El “cinturón de paz” no fue suficiente. Los 12 mil funcionarios del gobierno de Ciudad de México desplegados ayer para la marcha en recuerdo al 2 de octubre de 1968 se vieron rebasados cuando grupos de encapuchados intensificaron las protestas y fue la Policía capitalina la que tuvo que contenerlos.
Los servidores públicos, quienes portaban playeras blancas con las leyendas “Cinturón de paz”, al frente, y “2 de octubre no se olvida”, al reverso, fueron colocados en cada lado de las vialidades por las que avanzó la marcha.
Ante la mirada de los funcionarios, algunos incluso acompañados de niños, minutos después de las 4 de la tarde, los diversos contingentes de estudiantes y sindicatos, encabezados por el Comité del 68, comenzaron a avanzar desde la Plaza de las Tres Culturas.
Casi toda la movilización, en la que participaron “cerca” de 10 mil personas —según el gobierno capitalino—, transcurrió en tranquilidad; tan solo encapuchados realizaron pintas en el bajo puente de Eje Central.
El aerosol y la pintura continúo en las tablas y aluminios que fueron colocados desde Garibaldi hasta el Zócalo, a fin de proteger establecimientos comerciales, templos, museos y áreas de patrimonio histórico de la ciudad que fueron vandalizadas la semana pasada durante las protestas de Ayotzinapa y a favor del aborto.
Desde ese punto, elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, quienes portaban cascos, escudos y extintores, fueron colocados sobre las calles que llevan al primer cuadro de la capital para reforzar al “cinturón de paz”.
Fue hasta 5 de mayo cuando comenzaron los destrozos. Jóvenes cubiertos del rostro que se mezclaron entre los contingentes rompieron los cristales de los puestos de periódicos y revistas, sin dejar de hacer pintas a su paso.
En ese momento las agresiones hacia los policías capitalinos solo eran verbales, otros jóvenes optaron por aventar pintura o aerosol a sus escudos.
Solo en un par de ocasiones lanzaron botellas con combustible y les prendieron fuego, pero enseguida los uniformados usaron sus extinguidores para apagar las llamas.
Para ese momento, la vanguardia de la movilización ya había arribado al templete instalado en la plancha del Zócalo y estaban por iniciar su mitin, aunque centenas de estudiantes y organizaciones sociales continuaban avanzando por 5 de mayo y la retaguardia sobre Eje Central.
Llegando al Centro Histórico, los embozados recriminaron a los servidores públicos con las playeras por las que el gobierno capitalino gastó casi un millón de pesos. “Ni Guardia Nacional ni cinturón de paz”, gritaron, mientras otros les arrojaron diamantina color rosa o pintura roja.
Pero no fueron los únicos gritos que recibieron a lo largo de la marcha, jóvenes con el rostro cubierto insultaron: “¡Pinches acarreados!, ¡hambreados!, ¡ojetes!”.
Pocos servidores públicos contestaron y si acaso algunos reviraron con un “¡Sin violencia!”.
Para las 5:30 de la tarde, los diversos pronunciamientos en recuerdo a la matanza de Tlatelolco ya se escuchaban en los altavoces, aunque a los autodenominados anarquistas no les importó mucho el discurso y media hora después un grupo de encapuchados comenzó a ingresar a 5 mayo.
El grupo se acercó al contingente de policías capitalinos que se encontraba en Isabel la Católica y empezó a insultarlos y lanzarles piedras, botellas y cohetones. Enseguida, los uniformados avanzaron y los anarquistas se replegaron, aunque sin dejar de lanzar objetos.
Para entonces ya no había “cinturón de seguridad”, incluso algunos funcionarios del gobierno de la ciudad comenzaron a correr en cuanto los policías capitalinos lanzaron gases contra los manifestantes.
Cuatro minutos después los uniformados encapsularon a los anarcos entre Palma y cerrada 5 de mayo. Durante algunos minutos se dieron pequeños enfrentamientos, incluso detuvieron a tres encapuchados, que enseguida fueron liberados “ante la mediación de diversas organizaciones de la sociedad civil”, según reconoció el gobierno capitalino.
“El objetivo de estos grupos era provocar un escenario de represión en el que los elementos de la policía de Ciudad de México utilizaran la fuerza de forma generalizada contra los asistentes, lo cual no ocurrió", aseveró en un comunicado.
De acuerdo con la administración local, como resultado de estos hechos, 14 personas resultaron lesionadas, “la mayoría” elementos de la policía con heridas “leves” y tres que ameritaron traslado al hospital.
La Procuraduría de Justicia capitalina también reportó a una persona detenida y trasladada al Ministerio Público, pero acusada del robo de un celular.
A pesar de esto, para el gobierno de CdMx, el “cinturón de paz” permitió acompañar “exitosamente” la marcha y “contener la violencia, agresiones o provocaciones”.
“El gobierno capitalino reconoce y agradece enormemente su compromiso cívico y la defensa de la paz en la ciudad”, subrayó. Incluso, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, llamó “héroes” a los 12 mil servidores públicos de diversas dependencias que participaron en este operativo.
“Compañeras, compañeros, queridos compañerísimos. Les agradezco infinitamente su trabajo de hoy. Es una labor cívica muy importante, logramos contener la violencia. Sé que hubo momentos tensos pero de verdad son unos héroes, así que todo mi reconocimiento”, exclamó en un audio de 29 segundos que por la noche fue enviado a los trabajadores.
Desde las 2 de la tarde, los empleados de las distintas secretarías y 16 alcaldías capitalinas salieron de sus oficinas para dirigirse a los puntos que se les habían asignado para formar parte de este valla humana.
Para esa hora se notaban de buen humor, bromearon y pocos se veían nerviosos, aunque fuera la primera vez que tenían asignadas labores de seguridad y resguardo.
Incluso, a lo largo del “cinturón” se vieron a titulares de dependencias a un lado de sus subordinados que no buscaron mayor atención, lo que contrastó con varios diputados de Morena que utilizaron esta novedosa medida solo para tomarse la foto.
Aunque algunos se quejaron. En entrevista con MILENIO Televisión, un integrante de este “cinturón de paz” denunció que fue obligatoria la presencia a este operativo.
El gobierno de Ciudad de México, a través de la Secretaría de Obras y Servicios, apenas se retiraron los manifestantes del Centro Histórico comenzaron a trabajar con una cuadrilla de limpieza integrada por 250 elementos para borrar las pintas que a lo largo de la ruta realizaron los encapuchados.
Por la noche, el bajo puente de Eje Central, quizá el más afectado por el aerosol y la pintura, ya no lucía grafitis y estaba cubierto con pintura blanca.