Después de casi 14 años, Silvia Becerril sigue investigando el secuestro y desaparición de su hija, ha encontrado múltiples indicios, pero las autoridades no ayudan. Los recuerdos son una pesadilla cuando habla de su hija desaparecida, Nancy Jaqueline Moreno. Ella es una de las mil 197 personas desaparecidas en la Ciudad de México.
Mientras, en tan solo 70 días de 2020, oficialmente desaparecieron 2 mil 429 personas. Lo que significa 34.7 personas que se vuelven ilocalizables cada día en México.
Al 23 de noviembre de 2020, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas (RNPDNO), la capital del país ocupaba el quinto lugar en desapariciones. Después de Jalisco, Guanajuato, Sonora y Tamaulipas.
Desde septiembre del año pasado, se detectó un ascenso en desapariciones en la capital del país causado por la trata de personas y secuestro, de acuerdo con Alejandro Encinas, el subsecretario de Derechos Humanos de Gobernación.
Entre los casos más recientes de desaparición con desenlace en una ejecución se encuentra el del estudiante Eliub Caleb Rincón Franco y su hermano, Levy Gamaliel. El primero cursaba la carrera de Ingeniería en Sistemas Electrónicos Industriales en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Ambos estaban desaparecidos desde el 5 de diciembre. De Xochimilco habían salido a Coyoacán a una supuesta cita de trabajo. Ya no regresaron pues dos días después fueron encontrados muertos.
Otro caso que involucra a municipios aledaños a la Ciudad de México: Los Reyes La Paz y Chalco fue el de la profesora del IPN, Sandra Ibeth Ochoa García de 42 años de edad, quien había desaparecido el 8 de diciembre y por la noche fue encontrada muerta.
El 14 de enero de 2007, Nancy Jaqueline desapareció. Entre lo poco que se sabe del suceso, se conoce que se había quedado de ver con un conocido a las 7 de la mañana en las inmediaciones del Metro Acatitla de la Línea A del Metro.
Cuando ella salió de su casa en la colonia Esperanza en Nezahualcóyotl, tenía 28 años de edad y una carrera de abogada que desempeñaba en el Décimo Sexto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito en San Ángel en la Ciudad de México.
Llevaba consigo una tarjeta bancaria con 10 mil pesos. Cantidad que, se sabe por investigaciones de sus familiares, fue sustraída en dos retiros: uno, 5 minutos antes de la medianoche de ese 7 de enero y el segundo al día siguiente.
Antes de concluir sus estudios, Nancy trabajó durante 5 años en el Metro, donde conoció a Gerardo Alberto Ventura Medina quien era operador de un tren. Ese era el amigo con quien se había citado.
Éste, actualmente se encuentra preso en el Reclusorio Norte, donde fue sentenciado a 53 años de prisión por el secuestro agravado de Nancy.
Sin embargo, de Nancy no se sabe nada y el mismo joven ha declarado que “no está desaparecida”, según cuenta su madre.
Nancy, había salido de su casa porque supuestamente asesoraría a Gerardo en la compra de una casa. Días antes, ella le había platicado que tenía 260 mil pesos en el banco y que iba a comprar un coche. El día de su desaparición, Nancy no llevaba consigo esa tarjeta.
Dos hermanos de Gerardo, están prófugos: Jonathan y Alejandro Ventura Medina, quienes también se ubican como sospechosos de esa desaparición, al igual que Eduardo León Sandoval y Jeanine Pedraza Velázquez, según se asienta en la averiguación previa PER/III/235/2007.
La historia de Silvia Becerril, madre de Nancy es la misma de todos los familiares de desaparecidos: ella y su familia, comenzaron la búsqueda de su hija. Pues las autoridades encargadas, simplemente no movieron nada.
La madre comienza a buscar en las cosas de su hija y es donde localiza el nombre de Gerardo.
