Los Arellano Félix: la organización delictiva que rompió códigos y recrudeció la violencia en el hampa del país

Antes de que Los Zetas se consolidaran como la organización delictiva más sanguinaria del país, el también llamado Cártel de Tijuana se encargó de romper una serie de acuerdos tácitos respetados entre capos de la ‘Vieja Guardia’.

Cártel de los Arellano Félix y el recrudecimiento de la violencia en México
Anel Tello
Ciudad de México /

Los niveles de violencia que México ha alcanzado a lo largo de su historia no son casualidad. Si bien delitos de alto impacto -como los homicidios, feminicidios o secuestros- continúan siendo parte del día a día de miles de habitantes del país, la forma en la que los crímenes se cometen continúa encrudeciéndose, dejando a su paso múltiples episodios que parecieran sacados de una sádica película de terror.

Como la realidad supera a la ficción, México poco a poco se fue convirtiendo en escenario de masacres y enfrentamientos armados, así como de la aparición de cuerpos o restos humanos en espacios públicos con mensajes comúnmente atribuidos a grupos de la delincuencia organizada que operan o se disputan el control de determinadas zonas.

Si bien dichas prácticas se han arraigado en su funcionamiento hasta el punto de considerarse “comunes”, décadas atrás -cuando los primeros cárteles comenzaban a estructurar el hampa del país- existían códigos de conducta o acuerdos tácitos que organizaciones respetaban aunque fueran rivales.

No obstante y además de la aprehensión o abatimiento de cabecillas criminales, fueron la ruptura de dichos convenios los que provocaron una reconfiguración de las organizaciones delictivas que operaban en el país durante la primera década de los 2000 's, entre las que destacó el Cártel de los Arellano Félix.

El Cártel de Tijuana y sus disputas con ‘El Chapo’

Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán sostuvo una sanguinaria guerra con los Arellano Félix durante los inicios de su carrera delictiva | Especial

Luego de que el líder y fundador del Cártel de Guadalajara, Miguel Ángel Félix Gallardo, fuera aprehendido por las autoridades en abril de 1989, el lucrativo negocio de narcotráfico que estructuró fue dividido entre sus antiguos socios.

"Una vez en la cárcel, Félix Gallardo convocó a una reunión de sus socios en Acapulco, con el fin de dividir los territorios: Guzmán Loera y su socio, Héctor Luis Palma Salazar, recibirían zonas de Baja California y Sonora; Rafael Aguilar Guajardo el área comprendida entre Juárez y Nuevo Laredo; los hermanos Arellano Félix por su parte se harían cargo de Tijuana", describe en un artículo InSight Crime.

Aunque el objetivo era que la extensa red de tráfico de drogas continuara operando, la ambición de los Arellano Félix desató una intensa y sucia guerra en contra de El Chapo Guzmán y El Güero Palma, la cual comenzó con el asesinato de un trabajador de quien años más tarde se convertiría en el fundador del Cártel de Sinaloa.

El magnicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo

Juan Jesús Posadas Ocampo. (Especial)

En un país en donde el catolicismo es la religión más practicada, el asesinato de un cardenal a las afueras del Aeropuerto Internacional de Guadalajara no tardó en convertirse en un escándalo nacional pero también en un parteaguas para las trayectorias delictivas de Ramón y Benjamín Arellano Félix así como de Joaquín Guzmán Loera.

Y es que, de acuerdo con la versión oficial emitida por el Gobierno de México, el sacerdote Juan Jesús Posadas Ocampo fue víctima de una confusión entre pistoleros de los Arellano Félix que aquella tarde buscaban ultimar a El Chapo. 

Con más de 14 heridas de bala, el cardenal perdió la vida en medio del fuego cruzado entre los líderes criminales. Aquel episodio colocó sus nombres y rostros en el radar de las autoridades, sin embargo y gracias a la intervención del ex nuncio apostólico Girolamo Prigione, el único en ser detenido por el magnicidio fue El Chapo Guzmán por primera vez en 1993.

Aunque la versión oficial de las autoridades ha sido cuestionada por representantes de la Iglesia Católica que apuntan a un ataque directo al cardenal, la relación de los hechos con los grupos delictivos rivales dejaba entrever que sus rencillas comenzaban a sobrepasar los límites, llegando incluso al clero y a la sociedad civil.

El multihomicidio de la familia de El Güero Palma

Un mural honra la memoria de Guadalupe Laija y sus dos hijos./ Especial

Uno de los códigos de conducta más respetados entre los capos de la ‘Vieja Guardia’ era el respeto a sus familias. Desde las madres hasta los hijos de cada miembro de grupos criminales quedaban fuera de las disputas que llegaran a surgir por su lucrativo negocio.

Fue cuestión de tiempo para que aquel acuerdo tácito se rompiera durante las rencillas que los Arellano Félix sostuvieron con la naciente organización de Joaquín Guzmán Loera yHéctor Palma Salazar , dejando a su paso una de las historias más crueles del narcotráfico en México.

Pese a que las balaceras e incluso los carros bombas ya formaban parte de los ataques que perpetraron ambos grupos criminales, los líderes del Cártel de Tijuana sobrepasaron los límites y códigos existentes en el hampa del país al contratar a un sicario venezolano llamado Rafael Clavel.

