Cría a su hija en el reclusorio de Altamira

Melisa fue condenada a 94 años de cárcel, vive actualmente tras las rejas junta a su pequeña Mía Renata, quien tiene poco más de un año de edad.

Melisa y su pequeña de un poco más de una año de edad residen en el Cedes de Altamira (Yazmín Sánchez)
Cristina Gómez
Altamira /

Una condena por 94 años de cárcel recibió Melisa, una joven madre interna del Cedes Altamira, la única que actualmente tiene a un hijo viviendo con ella en prisión.

Ella había cumplido apenas su mayoría de edad, cuando fue detenida por secuestro y asociación delictuosa, acusaciones de las que se declara inocente.

Su hija Mía Renata, una pequeñita de un año cuatro meses, es lo que la sostiene en medio del dolor de saber que entre esas cuatro paredes envejecerá y morirá.

Alberga la esperanza de que se revoque su sentencia y pueda salir de prisión para hacer una vida normal junto a sus hijas; tiene otra de cuatro años que está siendo cuidada por su abuela materna.

La menor solo podrá estar ahí hasta cumplir tres años de edad. El solo imaginarlo le invade de dolor a la joven madre.

“Se me hace bastante duro porque ya no la voy a tener aquí.

El padre de Mía Renata también está en prisión, purgando una condena por homicidio calificado de la cual le restan 25 años. Actualmente tiene 37 años de edad.

Melisa se ayuda vendiendo manualidades que ella misma elabora, le gusta tejer, bordar y también hace comidas.

Antes de su detención, estudiaba la preparatoria abierta, quería ser ingeniera agrónoma.

Comenta que recibe mucho apoyo de la dirección del Cedes, para que pueda criar a su hija en ese lugar.

De su sentencia dice, “me sentí mal, porque es una cosa que ni hiciste”.

¿Eres inocente?

“Sí, de hecho cuando me agarraron estaba trabajando”.

¿Cómo te involucraron?

“Pues no sé, nada más llegaron los policías y dijeron venimos por ti, yo estaba trabajando en una tienda de abarrotes”.

¿Quién te acusa?

“De hecho no hay acusación, no hay quien señale ni nada”.

Su detención fue junto con varias personas más, que dice no conocer ni haber estado involucrada en situaciones ilícitas.

Ahora solo le queda esperar la apelación de su sentencia; asegura que ha presentado pruebas de su inocencia.

“Me siento mal porque ahora era para que estuviera con mis hijas allá afuera"... Es en ese momento cuando asoman las lágrimas.

¿Y si se confirma la sentencia? 

“Solo queda esperar”.

¿Qué le pides a Dios?

“Que me permita estar al lado de mi familia”.

¿Qué les dirías a otras mujeres como tú?

“Que no pierdan la fe”.



ELGH 

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