Colombianos arribaron a Michoacán para capacitar a grupos de la delincuencia organizada desde el manejo de dispositivos no tripulados, como en la fabricación de explosivos.
MILENIO platicó con uno de los capacitados sudamericanos. De manera anónima, por cuestiones de seguridad, relató que desde hace dos años han arribado a través de avionetas con los colombianos.
“Empezaron a traer mucha gente, colombianos… Traían mucha gente que se dedicaba a eso, expertos en explosivos. Más o menos, que lo que yo empecé (a ver), son dos años para acá… de lo que yo empecé a ver de las minas, los drones, de dos años para acá, lo empecé yo a ver”, contó.
La idea nació con el objetivo de hacerle frente común al Cártel Jalisco Nueva Generación, que a base de sus vehículos con blindaje artesanal, mejor conocidos como "monstruos", se abrían paso sin poder ser detenidos.
Así fue, agregó, como se formó la alianza Cárteles Unidos, cuya principal cabeza fue Juan José Farías Mendoza, El Abuelo, antiguo autodefensa y cuyo bastión se encuentra en Tepalcatepec.
“Era muy difícil pararlos con un rifle (calibre) .50… entonces, la idea de traer a alguien que le supiera a las minas fue para parar 'monstruos' del Cártel Jalisco”, reconoció.
En esta región de Tierra Caliente desfilaron todos los grupos que mantenían una disputa con el CJNG, e incluso de otras partes del país, teniendo la capacitación de un mes, aproximadamente.
“Sí recuerdo muy bien que duraba hasta un mes la capacitación en el manejo de los explosivos y en el manejo de drones. Ellos preparaban gente de otros grupos y a veces hacían detonar. Por ejemplo, decían: ‘vas a poner una mina y este se va a enseñar a detonarla’”, dijo.
Las prácticas, en medio de la sierra, se llegaban a realizar en animales de ganado, principalmente.
“A veces la detonaban en perros, en ganado para que la gente fuera aprendiendo. Son minas muy fuertes, porque en una ocasión miré cómo detonaron una vaca, ya enferma y no quedó nada, la despedazó. Entonces, así es cómo ellos practican, con animales”, recordó.
Sin embargo, las pugnas internas terminaron por romper la alianza y ahora el uso de drones y explosivos, tanto arrojados vía aérea como las que son enterradas en caminos de terracería, se dirigen contra todos, incluyendo soldados y sociedad civil.
Prueba de tales ataques fueron los que se registraron a finales de febrero, cuando cuatro militares murieron y nueve más resultaron heridos en los límites de Tepalcatepec y Aguililla. Después, en la localidad de La Cruces, en Tumbiscatío, tres jornaleros murieron tras la explosión de una mina enterrada.
En otros poblados como San Fernando, en Apatzingán, la parroquia de la comunidad fue atacada con drones. Así también El Guayabo, donde en su momento llegaron a reportar cuatro explosiones por día, según relataron en una entrevista a MILENIO.
En la tenencia de Felipe Carrillo Puerto, mejor conocida como La Ruana, municipio de Buenavista, un artefacto fue arrojado tras un intento de resurgimiento de los grupos de autodefensa, meses después del asesinato de Hipólito Mora.
La presencia de sicarios colombianos ha sido también detectada por autoridades. Por ejemplo, en octubre de 2023, en Buenavista detuvieron a ocho colombianos indocumentados, a quienes les decomisaron cuatro artefactos explosivos improvisados para usar en drones, una pistola calibre .38 Súper, 16 cargadores y mil 40 cartuchos útiles de diferentes calibres para armas largas. _
Delincuencia. Primero cárteles locales se unieron para enfrentar así a los monstruos del CJNG, luego se dividieron y ahora utilizan esos artefactos para atacarse entre ellos.
MO