Después de ese enero de 2007 “ya no vuelvo a saber de mi hija. Le hacen un llamado a mi hijo y le dicen ‘tu hermana esta bien’ y cuelgan. Nosotros empezamos a movernos, mi hija tiene un amigo que trabajaba en teléfonos”.
Este amigo les ayuda a rastrear el celular de Nancy y lo ubican en la colonia Providencia por el rumbo de Ciudad Azteca en Ecatepec. Es como sale el nombre de Gerardo. La sábana con ese seguimiento es entregada a la entonces Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF).
Conocidos de la familia les ayudaron a contratar a unos investigadores y gracias a ello dan con la ubicación de Gerardo. “Le hacen preguntas y negó saber algo de Nancy, pero después dijo ‘le di un aventón y la dejé en Pantitlán’”. Después la evidencia demostró que mentía.
Cuando lo detuvieron le encontraron un teléfono y alega que Nancy se lo había regalado a raíz de “un aventón que él le dio del Metro Guelatao a Pantitlán”.
La familia continúa con su propia investigación y de inmediato van al banco, donde Nancy guardaba su dinero. Ahí reciben ayuda y ubican la sucursal de donde fue retirado el dinero y se les proporciona el video de esa noche “ahí aparece él, exactamente cuando retira el dinero de mi hija”.
Afuera permanecía una motocicleta en la que llegó Gerardo. La misma que ellos piden sea integrada en la carpeta de investigación. De todo ello iban dando parte a las autoridades.
“La investigación de la familia duró de tres o cuatro meses para mover todo lo que logramos”, dice la madre.
Durante cuatro años se les vio pegando la foto y señas de su hija en calles, postes, Metro, Metrobús y en lugares públicos o bien, repartiendo volantes, además de colocar espectaculares en varios puntos de la Ciudad y el Estado de México.
“Ahorita estamos atados de manos” y es que los recursos que les daban por estar en el Registro Nacional de Víctimas (RENAVI), simplemente ya no fluyen. El dinero servía, además, para pagar hoteles, alimentos y pasajes de los buscadores de desaparecidos.
Como otros Fondos desaparecidos en el país, este va en extinción. O ya se extinguió y ya no hay registro alguno de víctimas. Ya no hay dinero para las búsquedas.
Es la búsqueda e investigación de la familia. En la Ciudad de México, igual que en Guerrero o Veracruz o Tamaulipas o en el país entero, las familias han salido con pico y pala a buscar a sus familiares que según la última cifra oficial del pasado 9 de diciembre ya suman 79 mil 600 los desaparecidos en todo el país.
En la Ciudad de México han salido familias en busca de sus desaparecidos por lo menos dos veces a partir de agosto pasado. La primera al Ajusco y la segunda al Parque Nacional La Armella, ubicado en la Sierra de Guadalupe en la Gustavo A Madero.
“La policía no hace nada. Pudieron hacer mucho y no trabajaron estos 14 años. Dos veces a la semana voy a ver cómo va la averiguación. Al inicio me peleaba con el Ministerio Público y ellos me dicen, ‘señora llevo 100 investigaciones para un Ministerio Público’.
“Las autoridades no han investigado nada, las investigaciones han sido por nosotros, por nosotros, por la familia”, afirma la mamá de Nancy. Una vez detenido Gerardo, dice que no sabe nada de Nancy, pese a las imágenes obtenidas en el banco, de que cargaba su celular y de que se le demostró que tenía la tarjeta del banco y el NIP.
“La averiguación sigue adelante, hasta que no se encuentre a Nancy muerta o viva es cuando se cierra”, señala la madre.
Por la lucha de esta madre que ha sido acompañada por la Plataforma de Víctimas de Desaparición Forzada en México, ella sabe que en materia de investigación de desaparecidos “no hay gente capacitada, les falta mucho; les falta sensibilidad en el trato de los que sufrimos estas desapariciones”.
