Mexicano deportado promete a su familia no regresar a EU: "Ya no me voy a ir"

El hombre contó como pasó dos días sin comer tras cruzar la frontera.

Migrantes deportado de EU sufrieron una pesadilla (Diseño: Oscar Ávila).
Omar Brito
México /

“Ya no me voy a ir, ya no me voy a ir”, es la promesa que Ramón Ramírez le dice a su madre al regresar a su casa después de ser deportado desde Estados Unidos. 

Ramón fue entregado en Tijuana, Baja California, a las autoridades mexicanas. Al pisar suelo mexicano corrió con su familia en Tecate y prometió que nunca volvería a intentar cruzar hacia Estados Unidos.

Migrantes no encuentran el sueño americano

“Muchos piensan que estando allá va a ser lo mejor y no, no es así, aquí de perdida estoy en un lugar que nadie me dice nada, puedo ir a gusto a la tienda, puedo ir a gusto a cualquier parte, no andamos escondiéndonos de nadie, pues desde que uno brinca tiene que andarse escondiendo ve uno el helicóptero y esconderse, una patrulla y esconderse y también allá, pues no pueden salir a la tienda porque los agarra migración”.

Ramón llegó con un grupo de 40 mexicanos deportados al albergue flamingos en dicha ciudad fronteriza. Ahí, como parte del programa México te abraza, se les ofrece comida caliente, dónde dormir, el trámite del CURP y un acta de nacimiento.

Además, se les entrega una tarjeta del banco de Bienestar con 2 mil pesos y un boleto de autobús para cualquier estado de la República, beneficios que Ramón no tomó por la urgencia de dirigirse a casa, pues estaba tan solo a una hora de volver a ver a su madre.

“Quiero agarrar un taxi para Tecate, ¿no saben en dónde?”, preguntaba desesperado.

Con sus pertenencias en una bolsa y sin dinero, agarró camino hasta que consiguió un aventón. Emiliano lo acompañó para conocer su historia.

Problemas tras cruzar la frontera

“A mediados del año pasado salí del hongo, salí de la prisión, duré 5 años y un día en la cárcel, aquí en Tecate, y todos traían la cuerda de irnos al otro lado y pues vamos a darle a intentarlo, pues me aventé y no tiene caso, no tiene caso: dos días sin comer, dos días sin nada, en el cerro, en el río, todo mojado, la neta no es fácil".

—¿En qué momento los detectaron? —

“Ya casi llegando”.

—¿A dónde iban a llegar? —

“No me acuerdo cómo se llama, un club de cacería y ahí nos iban a levantar un carro, pero no llegamos”.

—¿Y le tuvo que pagar el pollero? —

“No, íbamos a pagar llegando allá pues, pero no, muy difícil“.

—¿Cuánto tiempo estuvo sin comunicarse con su familia? —

“Tres días”.
Llegando a Tecate, Ramón mostraba el lugar donde cruzó el muro y recordó: “Me dijeron que iban a ser sólo cuatro horas de camino, pero no, fueron tres días, dos noches".

—¿Te tocó frío? —

“En el camino un poco, pasamos por un lago, se mojaron mis tenis”.

—¿Y los persiguió la patrulla? —

“No, nos encontró nada más ahí escondidos”.

Ya en casa, Ramón y su madre hablan poco por la emoción. En cuanto lo ven suelta el llanto y se abrazan.

“Gracias a Dios que está bien mi hijo, gracias a Dios”, dijo la señora María, cuando recuperó el aliento.

—Su hijo dice que cocina muy rico, ¿qué le va a hacer de comer?

“Al ratito, pero unos frijoles de la olla, con tortillas de harina”.

—Ahora ya no lo deje ir. —

“No, ya no”.

Migrantes deportados se reencuentran con su lugar de origen

Tras repatriarse por temor o ser deportados muchos mexicanos están llegando a sus lugares de origen después de años o décadas.

Algunos se fueron desde pequeños a Estados Unidos y no tienen idea lo que es vivir o trabajar en México, por lo que el gobierno, empresarios y organizaciones buscan apoyarlos.

“Es muy duro porque cuando te deportan tienes muchos bloqueos, primero para agarrar tu acta de nacimiento, cuando no has vivido aquí toda tu vida en México lo que sucede es que cuando vas al municipio muchas de las veces ya no puedes tramitar tus documentos, por eso también es muy importante que les estén ayudando con eso”, explicó Milton Equihua, activista que sufrió la misma suerte hace una década y ahora se dedica a apoyar a los connacionales que son expulsados hacia Tijuana.

—¿Qué es lo más difícil cuando regresas así y qué le recomiendas? —

“Lo más difícil es que no conoces a nadie aquí, vienen a un país donde no conocen, es duro. A mí me deportaron hace 11 años, pero sí hay vida aquí en México, hay vida, hay un futuro si le echa uno ganas, puedes salir adelante”, afirmó.

Milton es parte de una iglesia cristiana que también ofrece albergue y asesoría a los mexicanos que son deportados, su oficina se encuentra exactamente enfrente de la garita de El Chaparral, donde también brinda apoyo emocional a quienes lo necesitan.

RM

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.