Es enero de 2012. Un avión procedente de Canadá aterriza sin problema en el Aeropuerto Internacional de Cancún y, mientras los pasajeros descienden, una movilización de autoridades comienza desplegarse en las salas de espera alertando no sólo a las personas que esperaban abordar su vuelo sino también a un pasajero en específico: Jimmy Cournoyer.
Una alerta roja emitida por la Interpol puso esa tarde al canadiense en el radar de las autoridades mexicanas, quienes le negaron la entrada al país e intentaron embarcarlo de nuevo a Estados Unidos. No era para menos, aquel hombre alto, de tez blanca y ojos claros estaba identificado en Norteamérica como uno de los narcotraficantes más importantes de marihuana.
La amplia trayectoria delictiva que Cournoyer acumuló hasta ese momento le permitió no sólo operar una compleja red de trasiego de drogas y lavado de dinero, sino también establecer alianzas con algunas de las organizaciones delictivas más poderosas como fue el caso del Cártel de Sinaloa y los Hells Angels pero también con mafias italianas como los Rizutto y los Bonanno.
El ascenso del Rey de la Marihuana
Documentos judiciales consultados por The New York Times dan cuenta de que la carrera delictiva de Cournoyer inició a sus 18 años junto a su hermano Joey. Era 1998 y ambos hermanos fueron detenidos por la posesión de 11 plantas de marihuana en su departamento. Tras declararse culpables, les fue concedida la libertad condicional.
Dos años más tarde, Jimmy volvió a ser detenido mientras concretaba la venta de una porción de marihuana en la reserva mohawk de Kanesatake. La tercera vez ocurrió en Toronto cuando al interior de una prestigiosa cadena de hoteles intentó vender a un agente encubierto un cargamento de 10 mil pastillas de éxtasis con valor de 65 mil dólares.
Aunque en cada ocasión logró salir tras acuerdos de culpabilidad y con medidas cautelares, su corto paso por la prisión lo orillaron a tomar medidas para evadir a toda costa a las autoridades. Además de comprometerse a no volver a tocar físicamente los narcóticos, Jimmy Cournoyer tejió una meticulosa red de aliados que se extendió por toda Norteamérica.
Desde miembros de la pandilla de motociclistas Hells Angels, hasta distribuidores de drogas en Nueva York, integrantes de las mafias italianas Rizutto en Montreal y Bonanno en Estados Unidos, así como lavadores de dinero y narcotraficantes mexicanos, específicamente del Cártel de Sinaloa.
"La organización de Cournoyer transportaba decenas de miles de libras de marihuana desde cultivadores al aire libre en la Columbia Británica hasta Montreal, Canadá, y controlaba numerosos almacenes en Montreal y sus alrededores para la fabricación de éxtasis y marihuana hidropónica. La droga se introducía de contrabando en Estados Unidos mediante redes de transporte gestionadas por los Hells Angels y cómplices nativos americanos de la reserva Akwesasne Mohawk, a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y Canadá", explica la acusación presentada en su contra ante el Distrito Este de Nueva York.
Una vez que la droga era vendida en Estados Unidos, en gran parte a través de distribuidores vinculados a la mafia Bonanno en Nueva York, la red criminal de Jimmy Cournoyer utilizaba millones de dólares procedentes del narcotráfico para comprar cocaína al Cártel de Sinaloa en México, el cual entonces aún era encabezado por Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada. Posteriormente, la cocaína era exportada y distribuida en Canadá por miembros de la mafia Rizzuto.
Coordinar la meticulosa y millonaria operación le permitió al canadiense costearse una vida de lujos en donde las marcas de lujo y los autos deportivos abundaban. Incluso, el documento judicial al que tuvo acceso The New York Times expone que su círculo social estaba tan cuidado que incluso llegó a coincidir en una fiesta en Ibiza, España con el ganador del Óscar, Leonardo DiCaprio.
Otro de sus contactos en el mundo de las celebridades fue el campeón de artes marciales del Canadian Ultimate Fighting, Georges St. Pierre, quien incluso escribió una carta a favor del narcotraficante que fue utilizada en su juicio.
"Para cuando tenía 30 años, Cournoyer ya supervisaba una red que traficaba un estimado semanal de 450 kilos de marihuana hacia Nueva York. Según los fiscales estadounidenses, parte del control que ejercía Cournoyer sobre los puertos y puestos de control aduaneros radicaba en funcionarios corruptos, y también dirigía operaciones en tierras indígenas con poca presencia de las fuerzas de seguridad para evitar ser detectado", narra en un análisis el think tank, InSight Crime.
El Departamento de Justicia estima que de 1998 a 2012, el entramado que Cournoyer encabezó en Norteamérica le permitió traficar más de mil millones de dólares en marihuana, cocaína y éxtasis a Estados Unidos.
El desmantelamiento de la red
Pese a ya estar consolidado como El Rey de la Marihuana, Jimmy Cournoyer había logrado mantener su meticulosa operación de trasiego de drogas lejos del ojo público y de agencias de seguridad estadounidenses. Todo cambió en enero de 2007.
El expediente al que The New York Times tuvo acceso refiere que a las oficinas en Long Island de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) entró una mujer que, descontenta con el padre de su hijo, lo delató ante la agencia antidrogas como uno de los distribuidores de marihuana más importantes de Queens.
Aquella declaración de la mujer guió a los agentes hasta su expareja sentimental quien, al verse acorralado, se convirtió en uno de sus más importantes informantes. Uno de los datos más relevantes que proporcionó fue el alias de su proveedor de hierba canadiense: Cosmo. Según refirió a las autoridades, el pseudónimo derivaba de la residencia del hombre, la cual era Cité Cosmo un condominio de lujo ubicado en un suburbio de Montreal.
Las intervenciones telefónicas de aquella ubicación les permitieron ponerle nombre y rostro al poderoso distribuidor de marihuana: Jimmy Cournoyer. Poco a poco y en colaboración, las autoridades de Estados Unidos y Canadá fueron identificando cada uno de los pasos de la meticulosa operación, así como a quienes formaban parte de ella.
Uno por uno, los socios que Cournoyer acumuló en ambos países fueron detenidos. Algunos se convirtieron en informantes, mientras que Jimmy continuaba buscando la forma de mantenerse prófugo.
Su suerte se agotó en 2012 tras su intento de escapar a México. Un año más tarde, el Rey de la Marihuana se declaró culpable ante el Distrito Este de Nueva York y fue sentenciado a pasar 27 años en prisión.
Con dicha condena la trayectoria de Jimmy Cournoyer llegó a su fin, sin embargo, sus operaciones se convirtieron en una pieza clave para que el Cártel de Sinaloa comenzara a operar en Canadá, primero de forma indirecta y posteriormente con su propios integrantes coordinando el tráfico de drogas.
ATJ