Valeria besó a su hijo de ocho años y se despidió de su esposo Fortino, como desde hace tres meses en que comenzó a trabajar en el table dance El Caballo Blanco.
Las propinas eran buenas y en un día normal ganaba de 800 a mil pesos, a veces más, sobre todo cuando era día de cobro de los trabajadores petroleros o quincena de empleados de comercios.
El martes, Valeria Valencia Martínez, de 30 años, realizó su último baile y se convirtió en una de las 28 víctimas mortales del atentado contra el negocio en Coatzacoalcos, municipio ubicado a dos horas de Jesús Carranza, de donde era originaria.
Su esposo Fortino pregunta desesperado en la Fiscalía Regional del Estado por ella. Le han dicho que está entre las víctimas. Desde las 5 de la mañana llegó al lugar y 10 horas después, logró identificarla.
El padre de Valeria lo acompañó, los dos hombres no saben qué harán para decirle al pequeño que perdió a su madre.
En otro espacio del edificio saturado con más de 100 personas, Osiel, cuñado de Nayelli Gómez, va con la madre de ésta para identificar en una fotografía que le muestran el cuerpo que tienen en el servicio médico forense de Cosoleacaque.
Nallely, de 26 años, se ganaba la vida bailando en el bar; sus hijos, de 4 y 7 años, dependían completamente de ella, pues su padre, el hermano de Osiel, está en la cárcel.
Tras las rejas se enteró que el table donde trabajaba su esposa se había quemado. Desesperado llamó a su hermano para que acudiera a ver si era cierto.
Después de recorrer hospitales, el Semefo y la comandancia de policía, llegó a la fiscalía donde le confirmaron la muerte de la joven.
Molestia, enojo, impotencia fue lo que sintió Osiel mientras esperaba que les entregaran el cuerpo de su cuñada, de quien no era cercano pero respetaba la relación con su hermano.
“No debieron haber sucedido este tipo de situaciones, al final de cuentas son personas que solamente salían a trabajar...“Yo pediría a nuestro alcalde, gobernador, Presidente que den una respuesta de que es lo que está sucediendo y se haga justicia”, reclamó.
María José Pulido, de 22 años, originaria de Cuduacán, Tabasco, decidió probar suerte en Coatzacoalcos. A dos horas de su casa, dejó a su familia y su pequeño hijo para darle una vida mejor.
Las historias de las víctimas se entrelazan, pues mientras 10 mujeres, la mayoría bailarinas, trabajaban para llevar el sustento a su casa, las víctimas hombres fueron algunos trabajadores del lugar, pero la mayoría eran clientes, como los cuatro trabajadores de Soriana que decidieron ir a convivir al lugar.
Abiud Ojeda Sierra llamó a su esposa y le avisó que iría con sus compañeros a divertirse. Una de sus tías esperaba anoche que les informaran sobre el joven de 24 años que dejó dos niños en la orfandad, una esposa viuda y a su madre que rompe en llanto cuando le confirman que si es él.
“Le dijo a su mujer que se iba a echar un paseo con los amigos y de ahí se fue con uno, son cinco trabajadores de Soriana que no aparecen. Todos estarían posiblemente entre los muertos.
“Estamos esperando respuesta, pero ahí la chica bien grosera nos contestó mal y dice qué hay mucha gente, pero desde hace rato nos hubieran atendido”, se queja la tía de Abiud.
“Todos dependían de él, esta es una situación monstruosa. No se vale, porque si estos individuos traían algo con el lugar, al lugar lo hubieran atacado, no a la gente inocente, espero que esto llegue a oídos del Presidente y que no se hagan como se hicieron con la muerte de Mina, este chamaco tenía 24 años, toda una vida por delante”.
Iván Gómez, de 37 años, también empleado de Soriana se cuenta entre las víctimas. “Nosotros nos enteramos por un amigo que le avisó a mi hermana que no habían llegado a dormir. Solo tenía esposa, no hijos”, platica Laura, familiar del occiso.
Localizarlo fue para la mayoría o un peregrinar. “Fuimos a los hospitales y no nos decían nada, aquí vamos a ver e identificar el cadáver”.
Lamenta la inseguridad en que se vive en el municipio. “Cada día estamos peor, y ahora sí no hay seguridad ya en esta ciudad. Ya no nos sentimos seguros”.
RLO