• ‘El Ojos’: el capo que desató el primer narcobloqueo en la Ciudad de México

  • Reportaje
  • El Cártel de Tláhuac nace frente a la mirada ciega de las autoridades. Dominó el oriente de la CdMx, así como los municipios circundantes que pertenecían a La Mano con Ojos.
Ciudad de México /

¡No pasarán!”, corea una multitud entre el humo y el hollín en la Ciudad de México. Detrás de ellos, un camión arde sobre la Avenida Tláhuac a la altura de la calle Luis Delgado y otro más es una antorcha en la esquina con Juan de Dios Peza. Es 20 de julio de 2017 y los capitalinos siguen atónitos las noticias.

El reloj marca las 12:30 horas. El crimen organizado –que niega entonces el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Manceracopia las tácticas de los cárteles del norte del país y cierra esa vialidad de 18 kilómetros en la zona oriente con vehículos robados y empapados con gasolina. Atrás y enfrente de la turba hay dos grupos antagónicos haciendo historia: la Secretaría de Marina despliega un operativo inédito en territorio chilango y el Cártel de Tláhuac emprende el primer “narcobloqueo” de la ciudad para impedir su paso.

En un hecho inédito, el crimen organizado local de la CdMx replicó la táctica de cárteles del norte del país en Tláhuac | Cuartoscuro

Todo sucede en minutos. Como si se ejecutara una coreografía, los vecinos que rodean a las estaciones Nopalera y Zapotitlán del Metro salen de sus casas para tomar las calles en cuanto se les avisa –por teléfono y mensajes de texto– que la Armada está en su barrio con unidades blindadas y tanquetas artilladas.

De pronto, un nuevo camión ardiente aparece en la avenida Canal de Chalco con Calle 24. Y otro más en la intersección con Arco Zapotitlán. Ya son cuatro hogueras que resguardan un polígono de nueve calles para impedir que las autoridades salgan de la calle Simón Álvarez, en la colonia Conchita Zapotitlán, y se lleven arrestado al máximo capo de las drogas del oriente, Felipe de Jesús Pérez Luna, a quien todos conocen como El Ojos.

No lo saben, pero su revuelta es inútil. El cuerpo del líder criminal se está enfriando. Hace hora y media fue abatido por los marinos, sólo que nadie se atreve a decirlo en voz alta. Si la muchedumbre se entera, Dios sabe cuánto más arderá el oriente de la ciudad.


El origen del Cártel de Tláhuac está en el Cártel de los Beltrán Leyva

Arturo Beltrán Leyva, jefe de uno de los principales carteles de la droga de México, fue asesinado el 16 de diciembre de 2009 | Agencia AFP

En la historia de los cárteles de las drogas, hay tres rupturas que han cambiado a México. La más vieja es el quiebre al interior del Cártel de Guadalajara tras el arresto de Miguel Ángel Félix Gallardo; la segunda, la traición de El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada a los hermanos Beltrán Leyva. Y la más reciente, la disputa entre Los Chapitos y La Mayiza. La segunda es la que ha provocado el brote de más y nuevos brazos armados.

En enero de 2008, Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, es detenido en su casa en Culiacán; su hermano Arturo asegura que el arresto fue una traición de Guzmán, su socio, quien habría dado información confidencial al Ejército mexicano en represalia porque supuestamente le robaron la ruta narcótica del Pacífico hasta Chicago.

Arturo, El Barbas, hace una alianza con la siguiente tropa más poderosa del país, Los Zetas, y jura venganza. Ojo por ojo, familiar por familiar. Cuatro meses más tarde, el hijo del Chapo, Édgar, es acribillado a los 22 años en circunstancias extrañas también en Culiacán. La guerra entre ambos se vuelve irreversible, frontal y sanguinaria.

Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, fue elegido por Arturo Beltrán Leyva como el encargado de arrebatarle a 'El Chapo' su principal corredor de tráfico de drogas (Especial)

El Barbas elige como su mano derecha a un texano crecido en la cuna de Los Zetas, Tamaulipas: Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, a quien le asigna la misión de conquistar el Pacífico Sur, desde Michoacán hasta la frontera con Centroamérica, para apoderarse del flujo de drogas que recorre las costas mexicanas y cortar el suministro que va hasta Sinaloa. Además, debe tomar por asalto tres entidades vitales para cualquier capo con sueños de dominio nacional: Morelos, Estado de México y la Ciudad de México.

El ambicioso sueño se va muy pronto al carajo. En diciembre de 2009, El Barbas es abatido por la Secretaría de Marina en su casa en Cuernavaca, Morelos, y La Barbie cae en un operativo federal en agosto de 2010 en su cabaña en Lerma, Estado de México.

