El 31 de agosto de 2010, altos mandos de la Policía Federal que encabezó Genaro García Luna anunciaron con bombo y platillo la detención de Édgar Valdéz Villarreal, un ciudadano estadunidense identificado como un poderoso lugarteniente del Cártel de los Beltrán Leyva.
Fue cuestión de tiempo para que la sonrisa cínica que mostró en conferencia de prensa el narcotraficante -mejor conocido como La Barbie o El Güero- comenzara a circular en las portadas de los diarios y los noticieros más importantes del país.
Corría el sexenio del ex presidente panista Felipe Calderón y, pese a que se ha demostrado que funcionarios de los tres niveles de su gobierno favorecieron al Cártel de Sinaloa, tras la ruptura de la llamada Federación, Ismael El Mayo Zambada dio la orden de arrestar o asesinar a cualquier integrante o socio de la organización que encabezaban su ex socio, Arturo Beltrán Leyva.
De acuerdo con un relato reconstruido por la periodista Anabel Hernández, los elementos de la Policía Federal que arrestaron a La Barbie tenían órdenes de matarlo, no obstante, agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) intervinieron y le salvaron la vida. No fue casualidad, pues desde hace al menos dos años, Édgar Valdéz Villarreal ya se había convertido en un testigo cooperante de la agencia antinarcóticos y del Buró Federal de Investigaciones (FBI).
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La Barbie ingresó al Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) No. 1 y cinco años después fue extraditado a Estados Unidos, en donde enfrentó un destino totalmente diferente a la vida de lujos y relaciones personales que estableció durante años con plena impunidad en México.
Los negocios y el estilo de vida de Édgar Valdéz Villarreal
Además de encabezar una violenta ofensiva para expulsar a Los Zetas de Nuevo Laredo y controlar las principales rutas de tráfico de drogas de esa parte de la frontera de México con Estados Unidos, La Barbie también era el encargado de coordinar envíos de cocaína desde Colombia para La Federación.
"Valdéz Villareal eventualmente entabló una relación con Arturo Beltrán Leyva, quien entonces estaba asociado con el Cártel de Sinaloa y Joaquín Guzmán Loera, también conocido como 'El Chapo', en México. Con su apoyo, Valdéz Villareal comenzó a coordinar envíos de cocaína a México desde Colombia y otros países sudamericanos utilizando lanchas rápidas y aviones, al tiempo que pagaba sobornos a funcionarios encargados de hacer cumplir la ley locales", se lee en un comunicado del Departamento de Justicia de Estados Unidos publicado a través del Distrito Norte de Georgia.
Las millonarias ganancias que La Barbie adquiría de las actividades ilícitas que coordinaba le permitieron formar parte de un círculo social en donde los lujos, las armas y los excesos formaban parte de su día a día.
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En su libro Emma y las otras señoras del narco, Anabel Hernández sostiene que Édgar Valdéz Villarreal diferenció su vida personal de sus negocios desde 2001 y hasta el año de su detención.
Trabajadores y allegados al capo que estuvieron a su servicio proporcionaron su testimonio a la periodista, y describieron a su antiguo jefe como un hombre guapo pero muy ególatra.
La Barbie también era malhablado e irónico con sus amigos y conocidos, no obstante, el lado más oscuro de su personalidad se lo llevaban sus empleados, con quienes se comportaba grosero y abusivo.
“Con sus más cercanos hacía exhibición de sus flatulencias, como si el tener un arma, dinero y poder obligara a los otros a soportar sus malos olores”, describe en una parte de su polémico libro Anabel Hernández.
La prepotencia de La Barbie y sus desagradables hábitos desaparecían durante las reuniones que tenía con sus socios, sobre todo con Arturo Beltrán Leyva, a quien se dirigía con respeto.
Los lujos de ‘La Barbie’
En su afán de aspirar a un estatus reconocido, Édgar Valdéz Villarreal vivía en una eterna fiesta. Durante la primera década de los 2000’s era común ver al lugarteniente de los Beltrán Leyva en algunos de los antros más exclusivos de Acapulco, la Ciudad de México y otros estados de la República Mexicana.
Su piel blanca, cabello castaño claro y un falso acento norteño combinado con una vestimenta formal, le permitieron a La Barbie presentarse en círculos sociales como un hombre de negocios, ingeniero de profesión.
En palabras de Anabel Hernández, el lugarteniente de los Beltrán Leyva “se cuidaba como metrosexual”, solía contratar masajistas, compraba cremas costosas, utilizaba una cámara hiperbárica y, en ocasiones, se inyectaba un menjurje de placenta para supuestamente darle juventud y vitalidad a su rostro.
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El dinero que conseguía a costa de violencia y sangre, La Barbie lo gastaba en trajes, camisas de vestir, zapatos y relojes de marcas de lujo. Incluso, el día de su detención Édgar Valdéz Villarreal portaba una playera tipo polo de color verde de la marca Ralph Lauren, la cual sin planearlo se convirtió en uno de sus distintivos.
Propiedades en fraccionamientos exclusivos y vehículos de alta gama también formaban parte del patrimonio que el violento narcotraficante acumuló durante su estancia en México, no obstante, a Édgar Valdéz Villarreal le gustaba más coleccionar hombres y mujeres.
Y es que, cuando el dinero es lo suficientemente abundante como para comprar cualquier bien material, los integrantes de la delincuencia organizada suelen alimentar su ego comprando la compañía, amistad -o incluso cariño- de cualquier persona, entre más famosos mejor.
Anabel Hernández logró acceder a testimonios de allegados a La Barbie que relataron los vínculos que el lugarteniente sostuvo no solo con políticos y funcionarios a quienes sobornaba, sino también con grandes personalidades del mundo del espectáculo en México.
Desde la actriz y modelo Arleth Terán -con quien se le vinculó sentimentalmente- pasando por Sergio Mayer, Issabela Camil, Jenni Rivera, el comediante Platanito, Los Mascabrothers e incluso Intocable, La Barbie fue acumulando con el paso de los años cierto reconocimiento entre los círculos sociales más populares de la época.
Antros como el Baby’O en Acapulco o el Bar Bar en la Ciudad de México fueron el escenario de los encuentros, según refirieron testigos de los encuentros a la reconocida periodista.
De acuerdo con sus declaraciones, todas las personalidades del mundo del espectáculo sabían a qué se dedicaba su “nuevo amigo” y no se sorprendían de ver a hombres fuertemente armados a su lado.
Pese a ello, en diversas entrevistas las y los famosos han negado cualquier tipo de relación con el poderoso capo que gozó de la fama y las riquezas que alcanzó no sólo gracias a un país corrupto sino también a costa de todas las personas que perdieron la vida en sus disputas con otras organizaciones delictivas por el control del tráfico de drogas.
ATJ