Desde hoy, el ex director de Pemex, Emilio Lozoya dormirá en la Prisión Provincial de Málaga, mejor conocida como Alhaurín de la Torre. Una pequeña cárcel de presos comunes y que en varias ocasiones los sindicatos policiales han denunciado su sobrepoblación.
Pese a ser inaugurada en 1991, la prisión está bastante deteriorada, desde sus celdas hasta sus instalaciones, según denuncias presentadas por familiares de los presos.
La población reclusa asciende a los mil 200 internos. El centro está especializado en presos preventivos y destacó el año pasado por ser unas de las cárceles españolas con el mayor número de fallecidos por “muerte natural”.
“Es un centro que presenta un déficit anacrónico y estructural, además de recursos humanos que afecta a todas las áreas: vigilancia, oficinas, tratamiento, y es de destacar la falta de personal médico”, de acuerdo a los sindicatos de policías y la Unión General de Trabajadores (UGT).
La cárcel de Alhaurín de la Torre no tiene nada que ver, por ejemplo, con las madrileñas como Soto del Real o Alcalá Meco, ni en instalaciones ni en tamaño.
Las madrileñas, sobre todo la de Soto del Real, es considerada la cárcel de los “ricos”. Cuenta con canchas de tenis, pádel, biblioteca y grandes zonas de uso común. Todo lo contrario a la de Alhaurín.
En Soto actualmente están encarcelados políticos y empresarios de renombre, entre ellos, Rodrigo Rato, ex vicepresidente de Gobierno y ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Emilio Lozoya, como preso, tiene derecho a solicitar su traslado a cualquier cárcel, como ya lo hizo en su momento el ex director de Altos Hornos de México (AHMSA), Alonso Ancira, quien pidió pasar de una prisión de las Islas Baleares a una de Madrid.
bgpa