En Coahuayana los explosivos caen desde lo alto del cielo, se esconden bajo la tierra o detonan desde las entrañas de vehículos. El pasado sábado 6 de diciembre, el municipio michoacano se convirtió en escenario de uno de los ataques más mortíferos de ese tipo registrados en el país, luego de que un ‘coche bomba’ estallara a las afueras de las instalaciones de su Policía Comunitaria.
El saldo de dicha agresión fue, además de daños a vehículos e inmuebles en la redonda, de siete personas lesionadas y al menos cinco fallecidas. De acuerdo con datos del investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila, Víctor Sánchez, se trató del ataque con el mayor número de víctimas registrado desde 1994.
Al respecto, la Fiscalía General de la República (FGR) informó que inició una carpeta de investigación por delincuencia organizada, lo que volvió a poner en el ojo público la dinámica criminal que existe en el municipio michoacano, donde los explosivos, ya sea en drones, minas o en vehículos, se han convertido en una herramienta con la que organizaciones delictivas como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) buscan consolidar su hegemonía.
El uso de explosivos en Coahuayana
Alrededor de las 8:30 horas de la mañana del seis de diciembre, una camioneta Dakota color negro proveniente Colima se adentró a las calles de Coahuayana hasta las instalaciones de la Policía Comunitaria. Aproximadamente tres horas con diez minutos después, explotó.
Tal y como informó el fiscal de Michoacán, Carlos Torres Piña, la detonación afectó 300 metros horizontales y 50 metros verticales, dañando a negocios, inmuebles y una docena de vehículos. De las personas fallecidas, dos se encontraban al interior del vehículo, mientras que otras tres -quienes eran integrantes de la Policía Comunitaria- fallecieron mientras recibían atención médica.
La situación motivó la movilización de personal del Gabinete de Seguridad, incluyendo del Agrupamiento Especializado en Artefactos Explosivos y Materiales Peligrosos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) cuyos peritajes esclarecerán el tipo de explosivos utilizados en el vehículo.
Pese a lo aparatoso del incidente, lo cierto es que esta no es la primera vez que artefactos explosivos protagonizan episodios violentos en Coahuayana. A inicios de febrero, personal de la Guardia Civil y de la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa) fueron atacados con drones cargados de explosivos en la localidad conocida como Coahuayana Viejo.
Reportes periodísticos dan cuenta de que detrás de dicho ataque estuvo un comando perteneciente al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), el cual acumula una fuerte influencia en el municipio donde también combate a otros grupos criminales como los Caballeros Templarios y Cárteles Unidos, según pudo constatar MILENIO a través de un mapeo sobre la presencia criminal en Michoacán.
En octubre de 2024, al menos cuatro policías comunitarios de Coahuayana resultaron lesionados luego de que el vehículo en el que viajaban pisara una mina terrestre ubicada en la franja limítrofe que el municipio michoacano comparte con Colima. En dicha ocasión trascendió que la zona se había convertido en un campo de guerra para grupos criminales.
Tan solo días antes de la explosión de la mina terrestre, habitantes de Coahuayana reportaron ataques con drones explosivos así como ráfagas de disparos de armas de alto calibre, según narraron testigos a medios de comunicación locales.
La constante disputa por el municipio no es casualidad. Su posición geográfica limitante con Colima y con el océano Pacífico representa una posición estratégica para las organizaciones delictivas que buscan avanzar posiciones en su dinámica de expansión en Michoacán pero también para controlar corredores clave para el trasiego de drogas y precursores químicos.
Pese a la constante violencia que se registra en la demarcación, Coahuayana también se ha convertido en refugio para decenas de familias desplazadas de municipios aledaños como Chinicuila y Aquila, donde el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) irrumpió a través de enfrentamientos armados, drones explosivos, secuestros, extorsiones y múltiples actividades delictivas, al menos desde mediados de 2024.
Los coche bomba en México
La reciente explosión de un 'coche bomba' en Coahuayana fue equiparable en el número de víctimas a otro caso registrado en 1994 en Guadalajara, el cual fue vinculado al Cártel de los Arellano Félix.
De acuerdo con un recuento de los casos registrados en México realizado por el doctor Víctor Sánchez Valdés, desde la década de los noventa y hasta la actualidad se han reportado 20 ataques con 'coches bomba' en el país siendo los estados de mayor incidencia Tamaulipas y Guanajuato.
El mapeo del también investigador de la Universidad Autónoma de Coahuila refiere que dichas agresiones han sido vinculadas al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) pero también a otros grupos criminales como Los Zetas, Pueblos Unidos y La Línea.
el dato...El ‘coche bomba’ en la refinería de Salamanca
La madrugada del 31 de enero de 2019 en la puerta número 4 de la Refinería de Salamanca en Guanajuato fue colocada una manta en la que el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL) exigió al entonces presidente, Andrés Manuel López Obrador, retirar del estado a las fuerzas federales que fueron desplegadas en el marco de su estrategia de combate contra el huachicol.
Junto al mensaje fue abandonada una camioneta pick up en cuyo interior se localizó un artefacto explosivo cuya explosión se evitó gracias a que de las 20 emulsiones con la que contaba, únicamente seis contaban con su detonante, lo que imposibilitó su capacidad para activarse.
El uso de ‘coches bomba’ por parte de grupos criminales en México ha desatado debate sobre su consideración como acto terrorista, no obstante y más allá de dicha denominación, este tipo de ataques tienen un uso social, significado y trascendencia.
"Los carros bomba son 'ruidosos' por la explosiones provocadas y porque además conllevan advertencias en favor de la causa de un líder o para estar al servicio de un principio abstracto: como el terror mismo", abunda el artículo Mike Davis. Buda’s Wagon. A Brief History of the Car Bomb publicado en la Revista Mexicana de Sociología.
Este tipo de ataques suelen representar un bajo costo económico -respecto al uso de los vehículos y los explosivos utilizados- pero grandes impactos en la cotidianidad de comunidades en donde se pierden vidas y se afectan inmuebles. De este modo, los ‘coches bomba’ se han consolidado como armas poderosas de destrucción cuyo uso se traduce también en una sofisticación del arsenal con el que cuentan grupos criminales en el país.
"La utilización del 'carro bomba', a pesar de sus pequeñas dimensiones, produce daños colaterales como el pánico y la zozobra entre los civiles, además de su desmoralización [...] es altamente anónimo y deja mínimas evidencias de sus responsables", describió en el referido artículo el doctor en sociología, Migue Ángel Vite Pérez.
Tanto los ‘coche bomba’ como el uso de cualquier tipo de explosivos en México no son ruidosos únicamente en forma, sino que también causan estruendo sobre el fondo de su uso, aquel en donde la delincuencia organizada encuentra formas de seguir infundado terror y enviando mensajes en comunidades con el afán de preservar sus intereses.
ATJ