Los habitantes de las 18 comunidades de la sierra de Jerez, Zacatecas, quienes a principios de año abandonaron sus pueblos por miedo a morir en la guerra que libran el cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación en esa zona, todavía en abril se debatían entre el desplazamiento forzado y la pandemia. El mismo abril, el Ejército envío un pelotón de fuerzas especiales. Con la instalación de bases permanentes, han recuperado tierras y casas que los delincuentes habían convertido en cuarteles de batalla. Ahora, los pobladores están organizando las tradicionales fiestas y cabalgatas de vacaciones de verano.
Las vacaciones de verano son verbenas típicas. “Ese ambiente se vuelve a respirar”, dice el alcalde José Humberto Salazar y agradece los operativos militares. “De hace cuatro meses a ahorita, Jerez es otro. Ahorita hay música todos los días, circulas por las calles con tranquilidad. Todavía hay por ahí cosillas pero que no nos repercuten”. Incluso cuenta que ha regresado el turismo deportivo en las regiones que estaban controladas por la delincuencia: “Ya hay ciclistas que suben a la sierra donde ya nadie viajaba. Se siente un ambiente diferente”, cuenta Salazar.
El alcalde estima una derrama económica importante para hoteleros, restauranteros y comerciantes. “¿Cuánto?”, se pregunta y se responde así mismo: “Yo pienso que entre 30 y 40 millones de pesos”.
Teófilo Meraz, el jefe de la policía de Jerez, dice que las autoridades están conscientes de que los operativos especiales tendrán que convertirse en permanentes para no dar tregua a la delincuencia. “La gente busca sentirse segura. En especial los migrantes, la gente que viene a visitarnos de vacaciones. Estamos trabajando en conjunto con todas las autoridades”.
Cientos de paisanos migrantes han retornado a Jerez para disfrutar de las fiestas públicas al ritmo de la tambora. “Estamos muy contentos de que se haya reanudado esta tradición porque teníamos dos años que nada de nada, entonces ahorita venimos con todo”, relata Ana Mendoza, migrante residente en Estados Unidos y originaria de esta región. “Las remesas son muy importantes porque estamos ayudando a la economía”, dice ahora Rafael Sánchez, migrante jerezano.
A estas verbenas han acudido, por primera vez, hijos de paisanos migrantes. La mayoría ha quedado impresionada por las cabalgatas, el trabajo artesanal y la gastronomía del pueblo mágico: “Sus artesanías, las arracadas, los aretes. Todo. Las botas, los cintos. Jerez tiene muchas cosas”, platica un tanto asombrada Paulina González, nacida en Estados Unidos pero de padres mexicanos.
Para la población, dice ahora la jerezana Raquel Díaz, estas fiestas “representan un respiro y esperanza de recuperar la tranquilidad”, trastocada por los grupos delictivos. “Me gusta que el turismo se haga presente. Aquí todo el ambiente es familiar. Invitamos a que vengan a Jerez”.
Para el retorno seguro de los paisanos se ha dispuesto un operativo especial, a cargo de la Guardia Nacional, por las carreteras que conducen a la frontera norte.
DMZ