Como si fuera un episodio de la serie Breaking Bad, el personaje de esta historia es un habilidoso químico que trabaja para las redes de narcotráfico; excepto que, en la vida real, los orígenes de los protagonistas cambian: el científico tiene nacionalidad india, el comprador es un mexicano que trabaja para el Cártel de Sinaloa y los devastadores efectos del fentanilo no son ficción.
En 2018, el doctor Mohammad Sadiq tiene una doble vida: es un académico respetado, egresado de la Universidad Devi Ahilya, en la zona centro de la India, que trabaja de 9 de la mañana a 7 de la noche en la planta baja de una pequeña farmacéutica, pero cuando su turno termina, roba precursores químicos y se muda junto con su equipo al primer piso del edificio para elaborar fentanilo hasta la madrugada.
Es un experto en materiales sintéticos, así que las enormes y letales dosis de fentanilo que pone a las pastillas no son una casualidad: sabe que su comprador, Jorge Solís, un sinaloense de 43 años, llevará esa droga hasta Estados Unidos. Así que el doctor Sadiq, quien carga con un profundo sentimiento de odio hacia los estadunidenses, pone porciones mortíferas a cada píldora para causar una sobredosis a quien la consuma.
Nadie sabe con exactitud cuántas muertes causaron el doctor Sadiq y su equipo antes del 5 de octubre de hace cinco años. Lo que sí se sabe es que ese día se cayó su fachada, tras una semana de vigilancia por agentes encubiertos de la Directorate of Revenue Intelligence (DRI), la agencia de inteligencia criminal más importante de la India, quienes habían recibido una pista anónima desde México:un narcolaboratorio del Cártel de Sinaloa se había instalado en el barrio Pologround en Indore, la ciudad más poblada de Madhya Pradesh.
El operativo llevó al arresto del doctor Sadiq, su socio Manu Gupta y del mexicano Jorge Solís, quien durante al menos seis meses usó el servicio postal entre India y México para obtener los narcóticos, pero en el otoño de 2018 decidió viajar a Indore para supervisar personalmente el narcolaboratorio. En el primer piso, los agentes hallaron 10.9 kilos de fentanilo, que con la “receta” del académico hubiera matado a 5 millones de personas, según el diario local The Times of India.
India entra en acción
“Tras la incautación de 11 kg de fentanilo en un laboratorio ilícito, la India pasó a ser considerada como una posible fuente de la sustancia. La remesa iba dirigida a México, y gracias a la incautación se logró descubrir y detener a varios ciudadanos de la India y de México”, reportó la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes en su informe anual. El decomiso significaba un cambio drástico en el mapa global del narcotráfico.
Además, encendió las alertas en la India, pero sobre todo desató una serie de preguntas entre los agentes de la DRI: ¿hace cuánto que los cárteles mexicanos se metieron al país?
La respuesta llegaría tres años después, en 2021, en un informe de riesgos nacionales elaborados por la agencia antidrogas de Estados Unidos, la DEA: “el involucramiento de los grupos criminales mexicanos en la producción de metanfetamina es a través de laboratorios de escala industrial, principalmente, en China y la India”.
La mafia india comenzaba a competir de tú a tú con las familias criminales chinas, las cuales controlaban el monopolio multimillonario del fentanilo que distribuían los mexicanos.
Mafiosos como Chuen Fat Yip se colaron a la lista de las personas más buscadas en el mundo por la DEA —al mismo nivel que El Mayo Zambada— gracias a sus negocios con el Cártel de Sinaloa.
El intercambio estaba basado en una idea simple, pero de ejecución compleja: los clanes criminales en China proveían a los cárteles mexicanos los precursores químicos para crear metanfetaminas y fentanilo que enviaban desde puertos como el de Shanghai hacia Manzanillo y Lázaro Cárdenas en México a cambio de millones de dólares que se blanqueaban en enormes farmacéuticas en Asia.
El caso más sonado en México fue el del empresarioZhenli Ye Gon,detenido en 2007 tras un operativo en una mansión en Lomas de Chapultepec, en Ciudad de México, donde le fueron incautados 207 millones de dólares. Él fue el eslabón más visible de la alianza entre criminales chinos y mexicanos con residencia en Sinaloa.
Pero desde hace cinco años la India apareció como un jugador emergente en el negocio de las drogas con los cárteles: la laxa regulación para impulsar su industria farmacéutica hizo del país asiático un atractivo para los narcotraficantes mexicanos, especialmente para el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), que encontró un territorio no conquistado por sus enemigos. Y cuando ellos llegaron, lo hicieron también otros grupos criminales.
El covid desplazó a China
India es un paraíso para cualquier capo: tiene poca vigilancia gubernamental, autoridades corruptibles, instituciones débiles y puertos conectados a todo el mundo con rutas probadas. El intenso ritmo diario permite que los cargamentos más importantes se confundan entre los menos relevantes.
Un factor que podía hacer más atractiva a la India en comparación con China era que, por alguna razón, los chinos quedaran excluidos de la ruta de drogas hacia México. Y eso sucedió en 2020: la pandemia de coronavirus aisló al país del Dragón Rojo y congeló los envíos de precursores químicos hacia el Pacífico. La mafia india entró a llenar un vacío que los cárteles desesperadamente necesitaban.
Además, ofrecieron a los criminales mexicanos bajos precios en tiempo de escasez y niveles de pureza similares a los que se consiguen en China. Los enviados de los cárteles ni siquiera tenían que saber bengalí o hindi —los idiomas más populares en la India—, pues todo el arreglo de precios y cantidades se haría a través de una calculadora, como lo han hecho durante años los mafiosos chinos y los mexicanos cuando negocian los precios de los cargamentos.
Ahora, grupos criminales en la India como la mafia de Mumbai o la Compañía-D son los suministradores de precursores químicos para los cárteles mexicanos que instalan laboratorios para crear pastillas con fentanilo que terminan en Estados Unidos, según la propia ONU: India es la nueva amenaza mundial de fentanilo en alianza con los cárteles más importantes de México.
“Múltiples envíos de materiales precursores desde la India son enviados a África y México”, alerta el Departamento de Justicia de Estados Unidos en el Reporte de Control Estratégico Internacional de Narcóticos de 2022. La alerta va acompañada de un amago: “Esta tendencia va a continuar y expandirse”.
Los cárteles mexicanos dicen adiós a sus tratos con China y hola a las mafias indias. El negocio cambia, pero algo permanece intacto: sea quien sea el proveedor, los cárteles encontrarán el modo de suministrar drogas al mundo.
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