Cuando la madre de Nancy investigaba sola, poco le hacían caso las autoridades “cuando me metí a la organización nos reciben las autoridades con más prontitud”.
Esta Plataforma es una organización que surge a raíz del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia.
El número de desaparecidos en México avanza. Tan solo el pasado 7 de octubre el subsecretario Encinas, había afirmado que el total histórico de personas desaparecidas y no localizadas desde 2006 era de 77 mil 171, al corte del 30 de septiembre.
Sin embargo, ahora el 9 de diciembre, reveló durante el acto de disculpas públicas por las desapariciones forzadas de Christian Téllez Padilla en 2010; Jesús Israel Moreno Pérez en 2011 y Víctor Manuel Guajardo en en 2013, que la cifra había crecido a 79 mil 600 personas desaparecidas. Su fuente es la Comisión Nacional de Búsqueda.
Es decir en tan solo 70 días, esa cifra creció en 2 mil 429 desaparecidos y desaparecidas. Lo que significa 34.7 desaparecidos por día en México.
Las cifras de las autoridades revelan que en 2019 se registraron más desapariciones con 8 mil 345 y las entidades con el mayor número son: Jalisco, Guanajuato, Tamaulipas, Ciudad de México, Nuevo León, Sinaloa, Michoacán, Veracruz, Guerrero y Chihuahua.
Otras desapariciones en la Ciudad de México son las de tres jóvenes, trabajadores de la tienda Sanborns en Lindavista: Ángel Gerardo Ramírez Chaufón de 20 años y con un poco más de cinco meses de trabajo en esa tienda; Jesús Armando Reyes Escobar y Leonel Báez Martínez.
Según cámaras de videos a las que tuvieron acceso los mismos familiares, desaparecieron en una calle sin vigilancia. Se los tragó la oscuridad.
Lourdes, hermana de Leonel, cuenta. Se rasga la memoria y sufre al recordar ese 29 de noviembre de 2019 cuando dice que su hermano iba acompañado de Jesús.
En entrevista se queja y acusa. “No tenemos avances, prácticamente seguimos en la misma desde que se inició la carpeta de investigación. No hay nada, no hay pistas, no hay investigación, no hay indicios, no tenemos nada prácticamente. Estamos en las mismas de cuando comenzamos hace un año”.
Las familias de los tres jóvenes han salido a las calles a buscarlos, a pegar fotos, a repartir volantes. Todo ello y más acompañados del Colectivo Hasta Encontrarles Ciudad de México. Nunca de sus autoridades.
Algo de lo hecho por la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México fue el ofrecimiento de una recompensa de 500 mil pesos a quien diera datos de ellos. Pero un año después, nada.
Lourdes hace el recuento de lo sucedido ese día a su hermano. “Iba en compañía de su amigo y compañero, Jesús, habían salido de trabajar de la sucursal de Sanborns de Parque Lindavista”.
Ambos, como otros jóvenes, se dirigían a apoyar el trabajo en otro almacén de la misma cadena donde se llevó a cabo el concurso Distintivo H.
Así que alrededor de las 15: 30 de la tarde, ambos salieron de la tienda donde laboran.
De la segunda tienda salen, junto con otros compañeros aproximadamente a las 21: 30 de la noche. Fue cuando “ya no supimos de ellos”. Por el video de la cámara del C-5 de Río Bamba y Montevideo vieron como se despiden ambos de otros cinco o seis de sus compañeros.
En la imagen se ve a Leonel y su amigo Jesús que empiezan a caminar con dirección a Insurgentes “de ahí ya no se supo de ellos”. Las imágenes de dicha cámara “son de una calidad muy baja; el punto por donde pasaron es un punto ciego no se alcanzan a ver. Desaparecieron allí”.
Fue cuando la familia acudió a una pizzería. Aquí revisaron una cámara a la que se les dio permiso “es la que nos da el dato: sí llegaron a esa esquina, se despidieron y de ahí se separaron del grupo ellos dos juntos”.
