera Gómez.
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Adam habría sobrevivido al disparo. Sin embargo, los delincuentes lo llevaron junto a Dean Lucas por la carretera hasta el canal lateral 48, ubicado en la sindicatura de Juan Aldama, El Tigre. Y fue en ese lugar donde Julio César y Luis Espinoza, El Chufolo, acordaron ejecutar a los extranjeros, despojarlos de sus pertenencias e incendiar la van.
De esa manera, El Chufolo asesinó a los jóvenes con la misma arma que Julio César usó para herir a Adam en el rostro durante el forcejeo. Los cuerpos de los jóvenes quedaron dentro de la van, a la cual se le retiraron las placas antes de prenderle fuego y retirarse a bordo de la Jeep Cherokee.
México entregó al consulado de Australia los cuerpos plenamente identificados de Adam y Dean para su eventual repatriación en enero del 2016; tras un hecho que pareciera un deja vú ante el reciente asesinato de Jake, Callum y Carter.
Ha ido a surfear una ola más grande. Siempre te extrañaré, escribió la madre Adam vía Facebook, con el mismo dolor con el que Debra Robinson, madre de Jake y Callum, honró la memoria de sus hijos asesinados en mayo del 2024. Es momento de traerlos a casa con sus amigos y familia, así como a las olas del mar de Australia.
ASG