Familiares de al menos 15 víctimas de personas desaparecidas, que trabajan en el colectivo “Uniendo Esperanzas en el Estado de México”, asistieron a una misa en el kiosco de Ecatepec para recordar a Gonzalo Garduño Núñez, de 26 años, quien fue secuestrado hace un año.
Los afectados demandaron a las autoridades sensibilidad ante el dolor que sufren al no saber nada de sus seres queridos y exigieron que los recursos públicos sean aplicados correctamente pues los ministerios públicos carecen de infraestructura y personal calificado para dar seguimiento a las denuncias que cada día reciben, porque la incidencia de desapariciones forzadas aumenta entre jóvenes y adolescentes en todo el país.
Actualmente son buscadas 37 mil personas.
Verónica Rosas Valenzuela, madre de Diego Maximiliano, adolescente secuestrado en septiembre de 2015 en la colonia Llano de los Báez, afirmó que las autoridades se encuentran rebasadas ante estos delitos, por lo que los padres de familia se han visto en la necesidad de salir a buscar a sus hij@s.
Comentó que las estrategias de la policía no tienen éxito, son fallidas, pues advirtió que el caso de Gonzalo Garduño, quien este 10 de diciembre cumple un año de haber sido secuestrado, tras salir de su casa en la colonia Tablas del Pozo rumbo a Plaza Sendero de Ecatepec, es muy parecido al de su hijo:
“En mi caso entregué parte del dinero que me pidieron por el rescate y en el de Gonzalo pagaron completo a los secuestradores, y sus hijos jamás fueron devueltos”.
Indicó que las celebraciones eucarísticas a las que asisten los reconfortan espiritualmente, son actos de memoria porque para nosotros aunque haya pasado el tiempo, nuestros hij@s siguen presentes y no los vamos a olvidar.
“Las hacemos en lugares públicos para que la gente nos vea, para sensibilizarlos sobre el hecho de que son vidas humanas las que se truncan y que las personas no pueden desaparecer y ya”.
Otro caso es el de Erik Flores Cortés, de 22 años, quien salió con su primo, Ricardo Santana de 23 años, el pasado 12 de mayo a cenar unos tacos y tomar unas micheladas, y sin más desaparecieron en Ojo de Agua, en Tecámac.
“Al parecer fueron levantados por unos ministeriales”, dijeron sus familiares.
La madre de Diego Maximiliano Rosas Valenzuela aseveró que cuando hay una muerte sigue un proceso de duelo, pero en el caso de un hij@ al que secuestran o desaparece es vivir siempre en la incertidumbre, pero con la esperanza de que algún día los volverán a ver, “eso nos acaba y nos angustia, pero también nos da fuerza para seguir y mostrar a la sociedad sus rostros, para que los vean y se den cuenta de que son vidas que nos faltan”.
Aclaró que de las 15 familias que forman parte de este colectivo, en días pasados dos jovencitas que habían desaparecido fueron encontradas con vida, tras haber sido víctimas de trata:
“Las enganchan en redes sociales, ocurre sobre todo en familias de escasos recursos, cuyos hij@s no tienen actividad escolar y son blancos perfectos para las bandas de tratantes de blancas”.
“Por la necesidad y el amor a ellos, nos juntamos y presionamos a las autoridades para que nos den resultados, hemos conocido a mucha gente de otros grupos solidarios que nos dan talleres y nos enseñan muchas cosas que ignoramos, sobre cómo buscar”.
LC