El Cártel de los Beltrán Leyva agoniza y sus liderazgos buscan vida propia fuera de ese cuerpo desahuciado. Uno de ellos decide usar su experiencia como asesino en masa y parir a su propia empresa criminal en territorio mexiquense. Según declaró tras su detención, su nueva organización debía tener un nombre distinto que no pusiera por delante la ubicación geográfica, que inspirara miedo, que sugiriera que todos están a su alcance y todo lo ve. Así nace, en septiembre de 2010, durante la guerra contra el narco, el grupo La Mano con Ojos, de cuyos cuencos saldrá el Cártel de Tláhuac.

García Montoya fue la primera cabeza del cártel

Una tétrica escena en las inmediaciones de 'La Marquesa' presagió el nacimiento de un grupo criminal local | Cuartoscuro

Un grupo de policías estatales llega hasta las inmediaciones del Parque Nacional La Marquesa, en el Estado de México, por una llamada anónima que les pide agruparse, armarse y asomarse a un barranco cerca del paraje San Isidro Tehualtepec. Ahí, avisa el informante desconocido, encontrarán algo que les estremecerá.

Así que los uniformados viajan al anochecer y cerca de las 18:30 horas del 12 de septiembre de 2008 dan con un hallazgo de horror: 24 cadáveres apilados, algunos decapitados, otros atados de pies y manos con huellas de tortura. Todos eran hombres, jóvenes y con el tiro de gracia en la sien.

Las investigaciones apuntan a un autor intelectual con un alias extraño. Le llaman El Compayito por el personaje televisivo del comediante Édson Zúñiga –un puño cerrado con ojos postizos y el dedo pulgar como boca– pero Óscar Osvaldo García Montoya, su nombre verdadero, es todo menos un tipo ligero y divertido.

Óscar Osvaldo García Montoya era originario de Sinaloa y buscó asentar actividades criminales en el centro de México | Especial

Las autoridades del Estado de México aprenden que tiene el currículum de un tipo espeso y oscuro como la sangre: siendo muy joven se enrola en Guasave, Sinaloa, en la Secretaría de Marina, donde integra un grupo de élite entrenado por kaibiles para matar sin remordimientos y con las técnicas más atroces como el lento desmembramiento. Y cuando aprende a torturar por largas horas desgarrando músculos y rompiendo huesos de sus enemigos, deserta de las Fuerzas Armadas para unirse a la policía de Sinaloa seguro de que en esa corporación estatal es más fácil crecer como un criminal con placa.

Ahí conoce a los hermanos Beltrán Leyva y luego a Édgar Valdéz La Barbie, quien frente a la ruptura con El Chapo lo convierte en su operador. Su primera tarea pone a prueba sus conocimientos de contrainsurgencia: debe frenar el crecimiento de Los Caballeros Templarios en el Estado de México.

García Montoya toma en serio su papel y cuando uno de sus vigilantes le cuenta que ha visto a varios hombres reunidos en una casa en la zona rural de Huixquilucan, y le asegura que se trata de subalternos del líder de los Templarios con órdenes de invadir sus territorios, demuestra que es un implacable guardián.

Sicarios disfrazados de agentes de la AFI estuvieron detrás del multihomicidio ordenado por 'El Compayito' | Cuartoscuro

De inmediato, ‘El Compayito’ ordena que sus sicarios se vistan de falsos agentes de la ahora extinta Agencia Federal de Investigación y vayan por ellos hasta la paupérrima colonia El Olivo. Y allá van con camionetas, machetes y rifles. Tiran la puerta y sorprenden al grupo mientras duermen: no son sicarios, sino albañiles de comunidades empobrecidas en Veracruz y Puebla; uno tiene apenas 14 años.

Sin embargo, la confusión no los salva: ya han visto su rostro, confesaría después. Ser inocentes no los salva de su crueldad y usa a los obreros como conejillos de indias para que sus sicarios aprendan a torturar y luego los abandonan en La Marquesa. Lo ocurrido agrada a La Barbie y lo nombra su representante en el estado.

Pero cuando éste es arrestado, García Montoya debe pelear a muerte para mantenerse en esa posición contra compañeros, como El Indio y El JJ; este último famoso por disparar en la cabeza a Salvador Cabañas, futbolista paraguayo e ídolo del Club América.