Sobre la calle de Coquimbo está otra cámara del C5 pero ésta no los capta, no revela nada, cuando esa debió haber sido su ruta.
Leonel se dirigía recoger su motocicleta a la sucursal donde trabajaba.
En la zona donde desaparecen, corre el Metrobús, además de que es una avenida muy concurrida “y nadie se dio cuenta de nada, nada”.
Los celulares de Leonel y Jesús, reportan su última llamada, entre las 21: 45 y 21: 50, después “prácticamente murieron los teléfonos ya no dieron ninguna señal”.
La zona donde desaparecieron estos jóvenes, tiene lo suyo. En el año de 2015 y 2016, cerca de la estación del Metro 18 de Marzo hubo otras desapariciones. En la zona existen antros de mala muerte. Así los califica la gente. Uno de ellos es una cervecería, denominada La 22.
Como en otros sitios ahí había venta de droga, cosa que todos lo saben, menos las autoridades. Los familiares de los tres jóvenes desaparecidos pidieron en su momento hacer alguna diligencia en ese lugar. Hace días, casi al cumplirse un año de su desaparición se hizo, pero no encontraron pista alguna.
Previo a su desaparición, Leonel acababa de cumplir 35 años. Tenía entre más de cuatro años de trabajar en esa tienda. En tanto que Jesús permanecía soltero. “Ambos eran apegados a sus familias al igual que Ángel. Son chicos que se dedicaban a trabajar y ver por sus familias y nada más”.
En entrevista aparte, Rubí, hermana de Jesús, amante del gimnasio y adepto a una religión que adora a Jehová, suelta la misma queja “las investigaciones no van avanzando mucho, como empezamos es como seguimos. Seguimos así parados aun sin avanzar”.
Su peregrinar a solas por la ciudad las pinta, como en todo México “la búsqueda es por parte de nosotros los familiares, salimos a buscar, a pegar volantes por toda la ciudad: hospitales, Semefo, delegaciones”.
Pero nada, “no hay pistas, nada, nada que nos diga en concreto qué fue lo qué pasó, dónde sucedió el hecho. No se ha encontrado nada. La policía tampoco ha encontrado, no hay pistas”.
Refiere que junto con integrantes del grupo conocido como Marabunta realizaron hace tres meses una búsqueda en el Ajusco.
Iztapalapa, la alcaldía de CdMx con más desapariciones
Según el Reporte del Registro Interno del Área de Análisis de Contexto y Procesamiento de Información de la Comisión de Búsqueda de Personas en la Ciudad de México al que MILENIO tuvo acceso, la alcaldía con el mayor número de desapariciones “hasta el momento es Iztapalapa con 160 casos”.
Esta misma Comisión ha descrito el camino para arribar a un registro manejable sobre casos de desaparecidos y desaparecidas.
El punto de partida en materia de desapariciones fue la información que tiene el Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (CENAPI) de enero de 2006 y mayo de 2018, que fue la misma que dio nacimiento al RNPED. Sin embargo el CENAPI, “es un punto de partida para situar la dinámica de desapariciones en la Ciudad de México respecto a la dinámica nacional”.
Con todo ello y otras fuentes, como Locatel y la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, la Comisión de Búsqueda de Personas en la Ciudad de México, camina en la ruta para construir el Registro Local de Personas Desaparecidas de la Ciudad de México.
En ese camino han encontrado “falta de actualización de diferentes registros por parte de las autoridades que los administran”.
Lo llamaron para un servicio de taquiza y desde ese día está desaparecido
José Alberto Herrera Brindis, recibió una llamada días antes del 27 de mayo de 2014. El hombre que le habló por teléfono requería una taquiza para una supuesta fiesta que tendría en un predio por el Ajusco. Dedicado a ese negocio desde años atrás, Alberto le pidió conocer el lugar al que llega acompañado de su novia y un amigo.
