Son cinco ex narcotraficantes y dos policías federales los testigos colaboradores del gobierno de Estados Unidos contra Genaro García Luna, ex titular de la AFI y ex secretario de Seguridad Pública, quienes han ayudado a dibujar el entramado narcopolítico por el que la fiscalía estadunidense tiene detenido al mexicano, acusado de tráfico de cocaína.
El levantón de García Luna
Presuntamente ordenado por Arturo Beltrán Leyva, ha sido uno de los eventos que más colaboradores han integrado como parte de su relato.
Sergio Villarreal Barragán El Grande, hombre de confianza de Arturo Beltrán Leyva El Barbas, aseguró “que lo habían secuestrado en una carretera de Morelos, rumbo a Cocoyoc, se lo llevaron a ver a Arturto a una oficina. Que para Arturo no había nada imposible.”
Israel Ávila, un operador de los Beltrán Leyva, testificó después que también supo de esa agresión contra el secretario de Seguridad Pública: “que mandaron levantar a García Luna y a su gente porque no querían tener una reunión con los Beltrán Leyva”, una acción que había llevado a cabo su compadre, Francisco Camacho, el jefe de escoltas de los hermanos Mario y Alberto Pineda Villa, hombres de confianza de El Barbas.
Harold Poveda, el narcotraficante colombiano conocido como Conejo, aseguró que escuchó a Arturo Beltrán Leyva confirmar el secuestro del super policía mexicano.
“Acaban de levantar al hijo de su puta madre de García Luna”, escuchó decir al líder del clan, a quien Poveda consideraba casi su padre.
Los sobornos a cambio de protección
El pago de sobornos millonarios, lo que tiene a García Luna detenido y acusado por las autoridades estadunidenses, fue un tema en el que coincidieron la mayoría de los ex narcotraficantes que testificaron en la Corte de Distrito Este de Nueva York.
El Grande recordó que, aproximadamente desde 2001, cuando ingresó a la Federación de Sinaloa, el funcionario mexicano estaba en sus bolsillos: “le pagaban hasta el último día de Arturo”, recordó Villarreal, en referencia a la muerte de El Barbas en diciembre de 2009.
Óscar Lobo Nava Valencia, ex líder del Cártel del Milenio, aseguró que como operador de la Federación de Sinaloa “le entregué dinero en efectivo”. A diferencia de Israel Ávila y Harold Poveda, quienes solamente supieron de esta situación.
“Ni tú ni yo trabajamos para Genaro García Luna. Él trabaja para nosotros”, le habría dicho Mario Pineda a Ávila. “Tenía que dejar 300 mil o 400 mil dólares”, detalló Conejo respecto de los aportes que tenía que hacer para el sobornos de funcionarios.
Reuniones cara a cara
El Grande recordó sus experiencias como operador de relevancia de los Beltrán Leyva para contar que vio a García Luna reunirse personalmente con narcotraficantes. Primero tras el aseguramiento de cocaína del Cártel del Golfo, en el que la AFI fue infiltrada por sicarios de la Federación de Sinaloa, y las ganancias se habrían repartido.
“No les daba la droga, les daba dinero”, explicó Villarreal, para después recordar que García Luna y otros que lo acompañaron se fueron con un botín de entre 14 a 16 millones de dólares. También recordó otra reunión en una casa de seguridad de Arturo Beltrán, donde “platicaban, convivían, se les pagaba y se retiraban”.
Óscar Nava también contó su historia: vio a García Luna con Beltrán Leyva en una de sus casas en Cuernavaca, Morelos, luego del decomiso de 23.5 toneladas de cocaína en Manzanillo, Colima, y después de 2008, tras la ruptura de la Federación, en un autolavado en Guadalajara, Jalisco, para convencer con tres millones de dólares al secretario de Seguridad Pública de que apoyara a la facción de El Chapo y El Mayo.
El ex policía federal Francisco Cañedo asegura que el 19 de octubre de 2008 vio en una carretera en Morelos "a Genaro García Luna, Arturo Beltrán Leyva y Édgar Valdez Villarreal La Barbie, quienes después ingresaron en dos camionetas a un fraccionamiento privado".
“A mi parecer estaban platicando”, detalló.
El Diablo estuvo dispuesto a mandar al infierno a García Luna. Edgar Veytia, ex fiscal de Nayarit, aseguró que mientras estuvo en la policía de Tepic, su comandante, Ángel Violante, le dijo que el secretario de Seguridad Pública les había ordenado alinearse con El Chapo. Y que el gobernador Ney González, justo antes de ceder el cargo a Roberto Sandoval, hizo una declaración similar, pero junto al entonces Presidente.
“Acabo de llegar de una reunión muy importante en Ciudad de México con Felipe Calderón y con Genaro García Luna, donde nos dijeron que la línea era El Chapo”, relató que le dijo el aún gobernador de Nayarit.
Luis Cárdenas Palomino, la mano derecha del super policía
Un par de testigos coincidieron en que Luis Cárdenas Palomino, primero en la Agencia Federal de Investigación y después como Jefe de Seguridad Regional de la Policía Federal, siempre bajo el mando de García Luna, operaba como su mando derecha e intermediario con los cárteles.
“Arturo tenía contacto con Cárdenas Palomino y García Luna, por medio de radios”, explicó Sergio Villarreal Barragán. “Escuché a Arturo hablar con Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño para ayudarlo con detenciones”, contó Óscar Nava Lobo.
Los nombres clave de García Luna
Los narcos, contaron los testigos, se referían al secretario de Seguridad Pública con nombres clave y algunas veces apodos. Le decían El Compa o El Tartamudo, según El Grande.
“Licenciado, compa o señor”, recordó Nava Valencia. "Tartamudo o Metralleta”, detalló que vio escrito en libros contables de los Beltrán Leyva Israel Ávila.
Aeropuertos y aduanas marítimas: puntos de llegada y distribución de coca
Uno de los temas más relevantes de los que se habló fue de los aeropuertos y aduanas marítimas.
Según la narrativa que se ha construido a través de las primeras tres semanas del juicio contra García Luna, la AFI y la Policía Federal se encargaron de, en colaboración con el Cártel de Sinaloa y el de los Beltrán Leyva, convertir estos lugares en centros neurálgicos para el trasiego de cocaína colombiana hacia Estados Unidos y Europa.
Según El Grande, Jesús Reynaldo El Rey Zambada tenía a su mando la dirección del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Aunque según Lobo Nava, Arturo Beltrán y El Grande también se encargaban de supervisar las operaciones.
De acuerdo con Nava Valencia, los puertos de Manzanillo, Colima, Lázaro Cárdenas, Michoacán, Puerto Progreso, Yucatán, y otro sin especificar en Veracruz, funcionaban como puertas de entrada de cocaína a territorio nacional.
Y que los aeropuertos de la “Ciudad de México, Toluca, Acapulco, Querétaro, Guadalajara, Vallarta y Cancún” recibían y enviaban otros paquetes a sus destinos. Según Israel Ávila, en los de Chiapas y Morelos ocurría lo mismo.
El ex policía federal Raúl Arellano dijo que sabía cómo ocurría el trasiego de drogas en al AICM.
“Por 45 todos en 35 hasta nueva orden”, dictaban los superiores. No había revisiones ni detenciones por una o dos horas. “Hablaban de que había pasado la maleta de la 7-9 o la 40”, claves para drogas y dinero.
Según Harold Poveda Conejo, gracias a la protección de la que gozaban en puertos marítimos podía enviar lanchas con dos o 2.5 toneladas de cocaína a la vez, submarinos con hasta siete toneladas y embarcaciones con más de 10 mil kilos.
EHR