Aquel hombre tuvo como objetivo seducir a Guadalupe Laija -esposa de El Güero Palma- para convencerla de dejarlo y huir con él. Convencida de su romance, la mujer accedió y viajó junto a sus dos pequeños hijos hasta Venezuela. Nadie imaginó que ese sería el inicio de la tragedia.

Rafael Clavel cumplió con las órdenes que los Arellano Félix le encomendaron y asesinó a Guadalupe Laija, no obstante, la ofensiva del Cártel de Tijuana no se completó hasta que le hicieron llegar a El Güero Palma la cabeza de su esposa en una hielera y una grabación de cómo el sicario venezolano lanzó desde un puente de más de 100 metros de altura a sus dos pequeños hijos.

El crudo y atroz episodio desató la furia de los cofundadores del Cártel de Sinaloa, quienes comenzaron una intensa cacería en contra de los Arellano Félix para vengar la muerte de la familia de Héctor Palma Salazar.

El asesinato del periodista Francisco Ortiz

El periodista fue asesinado en 2004( Foto ilustrativa: Andrés Lobato | Archivo)

Aunque fue durante sus disputas con El Chapo que los hermanos Arellano Félix recrudecieron la violencia con la que operaban, sus prácticas de meterse con la sociedad civil prevalecieron incluso tras el asesinato de Ramón y la aprehensión de Benjamín en 2002.

Con sus principales líderes “fuera del juego”, fue su otro hermano -Francisco Javier Arellano Félix- quien quedó al mano del grupo delictivo y se encargó de continuar coordinando sus operaciones de tráfico de drogas y de esparcir su ya consolidada violencia por Baja California.

En dicho periodo, el semanario ZETA ya figuraba como uno de los medios de comunicación locales de mayor relevancia por sus coberturas de seguridad y política, un oficio que el Cártel de los Arellano Félix no dudó en tratar de silenciar.

El 22 de junio de 2004, miembros del grupo delictivo asesinaron a Francisco Ortiz Franco mientras se encontraba con sus hijos a bordo de un vehículo. El crimen se suscitó luego de que el periodista de ZETA realizara un reportaje que dejó al descubierto cómo el narcotráfico se infiltró en el gobierno del estado.

"Por un monto de 70 mil dólares (el Cártel de los Arellano Félix) tuvo acceso y registro de sus rostros y nombres dentro de las bases de datos de la Policía Ministerial del Estado. Es decir, estaban registrados como policías. Las 27 fotografías de integrantes de los Arellano Félix fueron expuestas en ZETA como una evidencia clara del contubernio del gobierno panista y el grupo delictivo entonces dirigido por Francisco Javier Arellano Félix", se lee en un artículo del semanario publicado en junio del 2023.

Aquel trabajo periodístico realizado por Francisco Ortiz habría motivado que el jefe de sicarios del Cártel de Tijuana, Arturo Villarreal Heredia, ordenara su muerte, un crimen que se suma a la crisis de periodistas asesinados en México y que, al menos hasta el año pasado, permanecía impune.

La sofisticación de los métodos de desaparición forzada

¿Qué es una desaparición forzada?

Otro líder del Cártel de Tijuana que cobró relevancia tras la aprehensión y abatimiento de los hermanos Arellano Félix fue Teodoro García Simental. Mejor conocido como El Teo o el Tres letras, el entonces lugarteniente asumió el liderazgo de una parte de la organización delictiva que mantenía rencillas con Luis Fernando Sánchez Arellano, sobrino de los fundadores.

"El Teo buscó una alianza con el Cártel de Sinaloa mientras que Sánchez Arellano presuntamente formó una alianza con Los Zetas. Se dio una lucha sangrienta, pero tras el arresto de Teo en enero de 2010, parece que la organización se consolidó de nuevo alrededor de El Ingeniero", señala un perfil sobre el grupo delictivo la fundación dedicada al estudio de la seguridad nacional de Latinoamérica y el Caribe.

Con su principal enemigo aliado a la organización delictiva más sanguinaria que ha operado en México -Los Zetas-, El Teo también recurrió a una atroz violencia, siendo la desaparición forzada una de las principales características de sus operaciones.

En enero de 2009, la Procuraduría General de la República (PGR) anunció la detención de Santiago Meza López, un hombre de origen sinaloense que aunque era albañil de oficio también figuraba en la nómina de los Arellano Félix, específicamente de la facción que encabezaba Teodoro García.

Su función resultó clave para que la organización delictiva continuara operando con plena impunidad y sin dejar rastro, pues Santiago era el encargado de disolver en sosa cáustica los cuerpos de los rivales que asesinaban, una tarea que le valió el apodo de El Pozolero.

José Santiago Meza, El Pozolero, fue detenido en 2009. (Archivo)

Tras su aprehensión, el integrante de los Arellano Félix confesó haberse desecho de los cuerpos de al menos 300 personas con el peculiar y cruel método que, además de figurar como clave para la crisis de desaparecidos que existe en México, también dificulta en gran medida la identificación de las víctimas.

Tanto El Teo como El Pozolero fueron aprehendidos y el rumbo de la organización que fundaron los Arellano Félix permanece en incertidumbre. No obstante, su legado se continúa percibiendo en diversos episodios violentos que se cometen ya no solo en Tijuana o el resto de Baja California, sino en cada rincón de la República Mexicana.

​ATJ

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