Enrique Peña Nieto, entonces gobernador del Estado de México, ordenó una cacería para detener a Óscar Osvaldo García Montoya | Especial

Inspirado en su propio alias, García Montoya nombra a su organización La Mano con Ojos y ordena a sus matones que se expandan por los municipios que rodean a la capital, como Huixquilucan, Naucalpan, Atizapán, Tultitlán, Cuautitlán, Chalco y más. Todo lo tuercen, todo lo vigilan. Su crecimiento tiene un costo altísimo: asesina a más de 300 personas y ordena la ejecución de otras 300, según su expediente criminal.

Su ambición se topa con la de otro hombre: Enrique Peña Nieto, el gobernador mexiquense que en aquellos años también tenía sueños de grandeza. La violencia homicida del Compayito afecta sus anhelos presidenciales y el político ordena que el procurador Alfredo Castillo Cervantes acelere su arresto, el 12 de agosto de 2011.

Éste ocurre justo a tiempo para evitar baches en el camino del PRI en su regreso a Los Pinos, pero ya es muy tarde para la Zona Metropolitana del Estado de México. Antes de caer, el líder de La Mano con Ojos deja un reemplazo para que termine su obra. Alguien tan cercano que se hace llamar El Ojos.

Con sobornos controla a funcionarios de Tláhuac

Felipe de Jesús Pérez Luna fue sucesor de 'El Compayito'.

Felipe de Jesús Pérez Luna tiene su fecha de nacimiento establecida en 1969. Su patio de juego son los barrios periféricos de la entonces delegación Tláhuac que rozan con la pobreza extrema de Chalco, Estado de México. Allá no llegan las promesas de modernidad del Milagro Mexicano. Sus habitantes se apretujan en casuchas que levantan sobre cerros, minas y callejones de lodo. Deben sobrevivir como sea. Y Pérez Luna tiene el aprendizaje de su familia –pioneros en la venta de drogas de la zona–, según su ficha elaborada en la vieja Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México.

Desde niño era un criminal en espera. Esos hijos del barrio que en los tutelares de menores llamaban “incorregibles” por nacer con un destino torcido. Su crecimiento de adolescente a adulto tiene una cronología que puede escribirse así: prófugo de la escuela, hábil para robar coches, labioso para asaltar, bragado para vender droga y carismático para reunir a otros como él y convencerlos de seguirlo por el camino del crimen.

Entre 2000 y 2002, Pérez Luna se da cuenta de que las calles en Tláhuac son tan malas que afectan su negocio. El principal obstáculo de sus clientes para pagar una dosis no es la falta de dinero, sino el acceso a los puntos de venta. Así que tiene una idea que cambiará su vida: si sus clientes no pueden ir por marihuana y cocaína, éstas irán a sus clientes.

'El Ojos' encontró la forma de hacerle llegar la droga a su clientela en Tláhuac | Octavio Hoyos

El ahora treintañero construye su propia estructura criminal reclutando a los bicitaxistas del barrio, la forma de transporte más común en la zona. A cada uno lo carga con dosis que están inventariadas y que venden en sus recorridos. Al final del día, los choferes entregan el saldo del día, las dosis no vendidas y reciben una comisión. La pobreza ayuda: en cuestión de meses, sobran vendedores y falta mercancía.

Para estar a la altura de la demanda, Felipe de Jesús busca proveedores de drogas cerca de su bastión y se topa con el Compayito, el capo mexiquense. Ambos socios crecen en dinero y poder, pero cuando el líder de la Mano con Ojos es arrestado, el de la Ciudad de México aprovecha la oportunidad para despuntar por sí mismo.

El Cártel de Tláhuac nace frente a la mirada ciega de las autoridades capitalinas, acostumbradas a ignorar al oriente de la Ciudad de México. Por tres años –ya transformado en El Ojos–, acumula influencia en todos los ámbitos de la vida cotidiana de la región. Con sobornos a funcionarios locales controla el transporte público, locales de mercados, permisos para giros negros, la venta en la vía pública frente a estaciones del Metro y cuadrantes de la policía.

Con el dinero de la venta de drogas y extorsión construye, como suele pasar, una faceta de falso benefactor que paga uniformes de equipos de futbol infantil, fiestas patronales y recetas médicas de enfermos. A cambio, pide lealtad absoluta y que el barrio lo respalde ante cualquier intromisión del gobierno.

Hasta 2014 su nombre y alias se escuchan fuera de Tláhuac. A los oídos de la policía de la Ciudad de México llega el rumor de que, en la marginalidad, hay un capo que es la continuidad de La Mano con Ojos y se escurre también por Milpa Alta, Xochimilco, Iztapalapa y Tlalpan. Que mata, que tortura. Y otra vez, que pone en riesgo la carrera política del gobernante local, Mancera, quien también sueña con ser presidente y le quiere tender una trampa.

