Este lunes, Genaro García Luna se sentará en el banquillo de los acusados en la Corte de Distrito Este de Brooklyn, Nueva York. Fiscales y defensa darán sus alegatos de apertura para intentar convencer a siete mujeres y cinco hombres que el ex superpolicía mexicano estaba en la nómina de la Federación de Sinaloa, la poderosa alianza de los hermanos Beltrán Leyva y el cártel que dirigía Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada.
Antes visto como un amigo y colega en Estados Unidos, el ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, enfrenta un caso por tráfico de cocaína en un esquema criminal que involucra a los criminales que había jurado perseguir.
“García Luna ha sido un enlace de confianza, colega y amigo del FBI desde sus días en la Policía Federal Preventiva. Es un sujeto de buenas ideas y un estratega, que se acerca a situaciones y problemas como el ingeniero que es”, relata un cable diplomático obtenido por WikiLeaks dirigido a agencias estadunidenses en 2006, cuando el mexicano recién había sido nombrado en el cargo.
García Luna llegó a la SSP con la idea de transformar a la Policía Federal; convertirla en una agencia de élite que combatiera a los cárteles de la droga y sustituyera al ejército en las tareas de seguridad. Ahora, imputado por narcotráfico en una corte de Brooklyn, Nueva York, enfrentará señalamientos acerca de que gracias a sobornos millonarios, García Luna facilitaba el tráfico de cocaína de la Federación de Sinaloa e incluso montaba operativos contra cárteles rivales, como la Familia Michoacana.
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En una reunión en julio de 2009, García Luna presumió ante el entonces secretario asistente del Servicio de Migración y Aduanas (ICE), John Morton, los esfuerzos de su administración en el combate a las organizaciones criminales.
“García Luna explicó que la SSP busca confrontar a los traficantes desde todos los ángulos. En Michoacán ha establecido una operación de inteligencia más fuerte. En Ciudad Juárez, la SSP está cambiando de patrullajes itinerantes a aumentar una presencia física constante en las calles. La SSP también planea aumentar sus operaciones en el área entre Matamoros y Nuevo Laredo para confrontar de mejor manera a la organización de tráfico de Los Zetas”, se lee en otro cable diplomático revisado por Milenio.
El cártel de Sinaloa y su estado base, sin embargo, no se encontraba dentro del panorama criminal del ex gran policía calderonista.
“El verdadero y único perdedor sería el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, quien deberá trabajar duro para superar la percepción de que ignora lo que ocurre a su alrededor o tolera las actividades de sus subordinados”, se lee en otro cable de 2008, en el que las agencias de seguridad y análisis estadunidenses ya observaban problemas de inseguridad o corrupción cerca de la administración de García Luna.
“Mientras que las revelaciones de infiltración del narco en los más altos peldaños de la comunidad de agencias de seguridad han causado alarma en círculos públicos, también ayudan a Calderón a relucir sus credenciales como un líder comprometido con combatir el crimen organizado y la corrupción”, detalla el cable, que veía a García Luna rodeado por la Operación Limpieza, una iniciativa del presidente Calderón que había derivado en la detención del entonces director de la Interpol en México, Ricardo Gutiérrez Vargas, vinculado con el cártel de los Beltrán Leyva.
Y esas acusaciones hicieron eco en Colombia, donde el gobierno de México tenía que coordinarse forzosamente para combatir el narcotráfico: de ahí provenía la mayoría de la cocaína que terminaba en Estados Unidos.
En febrero de 2009, otro cable diplomático estadunidense reveló que: “el comandante general de la Policía Nacional de Colombia Óscar Naranjo le dijo al secretario de Seguridad Pública de México, Genaro García Luna, que Colombia buscaría terminar con los programas de entrenamiento si México no podía demostrar una mejor revisión de sus oficiales de seguridad y de policía que recibieron entrenamiento colombiano. Los oficiales citaron el arresto del 18 de noviembre del alto oficial mexicano Ricardo Gutiérrez Vargas, cabeza del Buró de la Interpol en la Ciudad de México, como algo particularmente preocupante porque los oficiales del gobierno de Colombia han compartido información sensible con él.”
En 2018, Sergio Villarreal Barragán, El Grande, ex operador de los Beltrán Leyva y del Cártel de Sinaloa, aseguró que en algún momento entre 2006 y 2012, el cártel de los Beltrán Leyva se enteró de un informante colombiano de la DEA al interior de la organización gracias a que el ex Policía Federal y comandante de la Unidad de Investigaciones Sensibles de la DEA en México, Iván Reyes Arzate, les dio el dato; el informante fue identificado, torturado y asesinado.
Según El Grande, Luis Cárdenas Palomino, quien era jefe de la División de Investigación de la Policía Federal, se reunió con miembros del cártel de los Beltrán Leyva para alertarles del infiltrado. Ahí, Cárdenas Palomino habría dicho que habló con su "compadre", Genaro García Luna, y que fueron ellos quienes le dieron la identidad y detalles del informante que después fue asesinado. Y que esa información la obtuvieron directamente de Javier Garza Palacios, encargado de la Policía Federal mexicana en Bogotá, Colombia.
De acuerdo con Villareal Barragán, el asesinato del informante de la DEA funcionó para detener aseguramientos de droga contra el cártel de los Beltrán Leyva que estaban desangrando a la organización.
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