En Nuevo Laredo, ocho civiles armados murieron tras ataque a un convoy de las fuerzas especiales, encabezadas por la Policía Estatal, Marina y Sedena, quienes realizaban recorrido de vigilancia.
Ante los hechos, hubo una persecución; los presuntos delincuentes, vestían uniformes tácticos apócrifos de la Marina y Sedena, se refugiaron en una casa de la colonia Valles de Anáhuac.
Situación que provocó otra balacera donde integrantes de la cédula delictiva resultaron muertos.