Óscar Nava Valencia, ex líder del Cártel de Milenio, hizo todo a su alcance para estar libre esta Navidad y lo logró. El Lobo, como lo conocían, se convirtió en sapo y le puso el dedo a criminales, aliados y enemigos, para que fueran juzgados en Estados Unidos por tráfico de drogas. Por su colaboración, recuperó la libertad el 27 de noviembre pasado, pero le costó caro. En represalia, varios de sus familiares fueron asesinados y su esposa e hijos tuvieron que ser reubicados en Estados Unidos para no sufrir un destino similar.
El Lobo fue aprehendido en octubre de 2009 en Guadalajara, Jalisco, y extraditado a Estados Unidos dos años después. Tras del primer año, llegó a un acuerdo de culpabilidad con la fiscalía estadunidense por conspiración para traficar droga, en relación con un cargamento de tres toneladas de cocaína proveniente de colombiana.
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Gracias a los registros judiciales de Estados Unidos, ahora se sabe que tras su detención Nava Valencia hizo saber a la Administración para el Control de Drogas (DEA) que quería sumarse a su lista de testigos. Un agente habló con él y acordaron que no se resistiría a la extradición.
En enero de 2011, Nava llegó esposado a Estados Unidos y de inmediato comenzó a cantar. Formó parte de al menos cinco casos criminales. Uno en Nueva York, a inicios de 2014; un aseguramiento de bienes a narcotraficantes en Washington y otro caso en Chicago, Illinois.
Además de que su testimonio ayudó a hundir al ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, y a que se condenara a prisión de por vida a Gerardo González Valencia, un operador de Los Cuinis, brazo armado del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Incluso señaló a otros criminales que, como él, podrían volverse colaboradores de las autoridades.
Su abogado, Mervyn Mosbacker, lo dibujó como una pieza de alto valor para las agencias investigadoras estadunidenses: “creo que el gobierno está satisfecho de que ha provisto información precisa sobre sus actividades y las actividades de otros, y es por eso que pienso que lo están usando e intentan usarlo en el futuro para armar estos casos”.
Según el abogado, su colaboración no pasó inadvertida entre sus antiguos colegas: “su familia recibió amenazas, y él mismo, obviamente (...) su familia inmediata tuvo que huir de México debido de la amenaza; el gobierno fue suficientemente amable para darle un estatus temporal en Estados Unidos para evitar ser asesinados”.
Pero no fue así con toda su familia. Al menos 17 familiares de El Lobo fueron asesinados por órdenes de los narcotraficantes a los que traicionó; una venganza por su colaboración.
Durante una audiencia ante el juez Ewing Werlein Jr, Nava Valencia se disculpó con su familia. “Quiero pedir el perdón de mi hija, de mi esposa, de todas mis hijas que están aquí, y mi hijo, y a toda mi familia por todo el daño y por todo lo que han atravesado debido a la cooperación en esta situación”.
Pero el juez no dejó pasar desapercibida su actividad criminal.
“La devastación de seres humanos y personas y familias y niños sigue y sigue. Es por eso que usted es castigado, por estar en este maligno crimen al negociar con masivos cargamentos de droga que han dañado a muchas otras personas y familias y niños”, dijo.
Ese día, El Lobo fue sentenciado a 25 años de prisión, aunque poco después se le redujo su condena a 16 años. A mediados de noviembre de este año presentó una moción para reducir nuevamente su condena. Y entonces, su liberación, prevista para abril de 2024, se adelantó a noviembre de 2023.
aag