En la Montaña arman a mujeres y niños contra el ‘narco’

Reportaje | Rincón de Chautla, Guerrero

Policías comunitarios aseguran que su única intención es trabajar en el campo, por lo que advierten que ya no están dispuestos a soportar el asedio de grupos como ‘Los Ardillos’ y ‘Los Rojos’.

Menores en pleno entrenamiento usando palos como armas. (Jorge Carballo)
Selene Flores y Rogelio Agustín Esteban
Chilpancingo /

La mujer se protege del sol con una cachucha, el vestido verde destaca bajo un mandil rosa. A medio cuerpo sostiene un rifle de bajo calibre, mientras vigila al grupo de niños que se alista para continuar con su formación de policías comunitarios.

Aunque han recibido al menos tres visitas de funcionarios del gobierno del estado, además de reunirse con el presidente de la Comisión de Derechos Humanos de Guerrero, Ramón Navarrete Magdaleno, los jefes de familia de Rincón de Chautla sostienen que no van a dejar de entrenar a sus mujeres y niños para defenderse.

Sobre esta comunidad, habitada por indígenas nahuas, pesa la amenaza de que serán atacados por integrantes de Los Ardillos, a los que relacionan directamente con otro grupo de supuestas guardias civiles: “Comunitarios por la Paz y la Justicia”.

Los niños ya conocen el estruendo que provoca la detonación de armas de grueso calibre. Sus padres se refieren a ellos como sobrevivientes de un enfrentamiento suscitado la tarde del 27 de enero, cuando al menos 15 camionetas repletas de hombres armados llegaron hasta la entrada del pueblo para atacarlos.

“Ese día solamente había un grupo de 30 policías comunitarios en el pueblo. Eran como 200 sicarios y su jefe gritaba que venían a masacrarnos. Intentaron romper la cadena de la entrada a balazos, pero no le dieron y esa falla nos permitió organizarnos para la defensa”, relata David Sánchez Luna, coordinador de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Pueblos Fundadores (CRAC-PF) en la parte baja de la región de la Montaña.

Aunque se dispararon cientos de cartuchos, del lado de Rincón de Chautla únicamente hubo un lesionado, murieron dos agresores y dejaron seis camionetas.

TENSIÓN CRECIENTE

El 27 de enero representa un parteaguas en la confrontación que Rincón de Chautla sostiene con Paz y Justicia, pero la tensión se acrecentó desde diciembre de 2018, cuando 200 hombres de este grupo llegaron al crucero de Paraís Tepila para instalar un retén.

Entonces 12 miembros de una familia, la mayoría niños, intentó abandonar la zona pero desaparecieron. E incluso la petición para que se les localice se dirigió al presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque hasta ahora no ha habido resultados.

Rincón de Chautla es un pueblo pequeño, tiene poco más de 100 habitantes, pero su policía comunitaria se ha fortalecido por la incorporación de 19 localidades más: tres del vecino municipio de José Joaquín de Herrera y 16 de Chilapa.

“Todos estamos cansados de las muertes que han provocado Los Rojos y los Ardillos. La CRAC-PF surgió con la intención de hacerles ver que no queremos estar sometidos a sus intereses, que no queremos estar en ninguno de sus bandos y que solamente queremos que nos dejen trabajar en el campo”, señala Sánchez Luna.

LOS REFUERZOS

Después de un video en el que se observa a niños realizando movimientos tácticos, al tiempo en que leen un mensaje contra los grupos delictivos que operan la zona, la reacción de los gobiernos federal y estatal, así como de organismos de derechos humanos fue la de condenar la utilización de prácticas que vulneren los derechos de los menores.

Por esa razón, las madres de ellos decidieron empuñar los rifles y advirtieron que no van a permitir más el asedio de los delincuentes. “Dicen que van a matar a nuestros esposos y entrar en nuestras casas, donde estamos nosotras y nuestros niños, por eso hemos decidido que nos vamos a defender”, afirma una mujer.

Otra advierte: “Que lo sepan, nosotros no nos vamos a dejar. Ya no queremos que nos sigan secuestrando ni matando. De nosotros no se van a reír”.

A espaldas de la comandancia de la CRAC-PF, un grupo de menores se forma para escuchar las indicaciones de quien ya es identificado como “comandante de los niños”.

El menor calza huaraches, algunos de sus compañeritos están descalzos y todos empuñan un palo que hace las veces de arma.

El que está al frente da indicaciones que ha memorizado a base de múltiples repeticiones, así se colocan en posición de firmes, levantan el palo habilitado como arma, descansan, presentan armas, las llevan al hombro y posteriormente rompen filas.

Los adultos ven con satisfacción la práctica. Dicen que no están convencidos de llegar a dicho extremo, pero que será peor que en una incursión de sus adversarios los niños no tengan la mínima preparación y entren en shock.


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