“En Puerta Violeta hay personas que nos van a ayudar y no a juzgar”

Historia

Lo que comenzó con cariños y promesas se convirtió en un infierno para Flor, víctima de violación y violencia familiar por parte de su pareja, quien la amenazaba con cuchillos y se mofaba de ella

En Puerta Violeta recibió atención psicológica y el apoyo de una abogada. RAÚL PALACIOS
Kevin Recio
Guadalupe /

Lo que comenzó con cariños y promesas se convirtió en un infierno para Flor, víctima de violación y violencia familiar por parte de su pareja, quien la amenazaba con cuchillos y se mofaba de ella: “¿Para qué me denuncias? Me van a dar dos años y cuando salga, te busco y te mato”, le gritaba seguido en casa.

Ella, comerciante de películas en Guadalupe, aceptó relatar a MILENIO su testimonio de violencia que enfrentó durante nueve años.

Al principio iba al gimnasio a entrenar, pero su agresor se lo prohibió, la retiró de sus amigas y familiares, además de celarla, porque conversaba con los clientes que deseaban música para escuchar en los camiones populares.

“Él quería tener todo el control con mis hijas y conmigo, llegó a agredirme físicamente, teníamos tres años y, en una ocasión, por celos  de un cliente me empezó a agredir en casa. Y como mi hija de 14 años bajó a defenderme, la golpeó también”, contó.

A raíz de este hecho violento suscitado en 2014, Flor tomó su bolsa, se dirigió a la Procuraduría General de Justicia (hoy Fiscalía General de Justicia) y denunció a su pareja; sin embargo, los agentes del Ministerio Público se burlaron de ella y le dijeron que la denuncia no procedía, porque los golpes propinados por su agresor sanaban en 15 días.

“Rompimos la relación, nunca me dejó de seguir, rogar y estuvo acosándome. Al fin me convenció, regresé con él y primero todo bien, como quien dice la luna de miel.  Me decía que me ayudaría con el negocio, me enseñó a manejar, me facilitó un carro, pero como mi hija tuvo un niño y se convirtió en madre soltera, ahí empezaron más los problemas”, señaló.

Una noche cuando cuidaba a su nieta de cinco meses, porque su hija se encontraba en la guardia en un hospital de la localidad, Flor fue cacheteada por su agresor, rozando al infante y dejándolos vulnerables, sin ayuda alguna.

Pasó la noche y al amanecer el hombre despertó dando los buenos días, Flor se hartó en 2018 y junto con su hija y nieta tomaron los pañales, ropa para ellas, una bolsa y huyeron de aquel infierno para evitar más violencia.

El agresor, quien era alcohólico y drogadicto, continuó buscando a Flor hasta que dio con ella y, aunque ya no eran pareja, el sujeto provocó que esta cerrara su negocio de entretenimiento, al tiempo que le hizo la vida imposible en todos los trabajos que la mujer encontraba.

“Recuerdo que me amenazó con cuchillo”, expresó y guardó silencio.

Fue hasta hace un año cuando a Flor la guiaron en el Code de Apodaca, a donde acudió a interponer una segunda denuncia, y ahí, la oficial que la atendió le habló de Puerta Violeta, institución que ha apoyado 36 mil 731 mujeres en los últimos cuatro años.

En 2020 fue atendida por una trabajadora social, una psicóloga y una abogada de Puerta Violeta y, ante el alto riesgo de que Flor sufriera otro ataque por parte de su agresor, fue llevada el 14 de diciembre al refugio, lugar donde permaneció 45 días en paz.

Una semana después, un juez giró una orden de aprehensión en contra de su agresor, quien fue encarcelado el 9 de enero del 2021 en el penal de Apodaca y ahora está a la espera de la audiencia de imputación por los delitos de violación y violencia familiar.

“Siento todavía temor de que va a pasar, porque no lo han enjuiciado, estamos en audiencias y se presentaron las pruebas, nos las aceptaron, su familia me sigue buscando para que yo retire la denuncia.
“Cuando él salga,¿qué va a ser de mí y de mi nieta? El tiempo que estuvo ahí no sé si va a entender que me deje en paz o se va hacer más violento”, añadió la mujer.

Antes de finalizar su testimonio con MILENIO, Flor llamó a las mujeres de Nuevo León a poner un alto a los agresores, porque aunque prometen cambiar para bien, hay quienes los perdonan y no viven para contarlo.

“Yo no buscaba ayuda porque me daba vergüenza, me sentía sola y acorralada, pero en Puerta Violeta hay personas que nos van a ayudar y no a juzgar”.


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