Así lo hacen siempre para conocer la ubicación y saber dónde colocarán sus cosas.
“Era un terreno baldío por allá arriba del Ajusco a la altura de la carretera libre a Cuernavaca por la Casa Tlalpan y todo normal, le enseñaron el terreno. De regreso mi hermano, contó como si fuera un presentimiento “se me hace raro este es un terreno”.
Sin embargo le habían dicho que al siguiente día estaría aplanado.
Su hermana Nancy Ponce cuenta cómo sucedió esa salida. “El 27 de mayo sale al evento como a las 3 de la tarde, sale con su camioneta y dos trabajadores, lleva todo servicio, la carne, el puesto, todo”.
Pero “hasta donde vimos por las cámara que checamos de ese día se ve que llega ahí, más adentro, donde se supone que entraron por una cerrada empedrado y después ya no hay cámara”. En esa calle empedrada se perdieron.
“Entra a la calle y se pierde ya no supimos: ya los estaban esperando ahí”.
El caso de los jóvenes desaparecidos de Sanborns
Sucede algo similar con el caso los jóvenes desaparecidos de Sanborns. Entraron por una calle donde ya no había cámaras.
“A los ocho meses encontramos la camioneta donde él iba y ya había sido manipulada, obvio todas las pruebas y huellas se perdieron. Ya no había evidencias, tenía forzadas las puertas”.
Ni José Alberto, ni los dos trabajadores, José Daniel y José Marcos, aparecieron. Y aquí aparece la misma queja contra las autoridades “no avanzó el caso. Desde un inicio las diligencias que se tenían que hacer no se hicieron bien en su momento, las evidencias se perdieron con el tiempo”.
Igual, la poca investigación que se tiene fue hecha por los familiares “ya sabemos de investigaciones, por dónde ir, sabemos que hay cámaras que borran videos”. La lección es que deben ser revisados cuanto antes.
Reconoce que la única cámara revisada fue a iniciativa de las autoridades de investigación “faltaban más cámaras para ver el seguimiento, pero ya no lo hicieron”.
Al paso de los días y años se dieron cuenta que toda la investigación debe ser inmediata, como la revisión de las cámaras, el rastreo de las llamadas del celular, “no somos expertos, pero a lo largo del tiempo ya nos volvimos expertos”.
La hermana, informa que al día de hoy existe una persona detenida en el reclusorio por secuestro “similar al del nosotros. Ese chico conocía a nuestro hermano, le encontraron pocas evidencias no muchas”.
Pese a la similitud y a la falta de investigación, accede “no hay como comprobarlo bien que fue él”. No obstante que ese preso era conocido de José Alberto.
“El robo no fue por la camioneta pues ahí se quedó. Deducimos que el chico del reclusorio, participó en otros secuestros similares, él vendía y lo detuvieron cuando traía un carro de otro secuestro”.
La familia logró la colaboración de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) “tenemos audios gracias a ellos”.
A partir de enlaces a números telefónicos encontraron “conversaciones del que sacó a mi hermano para el evento. Hace llamadas con otros, desgraciadamente esa localización de llamadas no se hizo con tiempo”.
Ahí se escuchaba que al presunto secuestrador, el que había engañado a su hermano con un servicio de tacos, “que lo iban a matar, que lo estaba buscando su banda. Y sí, lo encontró antes que los judiciales y lo ejecutaron el cuerpo se encontró al mes”.
Fue tirado en un lote baldío “por allá arriba rumbo al Ajusco. Él había participado en el secuestro de mi hermano era el hombre clave fue el que lo sacó y ejecutó, él estuvo llamado hay audios”.
En realidad su hermano había sido engañado con el señuelo de la taquiza para secuestrarlo “sí se dio dinero, no el monto que pedían, pero aun así con lo que se dio no lo entregaron”.
