En la trinchera de la lucha contra las drogas sintéticas, que han cobrado miles de vidas en ambos lados de la línea internacional, la naloxona, un antídoto vital, se encuentra atrapada en un limbo burocrático, dejando a organizaciones civiles y primeros respondientes con las manos atadas ante la creciente ola de sobredosis.
Y mientras en Estados Unidos la naloxona se distribuye ampliamente y se considera una herramienta esencial para atender a consumidores, en México es clasificada como sustancia psicotrópica, lo que ha limitado drásticamente su acceso.
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Hada madrina de la naloxona
Tara Stamos, es fundadora de Harm Reduction San Diego, le han llamado el ‘hada madrina de la naloxona’, porque ha distribuido decenas de miles de kits en ambos lados de la frontera, convirtiéndose en una figura clave en la lucha contra las sobredosis.
Su experiencia personal le ha otorgado una empatía única; "Solía utilizar drogas hace tiempo, muy caótica, mi vida se vio impactada. Como mujer fue muy difícil acceder a servicios de salud sin un estigma o sin ser juzgada". De ahí que dedique su vida a combatir el estigma asociado al consumo y a proporcionar herramientas para salvar vidas.
“Tan solo el año pasado distribuimos 100 mil kits más que cualquier otra organización en Estados Unidos. y cuenta con máquinas expendedoras del otro lado de la frontera que distribuyen naloxona y pruebas de fentanilo gratis”, explica a MILENIO.
—¿De dónde viene?—
“Hay diferentes empresas en Estados Unidos, distintas farmacéuticas que producen naloxona con diferentes marcas, pero hay competencia, por costo… Hay programas para adquirir naloxona. Tenemos naloxona que podemos llevar afuera a las comunidades, recibimos donaciones alrededor del país, tenemos gente que la compra por su propia cuenta y nos la dona, tenemos representantes de la industria que realizan donaciones, una amplia red de donadores”.
Sin embargo, existe un problema “La naloxona por su parecido estructural está clasificado como si fuera una sustancia psicotrópica”, explica Silvia Cruz Martín del Campo Farmacología en el Cinvestav.
“No lo es, sí se parece mucho en su forma a la morfina, a la heroína, a la oxicodona, y a todas las sustancias de las cuales escuchamos hablar, pero no tiene capacidad de activar al sitio receptor”, añade.
Sin embargo, esta barrera legal ha dejado a organizaciones en una situación precaria desde 2019, por la llegada del fentanilo y el aumento por sobredosis, explica Lourdes Angulo, directora de Verter AC.
"Viene de organizaciones, activistas de Estados Unidos, de Canadá, nosotros tenemos que cruzarla o a veces ellas mismas la cruzan", afirma Angulo, para luego distribuirlas a la misma población o a organizaciones como la Cruz Roja.
Y no se diga los primeros respondientes como paramédicos y policías. Incluso, las fuerzas de seguridad en el vecino Calexico, ya en California, todos portan en sus equipos de trabajo en sus fornituras, en sus botiquines, dotaciones de naloxona, según relata Ricardo Ruelas, paramédico policía municipal de Mexicali.
Desde el gobierno de Baja California ya existe el compromiso para la adquisición de naloxona. Adrián Medina Amarillas, secretario de salud de BC, reconoció que el problema real está en campo, en el sitio donde las personas están falleciendo, por lo que ya estarían “buscando el mecanismo para tener de manera legal la cantidad suficiente de naloxona nasal para utilizarla en BC”.
Pero mientras eso pasa, en las calles de Baja California, el fentanilo cobra vidas, y la sobredosis debe esperar a que llegue un hada madrina.
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