Esta vez la cacería viene acompañada de mano dura. La Secretaría de Marina se alista para entrar en acción.

Así cayó ‘El Ojos’, en el corazón de la alcaldía Tláhuac

Elementos de la Marina se desplegaron en Tláhuac durante la cacería | Cuartoscuro / Saúl López

Es la mañana del 20 de julio de 2017. Tres unidades militares más 80 agentes de inteligencia de la Marina se dirigen a la calle Simón Álvarez, en la colonia Conchita Zapotitlán. Horas antes, previo al amanecer, a través de las cámaras de videovigilancia de la capital, las autoridades ven al Ojos salir de un taxi junto con sus escoltas y entrar a la casa marcada con el número 47.

Los marinos avanzan con cautela. Es la culminación de siete meses de investigación. Aunque se trata de un operativo en la Ciudad de México, van armados como si entraran a Kabul, Afganistán. Y tal vez se parezca: apenas se acercan a la casa de portón gris, los uniformados son tiroteados desde las azoteas y ventanas en los primeros pisos. Los marinos responden a esos fogonazos.

La balacera dura apenas cinco minutos. De pronto, nadie desde la casa 47 –un falso despacho de abogados– dispara a la calle. Los marinos rodean la vivienda y entran, pero El Ojos no está ahí. Hasta que se asoman a una camioneta Caravan verde estacionada en la cochera, ven al volante al capo acribillado con 12 tiros en el cuerpo. En su intento por escapar abriendo el portón con su vehículo fue abatido junto con otro hombre.

Doce tiros acabaron con la vida de 'El Ojos' | Cuartoscuro

Los marinos inspeccionan la casa. Encuentran tres cuerpos al fondo, dos bajo una mesa y dos más en un primer piso. Están rodeados de droga, fusiles AR-15, rifles AK-47, armas cortas, papelería y ropa sucia. También recogen unos 110 casquillos. Mientras aseguran la casa ignoran que una turba se organiza contra ellos a partir de un mensaje de WhatsApp que se viraliza entre los bicitaxistas: “El patrón cayó, no dejen que se lo lleven”.

Los marinos se dan cuenta de que la multitud quiere arrebatarles al jefe criminal. Creen que está vivo y esposado, así que tapan la Caravan verde con el cadáver adentro y buscan cómo sacarlo de ahí. Las crónicas escritas después cuentan que los uniformados usaron una ambulancia o un vehículo sin rotular para extraerlo y llevarlo en secreto al Servicio Médico Forense para la comprobación de su identidad.

La base social del Cártel de Tláhuac toma las calles. Incendian, escupen, reclaman. “¡El señor no es delincuente, da trabajo!”, grita una mujer. “¡Suéltenlo, es pueblo!”, sigue alguien más. La policía de la Ciudad de México se aproxima con un pelotón de mil 300 agentes antidisturbios que ayudan a sofocar el fuego y asfixiar la revuelta.

La base social que 'El Ojos' asentó en Tláhuac lo respaldó incluso después de ser abatido | Saúl López / Cuartoscuro

Los inconformes no traen armas, así que son sometidos con facilidad. Tras 36 horas de ocupación y 16 arrestos después, la calma vuelve a Tláhuac, donde los vecinos ya enterados de su muerte preparan su funeral con honores.

Sus exequias duran dos días. Cientos desbordan la casa de su madre en la colonia Nopalera y se reúnen en la vía pública para dar su pésame. Otros cientos celebran que, sin él, Tláhuac puede regresar a los tiempos en que los asesinatos eran excepcionales y las desapariciones forzadas no existían.

Decenas de personas acudieron al funeral de El Ojos | Cuartoscuro

Su muerte provoca que sus hijos, hijas, pareja y aliados ocupen fugazmente su liderazgo. Ninguno durará mucho: son detenidos rápidamente y abatidos. Hoy las autoridades reconocen que algunos integrantes aún controlan el narcomenudeo en algunas calles, pero ya no tienen la fuerza para integrar la categoría cártel.

Los restos de El Ojos se encuentran dentro del panteón San Lorenzo Tezonco, cuya entrada está sobre la avenida Tláhuac, el escenario del primer narcobloqueo en la Ciudad de México. En el barrio cuentan que con el entierro de Felipe de Jesús Pérez Luna también se cerraron para siempre los ojos del Cártel de Tláhuac.

GSC/ATJ

  • Óscar Balderas
  • Oscar Balderas es reportero en seguridad pública y crimen organizado. Escribe de cárteles, drogas, prisiones y justicia. Coapeño de nacimiento, pero benitojuarense por adopción.

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