La tarde de este miércoles, familiares de Katia, la pequeña de cinco años que falleció a causa de una bala perdida en la cabeza, en el municipio de Chalco, le dieron el último adiós. El contingente realizó un recorrido de aproximadamente 40 minutos desde su vivienda ubicada en la colonia Tres Marías hasta el cementerio de San Sebastián, al oriente del Estado de México.
Con porras, globos y flores blancas, la familia acompañada de compañeros de la escuela de la menor caminó por calles de la colonia hasta incorporarse a la avenida Cuauhtémoc para detenerse unos minutos en “La Óptica”, lugar donde Katia le pidió un helado a su mamá y se desató la balacera.
“Mi niña quería un helado, ella quería un helado y ahí quedó”, gritó su abuela al detenerse en el paraje donde Katia sufrió la herida.
El féretro color blanco fue cargado solo por las mujeres más cercanas a la menor.
“Te queremos Katia, te queremos”, se escuchaba por las calles donde pasaba el cortejo funebre al que se sumaron comerciantes, transportistas y vecinos para apoyar a la familia.
Exigen justicia y buscan demandar al hospital
Familiares de Katia exigieron justicia para que la muerte de la menor no quede impune y pidieron a las autoridades mejorar los servicios de emergencia y en hospitales, ya que calificaron la falta de atención como negligencia.
Aseguraron que, se perdieron horas vitales para salvar la vida de Katia, pues después de recibir el impacto de bala en la cabeza no llegó ninguna ambulancia y fue necesario trasladarla en una unidad de mototaxi.
“Primero ni una ambulancia y después en el hospital no la atendieron rápido, la canalizaron y una desgraciada pediatra nos dijo que nos pasáramos a despedir de la niña porque ya nada más le quedaban dos horas y ya después reaccionamos, ella no tiene el limite de donde llegamos a vivir ese fue el pésimo servicio que nos dio el hospital”, aseguró su madre.
Debido al trato, la familia no descarta demandar al hospital,
“Si queremos demandarlos, es un pésimo servicio la verdad, yo gritaba de desesperación y nadie me hacía caso”. mencionó su madre.
Los restos de Katia, quien recibió la bala perdida en la cabeza el pasado viernes, descansan en el panteón de San Sebastián, una comunidad cercana donde ella vivía con su familia.