Confiesa “ya llegamos al tope, donde ya no hay diligencias que hacer, como víctimas seguimos con tropiezos de las investigaciones. La familia hizo las investigaciones, algo tan fácil: cuando se encontró la camioneta dio parte a un policía de calle”, quien dio parte a sus superiores, pero no había grúa, ni peritos, ni gente para que ir por la camioneta, “obvio las pruebas se perdieron”.
Pidieron auxilio de otras instancias y al lugar llegó personal de Secuestros de la Fiscalía Local “la revisarán, pero toda evidencia se perdió. Así como esa diligencia tan fácil así se nos complicaron varias”.
A casi siete años de esas desapariciones, los familiares de los desaparecidos saben que las autoridades siguen “dos casos similares al de nosotros, hay algunas líneas de investigación similares, pero tampoco se avanzó, trabajaron mal, están estancadas esas investigaciones”.
La queja y las comparaciones salen de su boca, simplemente porque esa es la realidad.
“La gente de la Fiscalía no quiere trabajar, no quiere sacar un caso, sí, sacan un caso relevante si fue un diputado o alguien importante y el de nosotros, gente cualquiera lo dejan. Nosotros estamos muertos en vida, una parte de nosotros se fue y no sabemos si está vivo o muerto, eso te acaba la vida, la vida no es la misma”.
El caso sigue abierto pero sin resultados, como otros miles de casos. Ahí está la averiguación previa FAS/T1/00581/14-05 D01.
"Se llevan a los desaparecidos y cuando no les sirven los matan"
En la Gustavo A Madero los vecinos no quieren problemas con los delincuentes, pero saben que hay lugares, que hay bodegas, “allá en el campo”, donde llevan a diario camionetas con jóvenes e incluso menores de edad. “Son los que empaquetan la droga”. Los llevan y los traen. De repente aparecen muertos.
“Ahí se llevan a los desaparecidos y cuando no les sirven, los matan”, dice un hombre que prefiere el anonimato. “Es tarea de las autoridades investigar, ellos lo saben bien”, cierra la conversación telefónica.
En diciembre, el Colectivo Impunidemia que agrupa a más de cien organizaciones civiles, dirigió una carta al Senado.
“Desde la sociedad civil llevamos muchos años tratando de transformar nuestro sistema e instituciones de Justicia, así como impulsando a las Comisiones de Búsqueda para que den resultados y encontrar a las más de 79,600 personas desaparecidas en nuestro país”.
Le reclaman a la fracción parlamentaria de Morena, quienes “trabajaron con nosotros la actual Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República y ahora, sin ninguna explicación, la quieren abrogar. ¿Qué es lo que les está motivando? Porque claramente no es la justicia, ni la verdad en este país”.
Y le recuerdan algo que repiten los familiares de desaparecidos. “No se han dado cuenta de que la Fiscalía General no sabe investigar, pero además que sus servidores públicos tampoco tienen idea de lo que se requiere para ello”.
Les recuerdan a los senadores que la propia Comisión Nacional de Búsqueda “ha denunciado que no hay colaboración con las fiscalías para la búsqueda en vida y entre restos y, a pesar de ello, ustedes quieren contribuir a que ahora tengan un pretexto legal para esto”.
Es decir, según estas organizaciones una Iniciativa de Morena pretende “sacar a la Fiscalía del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas y quitarle toda obligación de colaborar en la búsqueda”.
En tanto las víctimas esperan afuera. En el portal de la organización Hasta Encontrarles Ciudad de México hay decenas de nombres de desaparecidas y desaparecidos: Sandra Iveth Ochoa García; Viviana Elizabeth Garrido Ibarra y Margarito de Jesús Meza.
Además de Braulio Bacilio Caballero, Karla Elena Ramírez Murrieta, Mariela Vanessa Díaz, Tania Karina Dominguez Morales, Sandra Lucia Castellanos en Coyoacán… Y la lista no acaba…
ledz