De diciembre del año pasado a la fecha, al menos cinco menores de edad, entre ellos un bebé de ocho meses, han resultado heridos por impactos de arma de fuego en agresiones directas e indirectas, perpetradas por sicarios o asaltantes.
En otros casos sucedidos en los últimos cinco años, de 2013 a la fecha, infantes y adolescentes han resultado lesionados y hasta han fallecido como consecuencia de “balas perdidas que les cayeron del cielo” cuando estaban en la escuela, apoyaban a sus padres en sus trabajos o iban de compras con sus familiares o al estar presentes durante un asalto.
De acuerdo con archivos de MILENIO Estado de México, el caso más significativo en el que menores de edad fueron lesionados por arma de fuego, sucedió el 5 de diciembre de 2017 en Acolman, donde un comando armado perpetró un ataque en una vivienda en el fraccionamiento real del Valle, en la calle Lago Petén.
El caso Acolman
En el lugar se llevaba a cabo una fiesta y tras la agresión quedaron tendidos los cuerpos sin vida de cuatro adultos, todas mujeres, siete personas más resultaron con lesiones de proyectiles, entre ellas cuatro adolescentes, identificados como Linda Itzel, de 14 años; Vanessa Michelle, de 13 años; Emili Marisol, de 8 años; y la bebé Esperanza, de 1 año ocho meses.
Los heridos fueron llevados al Hospital General de las Américas y no se reportaron más decesos.
La última niña lesionada por arma de fuego fue Britany, de 10 años, durante un asalto frustrado la tarde del jueves en la clínica “México Sin Cataratas”, ubicada en la calle 20 de noviembre, en la colonia Ejidal Emiliano Zapata.
La estudiante se dirigía a la escuela Nezahualcóyotl, en compañía de su madre cuando un asaltante intentaba escapar de la acción de la policía, accionado una pistola para atacar a los elementos policiacos con la cual habría herido a la menor.
Britany recibió un impacto que le fracturó la clavícula y le perforó un pulmón, por lo que fue llevada al hospital Lomas Verdes, en Naucalpan, donde su estado de salud es reportado como grave.
Por otro lado, en el año 2017 pero en Tlalnepantla, un estudiante de 16 años de la Escuela Normal local fue herido de bala en un pie al resistirse a un asalto.
El hecho sucedió en la colonia San Juan Iztacala y el joven fue trasladado a Lomas Verdes.
Otros menores han recibido balazos, denominados “balas perdidas” los cuales les provocaron lesiones, todos los casos sucedieron en el municipio de Ecatepec:
El 12 de octubre de 2017, un joven de 17 años, estudiante del Colegio de Bachilleres ubicado en la colonia Villa de Ecatepec, estaba en el patio de su escuela y repentinamente cayó al piso del plantel, con domicilio en la avenida Ignacio Zaragoza esquina con Bosques de Ecatepec.
De acuerdo con testimonios obtenidos por las autoridades, el estudiante resultó herido en el cuello por la bala que procedía del exterior del colegio. Paramédicos brindaron auxilio al menor, lo estabilizaron y trasladaron al hospital Las Américas para que recibiera atención médica.
Por otro lado, el 12 de marzo del año 2014 el menor Jordan Yandel Cortez Fragoso, de tres años, fue a comprar un CD para cantarle las mañanitas a su abuelo, Rodrigo Fragoso Frías, cuando de repente “se escuchó como que explotaba un globo y el niño empezó a quejarse”, según el comerciante Gerardo Ángeles, testigo.
Los hechos sucedieron en un puesto ambulante ubicado en la calle Ramón Soberanes, frente a una lechería Liconsa, en el poblado de San Andrés de la Cañada. Jordan murió en el hospital Nicolás San Juan de la ciudad de Toluca la madrugada del día 16 de ese mes debido a una bala alojada en el cerebro.
Por último, en agosto del 2013 el menor de ocho años Juan Carlos Liborio fue herido por una munición durante las fiestas patronales en San Cristóbal Centro, en Ecatepec, realizada en un predio de la avenida revolución, conocida como “30-30”.
El menor se encontraba apoyando en su padre Luciano en un puesto de comida cuando fue impactado. Desde entonces Juan Carlos utiliza un protector de cráneo pues el proyectil quedó alojado en su cerebro y los especialistas médicos recomendaron que no realice ninguna actividad brusca, no puede jugar a las luchitas, andar en bici o practicar fútbol, es decir, todo lo que un niño de su edad disfruta.
Vecino de la colonia Tierra Blanca, cerca de la cabecera municipal, el pequeño Juan Carlos exigió justicia: “quiero que encierren a los que me hicieron esto, porque no puedo jugar a todo lo que me gusta con mis primos o amigos; no puedo perdonarlos”.
Los padres de “Charlie” iniciaron la carpeta de investigación número 344900620013613, pero el hecho sigue impune, como los otros, y poca fue la ayuda que recibió de las autoridades locales y estatales tras ser agraviado para siempre.
LC